Los padecimientos no cesan, pero cesarán antes en nosotros mismos en la medida que sigamos combatiendo el mal con abundancia de bien. Lo hemos visto. La colaboración ciudadana se puso en marcha después de entender que la nieve se convierte en hielo si no se retira, cuando se anuncian heladas. Los vecinos organizados se han puesto a trabajar cuando las calles y los patios de los colegios ya eran placas de hielo, muy difíciles de romper. Pero se agradece mucho el esfuerzo personal y colectivo de todas las personas que se han puesto a ello. Todo el mal producido por la gran nevada, se está combatiendo mano a mano abundando el bien. Para la próxima vez, no jugaremos tanto y sacaremos la nieve lo primero, otra cosa buena que quien ha querido ha podido aprender.
Creo
que fue en los años 1960 o siguientes, cuando la gran nevada cayó en Barcelona
ciudad (supongo que también en muchos otros sitios) el día de Navidad. Menudo
follón con el almuerzo más importante del año, los familiares que tenían que
venir no pudieron llegar y se almorzó lo mismo durante varios días, pero los
niños nos divertimos mucho con la nieve. No obstante, en muchas casas los
hombres de la casa se taparon como pudieron, cogieron barreños de aluminio y
subieron al terrado de la casa, al igual que otros vecinos de las casas
colindantes y vaciaron los terrados de la nieve acumulada, tirándola a la calle
por la que no transitaba nadie. Se organizaron y acabaron antes de ponerse el
sol porque entonces la luz eléctrica era impensable en los terrados, más bien
había jaulas con gallinas y conejos para poder comer.
Mientras
tanto, las mujeres y los niños se agrupaban en varios pisos a charlar y jugar,
y como la calefacción era poco potente, en algunos casos de carbón o
simplemente de cáscara de almendras, se preparaba un sucedáneo de café, con
leche y coñac para que los hombres se rehicieran del frío.
Lo
que ocurría, a veces, es que ese café con leche y coñac iba a parar a todas las
tazas, incluso la de los niños y niñas que de forma furtiva bebían y las
alegrías navideñas, los polvorones y las risas no paraban hasta bien entrada la
noche.
Eran tiempos en los que a las niñas cuando nos dolía la barriga nos daban Agua del Carmen, que contenía melisa, limón, romero, menta, clavo, canela, agua y alcohol en un 80% de la mezcla. Muy rica. A los niños para que dejaran de ser enclenques una Quina con nombre de santo, todo muy pío, pero entonaba a unos y otros. Como se diría ahora, unas Navidades diferentes.
Próximamente
lloverá mucho, así que lo mejor será que cada uno mire a su alrededor y haga lo
que pueda para evitar que se embocen los desagües de los patios, las terracitas,
los balcones… No tender en el exterior, asegurarse que no se volarán los
plásticos que utilizamos para cubrir galerías, ni que se caigan tiestos… Una
montaña de gestos domésticos puede ayudar mucho. Y, sobre todo, AUNQUE NO SEA
OBLIGATORIO EL CONFINAMIENTO EVITAR SALIR DE CASA. Cada uno en su parcelita
puede hacer un gran bien.
Y
rezar mucho para que las filomenas fluyan sin hacer tanto daño. Recordar que el
año 2020 comenzó con el temporal de Gloria…, ahora nuestras oraciones una vez
más han de arrancar de Dios su misericordia para poder afrontar las
dificultades. Despejemos las tinieblas de la cabeza y dejémonos contagiar por
el bien y así transmitirlo.
Esposo
cuida a tu esposa. Esposa cuida a tu esposo. El bien de los esposos es uno de los fines del
matrimonio, esa transmisión del bien es sana y sanadora, también en tiempos de
pandemia.