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Mostrando entradas de enero, 2019

Cogidos de la mano

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A renglón seguido de nuestra celebración matrimonial, en la que celebramos nuestros cuarenta años de enlace matrimonia, iniciamos un viajecito amoroso.  No repetimos el destino de hace 40 años, pero sí fuimos a un lugar que ya conocemos, del que nos quedamos con ansias de volver. El traqueteo del tren durante varias horas nos permitió dejarnos llevar por el sueño y por la imaginación de tantos lugares que hemos visitado durante tantos años, primero solos, luego con nuestros hijos, y ahora con los nietos. Paseamos por la Concha de San Sebastián, por el Monte Higuelgo, por sus playas y absorbimos el olor del Mar Cantábrico, de profundo mar de adentro. Cuando visitamos anteriormente esta ciudad, fue en un verano abrasador sufriendo temperaturas altísimas para ese lugar. Pero en esta ocasión la temperatura era más baja y con ventisca, muy agradable. Allí, sin prisas, sin horarios, hicimos y deshicimos, con muchos silencios a veces, todo eso que ha llenado de amor todos estos a

¿Te imaginas que China fuera católica?

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La República Popular China, a pesar de la aplicación de políticas de aborto libre y obligatorio para reducir la demografía y con ello parar la hambruna, permitiendo solo el nacimiento de un hijo varón y el exterminio de las niñas, es el país más poblado del mundo: 1.400 millones de chinos y chinas; además de los chinos y chinas que viven y nacen en muchísimos países del planeta. China, hoy, se ha convertido en el nuevo líder mundial no solo en crecimiento de población sino también a nivel económico, tecnológico, industrial, estructural y de todo aquello relacionado. Su crecimiento económico exponencial se inició en el año 1978, año en el que España aprobó la Carta Magna por referéndum de la mayoría de españoles. Tienen y producen de todo al margen de cualquier país del mundo. Y pienso, ¿Te imaginas que China fuera católica? En estos momentos, en el que se desarrolla un comunismo capitalista en la afección china más propia, parece algo imposible. Pero para Dios nada lo es. Y en

Mucha paz y bien

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Cuando escribíamos con papel copia y hoja de carbón, en la máquina de escribir, incluso con la eléctrica, no podías equivocarte ni en una sola letra. Si te equivocabas habías de borrar la letra con el famoso típex u otros accesorios de oficina, o repetir y repetir hojas. Y durante el primer mes del año corriente, la atención al escribir había de ser mucho más intensa pues la frecuencia con la que habíamos escrito el número del año anterior había sido capaz de grabarse en nuestros dedos e ir más rápido que la mecánica de pensar y escribir al mismo tiempo. Además, la fecha suele ir al final de cualquier documento. Por ello era terrible llegar al final del texto y ¡Zasca! Y pones la fecha o el año que no corresponde. Hoy en día las máquinas de escribir son elementos decorativos o de desguace, o de mobiliario de películas. Con la tecnología informática ese el problemilla desapareció. Sin embargo, aunque la tecnología ha cambiado nuestra vida en los últimos 30 años, el poner la fecha erró