27 agosto 2020

Ser personas de fiar

Una de las lecturas del Evangelio de esta semana corresponde a San Mateo 23, 27-32, y dice:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, ¡nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas’! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!”


En la sabiduría popular se diría “Las apariencias engañan”.

Así que tanto en lo divino como en lo simplemente popular e incluso pagano se aborrece la hipocresía, es decir, aparentar lo que no se es. Hoy en día se le dice a tal y cual que es un “gili no sé cuántos”.

La coherencia es una de las mejores virtudes de la persona, ser creíble, hacer lo que toca y estar donde se debe. Que no demos pie a que se nos diga a los cristianos de Cristo Resucitado que no somos de fiar, que somos ladinos, que somos unos interesados y unos hipócritas. Si eso pasa, lo mejor es pedir perdón y desear la misericordia divina.

No obstante, las cosas materiales, nos ofrecen confusión con sus ruidos. En ocasiones oímos un ruido en casa y pensamos… ¿Nos habrán entrado? Pues no, resulta que es el ruido del parqué que hace ¡crack! Cuando empieza el frío. Quizá hemos oído agua y pensamos que está lloviendo a cántaros y resulta que es el grifo del lavado que sigue abierto con el tapón puesto y toda el agua va vertiendo como una cascada.

Y si no te has convencido, clica el siguiente YouTube y lo oyes con los ojos cerrados y pensarás que las tormentas anunciadas para las próximas horas se han adelantado.

Angel City Chorale

13 agosto 2020

La formación continua en el Matrimonio

En la vida profesional, la formación continua es obligatoria para no quedarte atrás. Como cristianos, también la formación continua se hace imprescindible para poder ser apóstoles de nuestro tiempo, una era veloz en acontecimientos. Y como marido y mujer, esposos, en una palabra, también.

En el Matrimonio, aparecen luchas con nuestro YO egoísta, y la entrega y el compromiso que esperan de nosotros. Es decir, parece que esté en juego nuestra libertad. Por ello, para los esposos católicos que todavía están a tiempo de mantener vivo el matrimonio por el que se unieron ante Dios, la formación como tales tampoco debe parar.

No se trata de proponer ahora estudiar de codos todo un curso que puede llegar a ser agotador de no se cuántos meses, sino de cogeros de la mano y ver y escuchar los vídeos del Padre Espinosa de los Monteros, sacerdote mejicano, y con un don de la comunicación impresionante, por su simpatía y acierto.

En este blog lo hemos citado en varias ocasiones. Hoy propongo un vídeo de 5 minutos, que es un extracto de una conferencia de 45 minutos, que también la adjunto. Va dirigido tanto a las esposas como a los esposos que confían en Dios y en sus designios, y a todos los demás, aunque les extrañen los consejos.

El vídeo es sobre aquello que producimos cuando nos hieren … ¿Será la ira?

Padre Espinosa de los Monteros, extracto de conferencia

Padre Espinosa de los Monteros, conferencia de 45 minutos

09 agosto 2020

Con sombrero y mascarilla, nos vamos de vacaciones

En estos días de tanto calor muchas familias se han trasladado aquí o allá. Las noticias siguen siendo preocupantes sobre el aumento de los contagios de la Covid19 y el número de fallecidos.

También se han trasladado algunos de nuestros gobernantes de primera línea o no. En cualquier caso, las mismas autoridades que hace unos meses nos decían que no pasaba casi nada, ahora nos recomiendan que nos quedemos en casa. Es probable que ahora tengan más razón que en el mes de febrero o marzo pasados, sin embargo, queremos escoger qué hacer, en la medida de lo posible, y gastar un poco para que se mueva el dinero.

En contraste, hay quien quiere vivir en la inopia, creando una realidad paranoica, una realidad subjetiva, que siempre encuentra adeptos, pero no es nada recomendable. Hacerse cargo de la realidad, cuesta. Y la solución para alejarse de ella no es irse de copas, emborracharse, y gritar por el equipo favorito del deporte favorito, o hacer quedadas para contagiarse.

Así que nos hemos ido de vacaciones, aunque este año poco vamos a poder escribir sobre las playas textiles, ni lucir pareos, sombreros y bañadores enteros. Muchos ya hemos desistido de ese destino, mal que nos pese.

Aunque nos hayamos rebelado a algunas recomendaciones, usamos mascarillas en el interior de los hoteles; usamos además pantallas si vamos a una iglesia. Ya no vamos a los centros comerciales ni a grandes supermercados, de ahí la ruina de muchos comercios. Compramos a través de webs; evitamos las aglomeraciones de cualquier tipo, ya sea una rambla o una calle llena de bares y diversión. Ya no acudimos a lugares de ocio nocturno, ni asistimos a ninguna competición deportiva …ni al teatro a ver un espectáculo de ballet ni al cine. A pesar de no hacer todo eso, hemos salido de la ciudad, pues debemos aprender a vivir con respeto en relación a la salud de los demás y a la nuestra. Hemos de reinventar nuestra socialización, pues el ser humano no conviene que esté solo.

Seguiremos rezando pues la oración no ha de faltar nunca y más en vacaciones. Además, el mundo está convulso y hemos de seguir adelante de la mano de Dios.

Los amigos de este blog os deseamos unas felices vacaciones, aunque sean por pocos días y muy cerquita de casa, no sea que nos llamen al confinamiento.

04 agosto 2020

La lactancia natural, un deber a cuidar

Cierto periodismo crea noticias de hechos tan cotidianos que parece mentira que se publiquen como tal, es decir, como algo nuevo, como una noticia.

He leído en un noticiario digital que una madre que estaba amamantando a su bebé la han expulsado de una piscina. La madre, indignada, recusa diciendo que todavía la gente no se ha acostumbrado a lo natural.

Resulta que el socorrista haciendo bien su trabajo le dijo a la mujer, que estaba sentada en el en el borde de la piscina, y además, amamantando a su bebé, que se fuera al vestuario a hacerlo.

Esta mamá habría de saber que amamantar a su hijo en el borde de una piscina es una temeridad. El bebé se está alimentando, al sol o no, pero lo que está claro que había gente, que sin querer la podrían mojar, asustar a su bebé, o golpearla e ir al agua, y ¡¡Ay que mi bebé se ahoga!! Que por desgracia no sería el primero.

El socorrista ha de liberarnos de los peligros que podemos generar en las piscinas y en las playas. Si no hubiera peligro, vana sería su profesión y su trabajo.

Esta mamá también habría de saber que la mayoría de la humanidad ha crecido gracias a que sus madres amamantaron a sus bebés. Nadie se asusta por ver a una madre dando el pecho a su hijo. Sin embargo, las circunstancias indican que según cuales sean, lo mejor es buscar un lugar tranquilo, por ejemplo, un vestuario, como es el caso. El bebé se está esforzando mucho en alimentarse y la madre debe ofrecerle un tiempo tranquilo y feliz, eso es una lactancia natural. En muchas ocasiones he visto en los trayectos de metro en Barcelona, como un bebé se pone a llorar desesperadamente, y la madre sin esperar a su destino, lo amamanta. Y no pasa nada. El bebé se tranquiliza y mejor así.

Pero la protagonista de la insulsa noticia que merece la mayor crítica al medio y al que la escribió por aceptar el planteamiento más absurdo, en lugar de haber aprendido a mejorar su relación como madre con su bebé, lo que está haciendo es afianzarse en su error.

Todo se acaba aprendiendo, con los años. Y ahí estamos las abuelas, lo seamos o no de esa mamá que ves que está cometiendo un error. A nuestra ayuda o comentario, dicho con suavidad y mucho cariño, y sin tocar, nos pueden dar las gracias o enviarnos a paseo, pero si vemos alguien en peligro, y más una mamá con un bebé debemos dar un paso adelante. Y si nos envían a hacer gárgaras, no pasa nada tampoco, a casi nadie nos gusta que nos corrijan de forma inesperada.