Ni en las peores pesadillas
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La conmoción colectiva e individual que ha generado el homicidio múltiple, provocado por un solo hombre, Andreas Lubitz, que se adjudicó el pilotaje de una aeronave, estrellándola contra una montaña de los Alpes franceses y matando a 149 personas, nos ha multiplicado las preguntas, algunas de ellas existenciales, del por qué ha podido pasar esto. Buscamos todo tipo de explicación humana al hecho mismo que movió al Lubitz a cometer el referido crimen. Si bien ya sabemos que estaba enfermo, y con ello va a quedar justificada o a lo sumo motivada su acción, tendremos que ahondar en las libertades y derechos humanos y en muchas normativas básicas, para que se impida la comisión de crímenes de este calibre. ¿Quién ha de hacerse cargo de los enfermos? ¿La familia, las administraciones e instituciones públicas, la empresa donde presta sus servicios o el enfermo en su soledad? Y ¿Quién ha de saber quienes están enfermos y de qué? ¿La familia, las administraciones e instituciones públicas,