Un aplauso para Verástegui

No hace mucho, oí un comentario simpático sobre los conversos, de esos que volvemos a la Casa del Padre después de un tiempo alejados de Dios, o que al conocerlo lo abrazamos, o que han pasado de miles de deidades a Dios, que es personal y vivo. Yo me lo tomé como un piropo de los buenos. Alguien dijo que cuando una persona es pesada, en el buen sentido de la palabra, se dice (para no ofender) que “es más pesado que un converso” . Los que hemos sido hijo pródigo , como Eduardo Verástegui, San Agustín de Tagaste, (yo misma) y más que se citaría, nos lanzamos y no paramos de hablar sobre Dios... A partir de esa explosión magnífica hacia Dios, nos hacemos realmente pesados, insistidores en lo que creemos y amamos. Pero hay un sector, un colectivo de gente, que se revuelve contra estas personas que dicen la Verdad con guapura y una gran sonrisa, y además fuera de los conventos y de las iglesias, que es lo que más le sorprende. De ahí que a Eduardo Verástegui, actor y productor de cine me