24 octubre 2014

Chistes matrimoniales

Y me contó una amiga que en su familia tienen un chat en el que entran todo el grupo de hermanos y cuñados, los casi veinte para explicar buenas y malas noticias o cualquier cosa de interés común. Recientemente ha corrido una corriente humorística. Han incorporado chistes de un entorno familiar, a cual más sórdido. Pero a pesar de ello, se ríen, porque todos tenemos dentro de sí, algo ácido que nos permite reír a pesar de que después se pase a la razón y digamos Qué fuerte!!! o Machista! o Ahí les ha dao.


Dice que una mujer, desde la ventana ve que el marido no puede entrar la llave de la puerta de la calle porque va bebido, y le grita:
  - ¡Así no! ¡con los dientes para arriba!
Y el marido levanta la cara, enseña sus dientes (un poco negros) al cielo y responde:
 - Pues así, tampoco.

(Uf!!!!)

Otro chiste... de un marido que llega a casa, no tiene las llaves… toca al timbre de la calle. Su mujer no le quiere abrir…Y él le dice por el interfono:
- Venga ábreme, que llevo un ramo de flores para la mujer más guapa del mundo!
- Bueno, bueno… en este caso te abro! Sube.
Llega a su piso…
- Hola cariño! Ya he llegado... Gracias por abrirme.
-Ya veo….Y ¿el ramo de flores? ¿Donde está?
-¿Eh? ¿Y la mujer más guapa del mundo?  ¿Donde está?

Además de reírnos, quizá algunas de nosotras nos tengamos que poner a
reflexionar pues si tu hombre, es decir tu marido, no te ve con buenos ojos cuando estáis en casa, lo mejor es no enfadarse, de momento, y a continuación mirarse al espejo con autocrítica e intentar mejorar en el aspecto. No se trata de ir al cirujano plástico, no favor! Se trata de ir por casa, por ejemplo, sin aprovechar cualquier camiseta o pantalón roto, manchado para el resto de su vida útil, pues las manchas  de pintura, lejía o cualquier otra cosa, ahí se quedarán por siempre; o sin peinar, alocada, gritando a toda la familia, soplando y resoplando como un equino y quejándose todo el día porque eres la única que trabajas. O en pijama descolorido y ajado, etc. Rectificar no cuesta dinero, pero cuesta mucho esfuerzo personal. Hay que renovarse, y en todo caso, después de revisar bien lo que tienes (tirar la mitad), comprar alguna cosa para estar mona y no dar susto al miedo. Pero sobretodo, renovarse por dentro para que el hecho de vivir en familia, como es natural, no suponga para nadie ni para ti misma, un esfuerzo añadido a todos los demás esfuerzos del día, sino una alegría y una ilusión renovados.

Y ellos, los maridos, lo mismo, que vemos a cada uno por la calle que yo los metería en ¡la lavadora! Así, entre los dos, se puede mejorar e intentar crear un hogar luminoso y alegre.