¡Qué palo! ¡Uf! hoy es
lunes, ¡Uf es jueves!, ¡Uf está lloviendo!, ¡Uf! no sé qué ponerme! Todo el día quejándonos. Cualquier
cosa nos molesta ¿o no? Y nos pasamos el día soplando velas ¡Uf! o ¡Buf!

Es
de agradecer no tener a nuestro alrededor personas que estén todo el día
diciendo ¡Uf! qué rollo Porque, como
decía mi bisabuela, Se pega todo menos la
hermosura. Y eso del ¡Uf! Se pega,
Sí Señor y ¡cómo! Así que salimos del
trabajo y decimos ¡Uf! Por fin, y
llegamos a casa y ¡Uf! qué horror, ahora
tengo que hacer la cena. Y eso sin añadir tacos ni gestos ni otros
ruidos.
En
realidad lo que pasa es que nos acomodamos con mucha facilidad, y levantarse de
la cama puntualmente cuesta, hacer todo el trabajo del que somos responsables
cuesta, sonreír cuesta todavía más, ser amable ¡Ni te digo!
Pero
realmente son cansinas las áreas ¡Uf!
Porque son negativas, crean mal ambiente, aburrimiento, desgana, etc. Así que
en la familia y en el trabajo que son nuestros entornos más cercanos
intentaremos substituir el ¡Uf! Por otra palabra ¡Estupendo, es lunes! (porque puedo ir a trabajar) ¡Me encanta
saludarte tan temprano! ¡Qué bien que haga frío! (así me voy a poner todos los jerséis
que tenía guardados) O lo que quieras. Y dar gracias a Dios, pues todo es
para bien, aunque sea realmente un misterio.