Pues esto es lo que me pregunté sobre la decisión de mi amiga Felipa, hastiada de su hombre y de su matrimonio, aburrida como la que más y esperando a que el sol saliera por Antequera. Y es así, casi a punto de jubilarse o en eso está, quiere romper con todo y con todas sus harturas de golpe. Me lo explicó, con su caligrafía menuda, en aquella postal de sol y playa de Cancún que me había enviado para desearme unas felices vacaciones. Quedé sacudida por tanto dolor y frustración. Pensé; y decidí responderla también por escrito, pero en esta ocasión con un papel y un sobre elegantes.
No se cómo has podido llegar a este punto de saturación sin haberte dado cuenta antes de que hubieras podido hacer otras cosas en lugar de comprimir tantas miserias que podían haber ido directamente al excusado.
Mi querida amiga, cuando
llegues a tu casa de momento pon tu corazón en paz y tu vida en orden. Y a tu
marido, no le chilles pues no te entiende. Mírate al espejo. Te ves mayor.
Tramita la jubilación. Ves a la peluquería. Cómprate una crema hidratante y
antiarrugas. Seguro que tu armario, ropero o placar precisa de un vaciado
importante de la mitad de lo que tienes, porque la otra mitad que guardabas era
por si perdías los 10 o 15 kgs. que te puso la menopausia. Ahora no es momento
de ponerte a dieta, pues el estrés te agobiará más. Empieza a recuperar
amistades. Apunta sus teléfonos. Habla. Escucha. Pide ayuda espiritual en tu
parroquia. Y si hablas con un psicólogo, lo primero que le dices es que eres
católica, pues lo segundo que te recomiendan es que te divorcies o te busques
un amante, y estos no son los métodos de recuperación matrimonial que ahora pondremos
en marcha. Sobre todo, ten calma, el calor sube la temperatura corporal y en
ese estado no se toman buenas decisiones.
Y cuando quieras, nos vemos y
nos tomamos un café largo descafeinado con hielo, así nos durará más la charla,
y si es necesario pasamos al almuerzo. Un beso, querida.
foto, Wikipedia