05 diciembre 2020

No nos calentemos la cabeza, la Navidad se vive en el corazón

Estamos en tiempos de prueba, migrantes hasta que lleguemos al cielo. No hay que salvar la navidad, la Navidad, conmemoración de la llegada del Mesías, es quien nos va a salvar a nosotros. No es una cuestión de sentimientos, Jesús es nuestra Roca salvadora sobre la cual hemos de edificar nuestra vida. Y este año, con restricciones materiales y humanas. Va a ser así porque es lo que nos conviene. Aquellos planes de 22 personas alrededor de la mesa, por ejemplo, no van a poder ser, ni un capón o pava de 4kg y medio o una merluza de 2kg cubierta de almendras, tampoco. Si somos poquitos será mejor para todos. Gracias a Dios, seremos los que podamos de nuestra burbujita particular.


No hay que ir muy lejos, en tiempos de guerras y postguerras o de otras pandemias, en los que no había medios digitales y de escasa telefonía, se esperaban con ansia las cartas, los paquetitos de Correos y las felicitaciones de aquellos seres queridos que no podían regresar ni por Navidad. No se podía viajar pues no había medios, y se enviaban fotos para recordar las caras.

Este año los Reyes van a tener que echar mano de las compras on line y de la compra de proximidad. Los menús serán como queramos, pero para pocas personas. Tampoco podremos tomar las uvas en nuestra plaza preferida ni ir a las Cabalgatas. Los niños y niñas han entendido que hay una enfermedad que va impedir que vean a los Reyes subidos a sus camellos, tronos, camiones, aviones, barcos etc.

No nos calentemos la cabeza, llevemos el pesebre en nuestro corazón. En estas semanas previas del Adviento preparémonos para vivir la Navidad dando gracias a Dios. Sobre todo, hagamos un Belén bien bonito, adornemos las partes principales de la casa y en la puerta colguemos la Corona de Adviento, invitando a los demás a que preparen la Navidad en su corazón.

Un año muy grave, difícil de olvidar. Un año distinto para recordar siempre, pero lo vamos a superar no porque pronto nos vacunarán, sino porque nuestra Esperanza está puesta en manos de Dios.