Con la celebración del miércoles de ceniza, la Iglesia universal abre un periodo de penitencia, durante la cuaresma y la semana santa. Está estipulado para los católicos que el miércoles de ceniza, los viernes de cuaresma y el Viernes santo, nos abstengamos de comer carne. No obstante, en contrapartida, no nos apoderemos de la nevera y glotoneemos pasteles y gambas al ajillo. Lo que nos pide la Iglesia es que seamos capaces, algunos días, de abstenernos realmente de aquel alimento que nos gusta pues si los filetes habitualmente no los comemos, no nos atraquemos de vieiras de la Patagonia, en bechamel y gratinadas al horno simplemente porque sea un molusco marino. Hay que entender que la penitencia, es mortificación y la mortificación no es solo eso que en tantas películas utilizan para ridiculizar a los santos, como lo es el uso de las disciplinas, sino que también es mortificación sonreír a esa persona que te cae mal, y ¡anda salero! hacerlo durante todo el tiempo que dura l...