En las vacaciones de este verano, me compré una revista de moda para ojear en los días de playa, sol y relax. Estábamos en la Costa Dorada en un pueblo famoso por los restaurantes que hay en el paseo marítimo o del puerto, a cuál mejor en el surtido de mariscadas y porque la arena que se llevan y traen las olas es dorada y no de purpurina como me comentó una niña sorprendida en la playa, sino compuesta de un granito que se destruye y uno de sus componentes es dorado.
La oferta de
revistas era variada, me fijé en tres. Cada una de ellas iba acompañada de una
bolsa de tela muy mona, playera o para hacer las compras de cualquier cosa.
Como las tres ofrecían reportajes fotográficos sobre las nuevas tendencias de
otoño e invierno, opté por la que tenía la bolsa que más me gustaba por tamaño
y estampado.
Después de
ojearla unas cuántas veces, y llegar a la conclusión que sonreír no está de
moda, inicié una aproximación de análisis de contenido, concepto que los
medios de comunicación tienen muy claro a la hora de ofrecer información, qué
información, cómo la ofrecen y a quién pretenden informar.
En ese
sentido, la que compré va dirigida a aquellas mujeres adultas que tienen poder
adquisitivo y un modo de vivir liberal, por supuesto a favor del aborto y de
hacer con mi cuerpo lo me dé la gana. Los textos destacan temas sobre LGTBI y
la maternidad artificial, así como de mujeres emprendedoras con capacidades
diversas para llevar a cabo negocios y proyectos interesantes.
De las 137
fotos de mujeres publicadas de la revista escogida, solo sonríen 20, y, por
fin, ninguna desnuda. (Salvo error). La moda o estilo que presentaba puede
gustar o no, pero siempre los modistos o creativos se adelantan a los gustos
que se impondrán, pero para mi análisis no importa mucho. Tampoco tuve en
cuenta los productos de la abundante publicidad.
En
definitiva, todo el contenido literario iba encaminado hacia el cumplimiento de
la Agenda 2030, de la que ya hemos escrito en este blog, es decir,
destruir la familia, convertir las diferencias entre hombre y mujer en un solo
género, practicar la sexualidad sin maternidad ni paternidad y que la Naturaleza
y el llamado Súper Hombre se conviertan en un dios a adorar.
En todo esto se
excluye a Dios y a sus cosas, también al matrimonio entre hombre y mujer, a los
hijos, a los nietos y a los otros miembros de la familia.
No compré más
que una revista, las otras que estaban en el quiosco imagino que tenían un
contenido similar pues el editor lo que quiere es vender, y quien paga para que
se editen las publicaciones ha hecho un pacto con el diablo para introducirnos
en sangre esta política destructiva que recoge la Agenda 2030. El propio
Gobierno de España en una de las webs de sus ministerios está claramente
explicado.
Guardé mis notas y tiré la revista hecha pedazos al contenedor azul, sin pasarla a otra persona. No se ha de contaminar a nadie de políticas destructivas de la familia.