18 julio 2024

Fidelidad perpetua

Ocho siglos antes de Jesucristo, surgió en el Pueblo de Israel un profeta llamado Oseas, el cual, según los exégetas, forma parte del grupo de los doce profetas menores cuyos textos se incluyen en el bloque de libros de la Biblia del Antiguo Testamento.

En el Antiguo Testamento en numerosas ocasiones cuando Dios revela su Alianza con el Pueblo escogido, se utiliza el símil de la alianza establecida entre un hombre y una mujer para toda la vida. En el Nuevo Testamento que se inicia con el nacimiento de Jesús, se establece esa similitud entre Cristo y su Iglesia, y entre el hombre y una mujer estableciendo esa alianza por tiempo perpetuo hasta que la muerte los separa.

Me quiero detener en la lectura del profeta Oseas que se está desarrollando en estos días del tiempo litúrgico ordinario de la santa misa,  Os 2, 16. 17-18. 21-22:

 Esto dice el Señor:

"Yo conduciré a Israel, mi esposa infiel, al desierto

y le hablaré al corazón.

Ella me responderá allá,

como cuando era joven,

como el día en que salió de Egipto.

Aquel día, palabra del Señor,

ella me llamará 'Esposo mío',

y no me volverá a decir 'Baal mío'.

Israel, yo te desposaré conmigo para siempre.

Nos uniremos en la justicia y la rectitud,

en el amor constante y la ternura;

yo te desposaré en la fidelidad

y entonces tú conocerás al Señor''.

 


Esta alianza entre los esposos, tan bella y firme como Dios con su Pueblo, y Cristo con su Iglesia, es indisoluble en esos términos, que como veréis no se trata de una indisolubilidad establecida a capricho por hombres y mujeres de la Iglesia, sino revelada por Dios a través de sus profetas.

Es difícil de entender y de sobrellevar, es cierto, por ello no podemos vivir al margen de Dios, acudiendo a Él siempre, aún durmiendo.