Si nos remontamos al año 1946, nos situaremos en el periodo de la posguerra reciente de la II Guerra Mundial que duró seis años. El mundo amanecía cada día en la lucha contra la pobreza y la ruina pero con ganas de vivir a pesar de las circunstancias. El director de cine, Frank Capra, uno de los mejores de la historia del cine realizó una de las películas más largas de entonces, 130 minutos, y una de las más vistas desde aquella fecha hasta la actualidad, con el título ¡Qué bello es vivir!
El
conocido resumen del guion del film es el siguiente:
George
Bailey (James Stewart) es un honrado y modesto ciudadano que dirige y mantiene
a flote un pequeño banco familiar, a pesar de los intentos de un poderoso
banquero por arruinarlo. El día de Nochebuena de 1945, abrumado por la
repentina desaparición de una importante suma de dinero, que supondría no solo
la quiebra de su banco, sino también un gran escándalo, decide suicidarse, pero
cuando está a punto de hacerlo ocurre algo extraordinario. (FILMAFFINITY)
Esta
historia es similar a la de muchas otras familias de aquí, de allí y de todas
las partes del mundo. Y el valor es que te puedes ver reflejado. No es una
historia de ficción ni extraña. Lo que tiene de sorprendente, e incluso después
de más de 76 años, es la visión de la vida. El hecho extraordinario a que se
refiere el resumen es la actuación material del Ángel de la Guarda de George
Bailey. El diálogo entre el ángel y George Bailey no tiene desperdicio.
Todos
tenemos un ángel custodio al que podríamos darle más trabajo, pidiéndole que nos
guíe hacia el bien de forma más constante. No es una tontería. Nuestro ángel custodio
existe, todos tenemos uno a nuestro lado. En las Sagradas Escrituras constan
muchas citas referidas a estos custodios.
El
drama de la película al final tiene una solución que se basa en la generosa
ayuda del prójimo, cosa que tampoco ha pasado de moda. Sin embargo, en la
actualidad el SUICIDIO es la causa de mortalidad más alta en España, y
probablemente en otros lugares. En el año 2022 se contabilizaron 4003
muertes por suicidio, cifra muy superior a las muertes por violencia en la
familia, muy superior a la de los accidentes de tráfico, o al cáncer o a cualquier
otra patología.
Previamente
al suicidio se ha producido tal desesperación que hace imposible vivir en esa
situación. Y va en aumento. Es por ello que los cristianos hemos de hablar en
positivo, pues nuestra alegría viene de la fe centralizada en Jesucristo. Por
muy mal que lo pasemos y vivamos, realmente todo pasa, porque solo Dios basta.
Deberíamos
estar más pendientes de lo que ocurre en nuestra familia, a nuestro esposo, hijos,
nietos, y a otros familiares y amigos. Ayudarles a ir al médico, hablar con
ellos, sin desesperarnos, y, por supuesto, rezar mucho por todos.
SI NECESITAS AYUDA, LLAMA AL TELEFONO DE LA ESPERANZA, NO DUDES:
717 003 717