El 24 de febrero de 2022 inició Rusia la guerra contra Ucrania. A los seis días, el planeta continua perplejo con un conflicto bélico de grandes proporciones que parecía lejana para esta Europa que vivió guerras mundiales, civiles y exterminios en el siglo pasado y para un estado independiente como Ucrania que tiene derecho a tomar sus decisiones. Los dramas se repiten como en todas las guerras. Las mujeres y niños primero, y los hombres a luchar. Las mujeres también sabríamos hacer un cóctel Molotov o montar un arma. Pero la distribución de tareas por sexos siempre ha dado buenos resultados. Ellos son más fuertes físicamente, y nosotras muy perspicaces y capaces de realizar multitareas, y a la vez cuidar de nuestros hijos, como todos sabemos. No obstante, ya hay mujeres muchas y jóvenes que están en el ejercito o están recibiendo adiestramiento.
Seguimos
con ansia el asedio ruso de gran armamento, pero también observamos que crece el
asedio económico, deportivo y moral que en nada le gusta a la oligarquía rusa.
Con la resistencia ucraniana no contaba el Sr. Putin, ni con la fusión de
intereses de todos los países de la Unión Europea.
El
Sr. Putin, en pocos días, está arruinando a esa gran Rusia que ha gobernado
directamente con músculo viril desde el año 1999. A pesar de ello, los que ahora
están perdiendo millones de dólares y euros cada día, y viendo como el rublo se
hunde, no se lo van a perdonar.
Y
en este cordón de amor han surgido personas muy generosas que compran ropa,
medicinas y comida para los más de 40 millones de habitantes que todavía siguen
en Ucrania, en su tierra. En la medida de lo posible, hemos de asegurarnos que
realmente tanta generosidad llegará a los ucranianos que viven en Ucrania.
Como ya indiqué, para
hoy, Miércoles de Ceniza, 2 de marzo de 2022, el Santo Padre Francisco pidió a
los creyentes y no creyentes del mundo que se sumaran a la Oración por la Paz
en cualquier conflicto bélico y en Ucrania. Recemos mucho, unidos al Papa
Francisco, pues no son tiempos de pamplinas ni tonterías, ni de adivinos ni
adivinanzas. Juntos venceremos, la oración es un arma poderosa.