15 enero 2014

Poblar la tierra

La esterilidad tanto femenina como masculina va en aumento en los tiempos que vivimos, sobre todo en estos países donde se retrasan los nacimientos o se impiden por medio de pastillas abortivas o con el mismo aborto. Los expertos dicen que las causas son diversas: el estrés, la mala alimentación, el uso constante de los medios y métodos anticonceptivos, el consumo del tabaco, el alcohol y otras drogas, etc. Sin embargo algunas de estas causas, no son nuevas pues ya en los tiempos y siglos que se descubren en los libros bíblicos encontramos diversos pasajes en los que se refiere a la esterilidad de la mujer, y se le recomienda que no ingiera bebidas alcohólicas si quiere quedarse embarazada, o en su caso, si quiere seguir adelante con el embarazo. Y acusan a la mujer de estéril cuando no hay hijos en el matrimonio. Entiéndase que en muchos casos el varón podía ser polígamo, y si éste tenía hijos con otra mujer, la que no le daba se concluía que era estéril. No obstante la fe y el amor dirigido a Dios misericordioso aparecen también en muchos pasajes. Dios resulta complaciente a la plegaria intensa de aquella mujer que quiere ser madre, y no lo es.

En este sentido, en otra ocasión nos habíamos referido al Libro de Samuel. En él se relata como Ana, una de las esposas de Elcaná sufría enormemente ante la imposibilidad de darle un hijo a su esposo, y en la turbación de su petición rogó con tanta intensidad a Dios que finalmente la escuchó. Por ello, gracias a la oración persistente de Ana nació Samuel. 

Ahora me quiero referir otro texto bíblico, el Libro de los Jueces, 13, 2-7. 24-25, que dice así:

“En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo:- Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos […] La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso por nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo".


¿Por qué quiso Dios que esto pasara en el seno de una mujer estéril? No lo sabemos, pero en cualquier caso, siendo del querer de Dios que poblemos la tierra, según el mandato revelado y que se contiene en el primer libro del Génesis, no tendríamos que esperar a que nuestro gobierno o cualquier otro “autorice”  a aumentar el número de hijos por pareja, acabando así con la política del “hijo único”, como ha pasado recientemente en China, en el país de más producción de bienes del mundo, pues el bien más grande para la humanidad es la vida, nuestros hijos.