18 julio 2012

El verdugo de los embriones congelados


En estos días en los medios de comunicación han resurgido las cifras espeluznantes de embriones congelados. Nos han dicho que en España se guardan 250.000, de los cuales 100.000 están en Catalunya. Y para comparar, en Estados Unidos están congelados 700.000 embriones más. Las cifras van creciendo, por supuesto, al mismo tiempo que el egoísmo de muchos padres y madres y muchos miembros del sector sanitario. Sin embargo la pregunta nos la lanzan a todos ¿Y qué hacemos con los embriones?

Por lo visto, padres y madres una vez satisfechos con el bebé que han conseguido gracias a la manipulación mecánico-médica, al resto de embriones les dicen adiós muy buenas… y los que están congelados, que también son hijos, que se queden congelados.

Pero la comunidad médica, o algunos de ellos, o los que trabajan conviviendo con ellos, se platean qué hacer, pues una vez desechados por los padres la responsabilidad es del propietario y gestor del congelador. A todo esto, estamos hablando de seres humanos que surgieron después de la fecundación y al cabo de una vida de 15 días pasaron a la congelación. Y como la conciencia existe en todo ser humano, aunque la taponen y la tapen hasta lo más hondo, las mismas voces que congelan la vida ahora se plantear qué hacer con ella.

Se dice que “eliminarlos” les da pena”; se dice que adoptarlos no puede ser pues nuestras leyes y las de muchos países, gracias a Dios, consideran que la adopción legal de las personas solo se produce una vez nacidas éstas. ¿Por qué nos lanzan la pregunta los mismos verdugos que han procedido a una manipulación injusta e inmoral sobre seres vivos que no pueden defenderse ni hablar? Ahí está claro que sus propias conciencias les indican que todo está  mal, tanto si los matas como si los dejas morir, y luego los entierras con dignidad, pues el mal se infligió antes, es decir en el momento de iniciar el proceso aunque fuera en connivencia con padres, madres, profesionales y trabajadores de los centros sanitarios que practican el crimen sistemático y con música agradable de fondo. Nadie quiere ser el verdugo, pero quien propone la pregunta ya lleva sobre sí muchos crímenes, y quizá ahora le empiecen a pesar pues el congelador de embriones le saluda cada mañana y le dice Aquí estoy, ¿ por qué me haces esto?