28 marzo 2024

El mandamiento de la Caridad del Jueves Santo

 ¿Por qué triunfa el mal? Y en concreto ¿Por qué Dios permite el mal? La pregunta y la respuesta la encontramos en nuestra doctrina recogida en el Catecismo de la Iglesia Católica. En esta ocasión citaré el librito Compendio, punto 58.

La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo. Esto Dios lo ha realizado ya admirablemente con ocasión de la muerte y la resurrección de Cristo: en efecto, del mayor mal moral, la muerte de su Hijo, Dios ha sacado el mayor de los bienes, la Glorificación de Cristo y nuestra redención.

Vemos numerosísimos casos de pecados muy graves concatenados cometidos por personas que construyen estructuras de pecados. Todos ellos se hacen vehementes, se ven a la vista. Cuando nos relatan tramas de droga, de tráfico de niños, de blanqueo de dinero, de mordidas o comisiones ilegales y fraudulentas, sus autores gastan hasta la saciedad en vehículos, coches, helicópteros, mansiones, joyas. Todo ese mal es vehemente ¡triunfa! Pero no gana. Las personas que ejecutan esos actos y otros muchísimos personifican el mal.

¿De qué sirven tantos bienes si eres condenado a prisión por violación, o eres investigado por la fiscalía y has de ampararte en un escaño de un Parlamento para que no te detengan? ¿De qué sirve si no te conformas con tu esterilidad, y se van muriendo en tu vientre todas las implantaciones de fetos in vitro que has recibido, hasta que matas a una mujer por qué no te quiere entregar su hijo?

El gran Bien es Dios, algo tan bello que existe, quieras o no, cuyo único Hijo se entregó para nuestra salvación en este mundo podrido que nos rodea. Seremos felices si lo amamos, y amamos a nuestra familia, a nuestro cónyuge, hijos, hijas, nietos, nietas, primas y todos los parientes, a los vecinos, compañeros de trabajo, amando al prójimo como a ti mismo.

Este es el mandamiento de la Caridad, Amaros unos a otros como yo os he amado (Compendio punto 420), el cual lo instituye Jesucristo el Jueves Santo en la última cena, llamada la Cena del Señor.