03 octubre 2021

Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne

 Las lecturas de la santa misa de hoy, Domingo de la XXVII semana del tiempo ordinario, nos presentan el fragmento de la creación de la mujer, Eva, surgida de una costilla de Adán. A partir de ahí Dios los une, y les da la tierra para que la sometan y se multipliquen. Es un pasaje bíblico, de los más antiguos, en los que se explica de una forma maravillosamente simbólica el cómo creó Dios el núcleo de la familia que sostiene la humanidad, antes y ahora.

Y transcurriendo el Año de las Familias que finalizará en el mes de junio del año que viene, este texto tan sorprendente nos hace ver qué importante es para Dios este núcleo celular de la familia, el varón y la mujer unidos para siempre, en una entrega mutua, constante y recíproca.

Esta unión natural creada por Dios, Jesucristo la elevó a sacramento, y gracias a sus efectos se reciben muchas gracias divinas.

Pero como el diablo no hace vacaciones e incide en todos los ambientes, crea enemistades y conflictos en los matrimonios, tanto civiles como religiosos, haciendo uso de los instrumentos más temibles de la ideología género. Por ello, hemos de leer y releer el Evangelio de Jesucristo para no salirnos del camino.

Del Libro del Génesis 2, 18-24

En aquel día, dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”. Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.

Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo.

Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer. Se la llevó al hombre y éste exclamó:

“Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre”. Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.