17 agosto 2021

Volar con un pelícano, el sueño de un niño

 La industria cinematográfica periódicamente repite historias que en otras ocasiones ya han sido llevadas al cine. Este es el caso de STORM BOY (Australia 2019), que en su momento fue un bombazo de novela, por tratarse de una historia conmovedora muy bien explicada y a detalles, en cuanto a sentimientos humanos se trata. En España con la mala costumbre de inventarse títulos aparece como AMIGOS PARA SIEMPRE.

Y actualmente como los sentimientos tienen más protagonismo y prioridad que los valores en sí mismos, el nuevo éxito de esta novela está prácticamente asegurado.

La película es naturalista en su esencia, preservar la naturaleza, utilizar de ella solo lo necesario, erradicar la caza, denegar cualquier proyecto inmobiliario que suponga una alteración del ecosistema, y sobre todo dar gran protagonismo a la relación sentimental que pueda desarrollarse entre una persona y su mascota.

Con estos elementos tan a la par con las medidas para frenar el cambio climático, surge STORM BOY. El entorno geográfico es el sur de Australia, donde existen largas playas y un espacio natural reservado para los pelícanos, que con esos picos tan grandes pescan magníficamente. Por otro lado, un padre joven y pescador, desairado del mundo en el que vive, se va a esa costa hermosa y vive apartado con su hijo, aunque van a un pueblo cercano a comprar víveres y vender pescado. El niño de unos 10 años salva a unos pequeños pelícanos de unos cazadores, y ahí empieza una relación conmovedora entre un niño muy espontaneo y sus pelicanitos.

Es una película que cautiva porque es muy bonita y sensible, sobre todo a los amantes de las mascotas. Es para toda la familia y pasar un ratito agradable. No es trascedente, ni pretende serlo. Pero el subtítulo Let your heart soar  que podría significar Deja que tu corazón se eleve, puede ser combatido. Sería, quizás, ¿Dejar volar los sueños?  ¿Los sentimientos?   ¿La autosatisfacción del yoísmo?.