19 noviembre 2013

Algo romántico

Si después de muchos años de matrimonio has llegado hasta allí, vale la pena ir
celebrando no solo ese aniversario sino también otros. ¿Podríamos recordar aquel primer beso el día que te pidió para salir…o el primer sitio donde fuisteis a cenar… o aquellos largos paseos cogidos de la mano? Esos momentos fueron los que propiciaron los primeros cimientos para enlazar con una larga vida conyugal ¡Qué ganas de hablar teníamos! Se pasaban las horas sin darnos cuenta, solo oías su voz, sus explicaciones, y luego tu, dabas las tuyas, y así un día tras otro, pero solo cuando se podía pues los estudios y los trabajos no permitían muchos ratos de encuentro. No había móvil, ni correo electrónico, y el teléfono estaba controlado por el resto de la familia… que también quería utilizarlo. Así que se soñaba despierto hasta que llegara la nueva cita, el nuevo beso, pues todos, aunque se repetían, eran siempre nuevos.

Cada época tiene sus dificultades. Estas nunca cesan, cambian. Hoy las parejas de novios pueden listar un sinfín de dificultades para llevar un noviazgo sin estorbos ajenos. Así que aquella época en la que vivimos nosotros, también tenía las suyas y las fuimos sorteando como pudimos. Muchas novias hicimos el servicio militar junto a nuestros novios, sufriendo, en su caso, con aquellas dificultades de cuartel y de uniformes un poco lejanas por extrañas e incomprensibles. Pero como muchas novias hicimos también el servicio social de aquellos años anteriores a 1978, nos sentíamos íntimamente ligados a ellos en esas obligaciones estatales.

En esos meses, largos meses de separación física que suponía el servicio militar, muchos noviazgos se deshacían. Sin embargo otros, afianzaron sus raíces con más cimientos, pues el amor en las dificultades, si se vencen,  se refuerza. Entonces se recurría a las largas cartas de amor y sueño, de muchas historias bien o mal explicadas, de noticias no publicadas o censuradas, y llenas de grandes deseos de querer volver a verle. El tiempo transcurrió y la vuelta definitiva, sin más permisos que tuviera que otorgar la autoridad competente, se convertiría en una carrera con la cuenta atrás en marcha y sin freno hasta el día de la boda.

¡Hay tantas cosas que recordar y que celebrar! Ir a un restaurante con el mismo sabor que el primero, ir a misa a la iglesia donde recibisteis el sacramento del matrimonio, pasear por el parque donde os encantabais con la mirada, remar por el lago donde le miraste fijamente y te enamoraste del todo, por si hubiera algo de él que todavía no lo estabas... volver al cine a cogerle de la mano y apoyarte en su hombro, igual que entonces…y decirle –Te quiero!Se renacen sabores, sensaciones, aún y a pesar del transcurso de los veinte, treinta, o casi cuarenta años que hubieran pasado.

Y esos sabores dulces, con olor a naranjo o a jazmín, a limón o a lavanda… suavizarán todos esos malos momentos, graves momentos de ruinas, enfermedades, hospitales, fracasos, olvidos…que se viven en todos los matrimonios y que no merece gastar el  
tiempo para recordar, porque sangraríamos una parte de los cimientos que nos unen. Es mejor mirar hacia delante, pues lo perdonado, perdonado está, por siempre jamás.