21 julio 2013

¿Aprovechamos el tiempo?

Se dice que era  un señor muy aguerrido y quería aprovechar el tiempo en todo momento para hacer apostolado y llevar almas a Dios. Así que cuando subía a un tren, cosa que hacía muy a menudo, decía ¿Hay algún católico por aquí? Ante tal pregunta, los viajeros se quedaban estupefactos… Y decía ¡“Yo lo soy”!…. De esa manera iniciaba una conversación. Quizá no tengamos que ser tan sorpresivos por donde vayamos pero podemos hacer que se note que somos católicos. Pues el tiempo es un elemento que forma parte de la creación divina, y aunque para Dios no hay tiempo porque Él es infinitamente eterno, para la naturaleza humana es un elemento incontrolable con el que pasamos la vida entera. Sin embargo, Dios nos va a pedir cuenta de cómo lo hemos aprovechado.

Ahora nos encontramos en un tiempo rodeado de vacaciones, turistas, tormentas de verano, medusas, playitas… y parece que no sea el momento para hablar del aprovechamiento del tiempo, pues ¿de qué valen los muchos planes que hagamos para septiembre, octubre o el año que viene si no sabemos nada de nuestro futuro? Pero esto son cuentas humanas. Lo importante es cómo hemos vivido hasta hoy para emprender el vuelo y hacerlo mejor mañana, y de cara a Dios. Pues si Dios hoy nos viene a buscar no podremos decirle… No sabía que hoy me llamarías!

Todo lo que poseemos son dones de Dios, tanto los bienes materiales, como las capacidades y las virtudes humanas. Todo pasa por nuestras manos, pero estamos de paso, como lo es una ciudad cosmopolita en la que vives y de la que prácticamente no conoces a nadie, porque, a pesar de estar rodeados de muchísima gente que la visita, tan solo la ves una vez en la vida. Es sorprendente como nos da la sensación de que el tiempo se escapa de nosotros como si fueran plumas  al viento. Así que en estos días de sol, de excursiones, de aguas marinas calientes, y fiestas llenas de refrescos y helados… en un pequeño parón, tostándonos al sol, podríamos preguntarnos ¿Cómo consigo que no se me escape ese momento para hacer o decir algo a… mi esposo, mis hijos, mis nueras, a esa amiga difícil? ¿Cómo puedo ponerme en manos de Dios para que no pierda ninguna oportunidad de encomendarle mi trabajo, mis esfuerzos, mis errores, mis fracasos? 


Pasa el tiempo como los trenes de mercancías, largos, muy largos, llenos de materiales diversos… pero también los hay vacíos, ¡Qué mal iríamos si nuestros vagones del tiempo fueran vacíos! … ¿Cuáles se nos han escapado? Es probable que lo hayamos hecho un poco mal o regular, y lo habremos observado después de una íntima auto crítica, un examen de conciencia, pero ahí está el perdón de Dios para el alivio de nuestra alma. También en verano se puede practicar el sacramento de la confesión, pues es muy ¡refrescante! Y a continuación, recomenzar y encomendarse pues la misericordia de Dios todo lo alcanza.