21 abril 2013

Desnuda o vestida


Mucho nos gustaría a las mujeres renovar nuestro vestuario con toda la colección de moda de primavera y verano 2013. El estallido de colores es impresionante. Sin embargo, no será posible no solo por los precios, sino porque no es necesario. Nuevamente practicaremos la sobriedad en gastar menos o gastar muy poco.

No obstante, existe una manera distinta de entender esa templanza en el gasto: la de no comprar, pero no porque no se tenga dinero para ello, sino porque ir sin vestirse por la calle se está convirtiendo en algo normal. Cuando veo a estas chicas jóvenes y no tan jóvenes solamente con medias o pantys, o prendas similares siempre pienso que se han dejado la falda en casa, y disculparme por si este comentario ya lo he dicho en otras ocasiones. El pantaloncito minimalista (valga la redundancia) cubre lo que cubren las braguitas, y nada más. No me cabe en la cabeza que una chica, cuando se mira al espejo mientras se viste, se vea bien de esa manera. Creo que aunque las medias sean muy bonitas en toda su extensión, antes de salir de casa hay que ponerse la falda o el pantalón, no se puede ir por la calle semi desnuda. Estas mujeres están equivocadas si creen que van monas, guapas, modernas o chulas. Se trata de mujeres desorientadas o mal orientadas en temas de templanza en el vestir. Ir vestida solo con las medias y la camiseta o el jersey es una vulgaridad de mal gusto. No van ni sexys. Es evidente que van vestidas para que los hombres, que son visuales, las miren. De ello resulta una tentación grave para los varones que quieren conservar su fidelidad matrimonial, o el celibato apostólico, o simplemente no quieren ver lo que no deben.

En contrapartida, para las que estamos comprometidas, dice el refrán La mujer compuesta quita el marido de otra puerta Esto quiere decir, que tanto en casa como fuera de casa hemos de ir guapas, no vulgares, no sea que estas mujeres que van por la calle vestidas como las meretrices, sin saber que visten como ellas, encandilen por accidente a nuestros maridos. Ciertamente no sería el primer caso ni el último, pues encandiladoras las ha habido siempre. En este sentido podemos recordar que por una de ellas a san Juan el Bautista le cortaron la cabeza.