06 abril 2011

Gracias! mamá

Una buena amiga internauta me envió una historia en la que me sentí muy identificada, y paso a  transcribirla en un más o menos:

Cierto día, una mujer llamada Anna fue a renovar su permiso de conducir. Cuando le preguntaron cuál era su profesión, ella  dudó, no sabía muy bien como clasificarse. El funcionario insistió: “Lo que le pregunto es si tiene trabajo”. “Claro que tengo  un trabajo”, exclamó, Anna. “Soy madre”. “Nosotros no consideramos eso un trabajo, voy a anotar, ama de casa”, respondió el funcionario.
Una amiga suya, llamada Marta, supo lo ocurrido y pensó al respecto durante algún tiempo. Un día, Marta se encontró en una situación similar. La persona que le atendió era una funcionaria de carrera, segura, eficiente. El formulario parecía enorme, interminable. La primera pregunta era ¿cuál es su trabajo? Marta pensó un poco y sin saber bien cómo, respondió:
“Soy doctora de desarrollo infantil y relaciones humanas”. La funcionaria hizo una pausa y Marta tuvo que repetir pausadamente, enfatizando las palabras más significativas. Después de tener todo anotado, la joven quiso indagar.
“Puedo preguntar, ¿Qué es lo que hace usted exactamente?. Sin una pizca de agitación en la voz, con mucha calma, Marta explicó: “Desarrollo un programa a largo plazo, dentro y fuera de casa”.  Pensando en su familia, continuó: “Soy responsable de un equipo con el que tengo cuatro proyectos en marcha. Trabajo en régimen de dedicación exclusiva. Paso 14 horas al día, y a veces llego a las 24 horas”. A medida que ella iba describiendo sus responsabilidades, Marta notó el creciente tono  de respeto en la voz de la funcionaria.
Cuando regresó a su casa, Marta fue recibida por su equipo: una niña de 13 años, otra de 7 y otra de 3. Subiendo a las habitaciones de su casa, pudo oír a su proyecto más nuevo: un bebé de seis meses probando una nueva tonalidad de voz. Feliz, Marta tomó al bebé, en sus brazos y pensó en la gloria de la maternidad, con sus múltiples responsabilidades y horas interminables de dedicación. Sentada en la cama, Marta pensó: “Si yo soy doctora en el desarrollo infantil y relaciones humanas, ¿qué serán las abuelas, las bisabuelas..? A todas las mujeres, pensó, madres, abuelas, bisabuelas, las nombro:
Doctoras del arte de hacer la vida mejor a los demás

 Y a los papás también les daremos las gracias por todo lo que hayan hecho por sus hijos, o no?