22 agosto 2012

El divorcio que viene

En la observación empírica, aquello que podríamos decir que pertenece a las estadísticas, encontramos familias desestructuradas, monoparentales, hijos con dos papás, hijos con dos mamás, y el divorcio, entre otras circunstancias, temas de los que se habla y se escribe muchísimo porque en realidad preocupa más de lo que parece, incluso a sus propios patrocinadores. Ante esto un cristiano ha de tener en cuenta y tenerlo muy claro que en esa situación de sentirse solo o sola, y rodeado de problemas, sin una visión sobrenatural, es decir sin la gracia de los sacramentos, se cede a otra relación, pues en cada persona está unido todo: la revelación de Dios, el aspecto filosófico y antropológico propios del ser humano y la sociología que se vive día a día.

Por ello en estos días que las estadísticas ya están preparando la cifra de divorcios que se gestan en las vacaciones debido a que el trato es más intenso con el cónyuge, hemos de romper esa tendencia. Podríamos ponderar esos defectos de nuestro cónyuge que tanto nos fastidian, si no ofenden a Dios, y aceptarlos con señorío.

Un ejercicio práctico, un poco molestoso, es hacer una lista (escrita) de sus defectos y luego, con valentía, hacer la lista (escrita) de los nuestros, incluyendo aquellos que nos echan en cara. Después, ponderar con objetividad ambas listas, verás qué resultados tan sorprendentes.

A continuación, hablar, dialogar, sin regañar o regañando poco. Y después, muchos besos…. besísimos!