08 marzo 2022

Homenaje a la Mujer Ucraniana que salva a sus familias de la barbarie

Un planteamiento muy repetido, pero no por ello caduco, es que si la familia no se sostiene será muy difícil su crecimiento y el proyecto puede llegar a ser frustrado. Y la guerra puede ser un espacio para romper las familias por el asedio y la muerte. Frente a esto, el mundo entero está viviendo y viendo con sus ojos cómo el pueblo ucraniano, atacado por la Rusia de Putin, está salvando a las familias de la barbarie de las bombas y de la obcecación humana, de la represión y del pánico. A su vez contemplamos y participamos en darle la espalda al Sr. Putin, en muy pocos días.

La MUJER UCRANIANA está salvando a sus familias y hemos de tomar nota del valor de estas mujeres y madres que socorren a sus hijos bajo el fuego enemigo, por cualquier medio posible, incluso embarcando a su hijo de 11 años, solo, en un tren que recorrería 1200 kms. hasta llegar a un destino fuera de Ucrania, forjando así a un valiente para el futuro. 

La MUJER UCRANIANA sigue dando a luz a sus hijos, pero ahora en sótanos, sin anestesia, con dolor, lejos de las comodidades de las que seguramente gozaba. La MUJER UCRANIANA deja en tierra quemada a sus hijos varones mayores de edad y a sus esposos. Estas mujeres siguen adelante, son fuertes, forjadas por una historia llena de guerras, hambre y esclavitud.

A esta MUJER hoy, en el día tan trillado de la Mujer Trabajadora, hay que hacerle un homenaje, a esta MUJER UCRANIANA que está salvando a la familia, a los hijos, a los abuelos, a los primos y sobrinos.

Ellos, los hombres, con un gran espíritu patriótico, dan su vida por la libertad ante una ocupación injusta por un pueblo vecino, con un mandatario insaciable de sangre humana, abominable.

Pero es curioso cómo, en contrapartida, para el Sr. Putin también es importante la familia, a la cual puso a buen recaudo en Suiza, por supuesto yendo con tiempo para evitar diásporas o venganzas.

Que nuestro corazón humano se goce en la familia humana que es la Iglesia misma, pues Dios se hizo hombre porque quiso estar entre nosotros y lo hizo en una familia humana en la que fue posible que creciera el Hijo de Dios.

02 marzo 2022

Al inicio de esta guerra que no creíamos que íbamos a vivir

 

El 24 de febrero de 2022 inició Rusia la guerra contra Ucrania. A los seis días, el planeta continua perplejo con un conflicto bélico de grandes proporciones que parecía lejana para esta Europa que vivió guerras mundiales, civiles y exterminios en el siglo pasado y para un estado independiente como Ucrania que tiene derecho a tomar sus decisiones. Los dramas se repiten como en todas las guerras. Las mujeres y niños primero, y los hombres a luchar. Las mujeres también sabríamos hacer un cóctel Molotov o montar un arma. Pero la distribución de tareas por sexos siempre ha dado buenos resultados. Ellos son más fuertes físicamente, y nosotras muy perspicaces y capaces de realizar multitareas, y a la vez cuidar de nuestros hijos, como todos sabemos. No obstante, ya hay mujeres muchas y jóvenes que están en el ejercito o están recibiendo adiestramiento. 


Seguimos con ansia el asedio ruso de gran armamento, pero también observamos que crece el asedio económico, deportivo y moral que en nada le gusta a la oligarquía rusa. Con la resistencia ucraniana no contaba el Sr. Putin, ni con la fusión de intereses de todos los países de la Unión Europea.

El Sr. Putin, en pocos días, está arruinando a esa gran Rusia que ha gobernado directamente con músculo viril desde el año 1999. A pesar de ello, los que ahora están perdiendo millones de dólares y euros cada día, y viendo como el rublo se hunde, no se lo van a perdonar.

Y en este cordón de amor han surgido personas muy generosas que compran ropa, medicinas y comida para los más de 40 millones de habitantes que todavía siguen en Ucrania, en su tierra. En la medida de lo posible, hemos de asegurarnos que realmente tanta generosidad llegará a los ucranianos que viven en Ucrania.

Como ya indiqué, para hoy, Miércoles de Ceniza, 2 de marzo de 2022, el Santo Padre Francisco pidió a los creyentes y no creyentes del mundo que se sumaran a la Oración por la Paz en cualquier conflicto bélico y en Ucrania. Recemos mucho, unidos al Papa Francisco, pues no son tiempos de pamplinas ni tonterías, ni de adivinos ni adivinanzas. Juntos venceremos, la oración es un arma poderosa.

24 febrero 2022

El derecho a la Guerra según el Catecismo de la Iglesia Católica

La conducta de un cristiano católico ante las amenazas de guerra y la permisión del uso de la fuerza militar, está definida y orientada en el Catecismo de la Iglesia Universal, y es un referente para todos. No todo está permitido ni todo está justificado. Es por ello que los ciudadanos además de conocer la conducción de estos temas por parte de nuestros gobernantes tanto los del propio país como de las decisiones de la Unión Europea, deberíamos profundizar en la moral de nuestra conducta ante estas circunstancias.


Ucrania es un estado libre y mayoritariamente cristiano, católico y ortodoxo. Y hace muchísimos años que ha sido fruto del escarnio de sus vecinos rusos. Su gran riqueza natural es el cereal y su costa al Mar Negro, es decir, tiene salida al Mediterráneo. No obstante, para mi en este momento es el bienestar de las familias.

El zumbido de las sirenas previas a los ataques aéreos desestabiliza el ánimo y las piernas. Y solo esta mañana Rusia ha atacado, de forma especial, 74 objetivos militares ucranianos ¿Cuántas familias en pánico han huido a un refugio? ¿Dónde están ahora? ¿Podrán volver a sus casas? ¿Podrán enterrar a sus muertos? Su presente y futuro son inciertos, y el éxodo se hace inevitable.

El Santo Padre ha propuesto para el próximo día 2 de marzo de 2022 una jornada de Ayuno y Abstinencia por la Paz, en el Miércoles de Ceniza, al inicio de la Cuaresma. Podríamos meditar en ello, rezando por nuestros hermanos ucranianos.

Señalaría, además, que estudiemos los puntos del Catecismo referidos a la paz y a la guerra, que en el Compendio corresponde a:

480, ¿Qué exige el Señor a toda persona para la defensa de la paz?

481, ¿En qué consiste la paz en el mundo?

482, ¿Qué se requiere para la paz en el mundo?

483, ¿Cuándo está moralmente permitido el uso de la fuerza militar?

484, En caso de amenaza de guerra, ¿a quién corresponde determinar si se dan las anteriores condiciones?

485, ¿Qué exige la ley moral en caso de guerra?

486, ¿Qué es necesario hacer para evitar la guerra?

Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica


Tenemos tarea para ayudar a las familias ucranianas. Primero rezando y ofreciendo sacrificios, y después formándonos sobre la doctrina católica en temas de guerra y paz.

13 enero 2022

Los padres en busca del hijo, los abuelos en busca del nieto

 La lectura es un buen hábito para todos los miembros de la familia. Los libros y textos audibles también lo son, pues hay actividades cuyo desarrollo lo permiten. Millones de libros se han leído a lo largo de la historia de la humanidad, y en ellos, en muchas ocasiones, los autores han reflejado su semblante biográfico, sus aspiraciones, deseos, y, en los mejores, una gran creatividad y capacidad de expresión, lenguaje y descripción, gracias al bagaje de todo aquello que también han leído y vivido a lo largo de la vida. Por ello, esos mejores autores nos sorprenden con historias no vividas por ellos mismos sino por otros que incluso no han conocido, y, si cabe, no han existido.


Con los guiones de las grandes películas y de los peliculones, podemos tener esa misma impresión. Y a pesar de haber leído mucho o ser un cinéfilo al que nada le sorprende, hay títulos que vale la pena recordar.

Hoy me quiero referir a Kazuo Ishiguro (1954) un autor Premio Nobel de Literatura (2017), del que ya me embargó el corazón con Lo que queda del día, tanto el libro como la historia tan bien explicada adaptada al cine e interpretada por Emma Thompson y Antonny Hopkins. Así que con esa breve experiencia literaria con Ishiguro escogí El Gigante Enterrado (2015) con sensaciones extrañas, pero finalmente me atreví a comprarlo y por supuesto a leerlo. La información de la contratapa del libro lo deja claro. Pero nunca llegas a percibir, hasta que lo lees, aquellas impresiones que te empujan a desear que acabe la aventura de Axl y Beatrice, un matrimonio longevo y anciano que, ya siendo mayores, emprenden un viaje a pie en busca de su hijo. Las circunstancias se desarrollan en la Inglaterra de la Edad Media. En varias pequeñas aldeas, todos temen a los ogros y a los dragones, también temen las guerras entre sajones y britanos, a la persistente niebla y sobre todo temen al olvido de las cosas de la memoria. A lo largo del viaje se producen todo tipo de acontecimientos en aquellas bajas montañas, con un caballero del Rey Arturo, ejércitos lejanos, un monasterio de monjes, niños abandonados, miles de duendes, islas sospechosas, pero sobre todo el dragón hembra Querig. A partir de su encuentro con Axl y Beatrice, todo empieza a cambiar, sabrán por que en su aldea perdían la memoria y los motivos por los que su hijo se marchó. El final inesperado entre los más inesperados te hace alzar la voz y pedirle al autor que continue escribiendo, porque quieres saber mucho más de lo que ocurrió.


Por otro lado, al escoger una película o peliculón, Let Him Go (Uno de nosotros) (USA 2020) también puede ser garantía de acierto el reparto: Kevin Costner y Diane Lane. Ellos interpretan a un matrimonio de muchos años juntos que vivieron el auténtico drama de la pérdida de un hijo en un accidente. Dejó al morir a un hijo, un bebé precioso. La joven viuda se volvió a casar. Pero no acertó en escoger un nuevo marido, era un Weboy. Pronto observaron los abuelos (Costner y Lane) que el marido era violento. Sin mediar despedidas los Weboy huyeron de Montana y se fueron a Dakota, y los abuelos poco tardaron en emprender el viaje y la búsqueda de su nieto. Un western, sí, pero un drama impresionante. Ciertamente es conmovedor el sufrimiento de esos abuelos.

Tanto en un caso como en otro, un medio activo como la lectura de un libro ante un medio pasivo como la visión de una película, se pone en valor el Matrimonio, como enlace que une a un hombre con una mujer por largo tiempo, y el querer de ambos por unir a los miembros de la familia, luchando por ella hasta exponerse a perder sus propias vidas.

 

02 enero 2022

Seguiremos adelante, aunque sea contracorriente como patitos en un estanque


Bienvenidos de nuevo al inicio de un nuevo Año, estrenado en diferentes franjas horarias según rodamos alrededor del sol y sobre nosotros mismos, así nos mantenemos en la órbita del sol y del resto de los astros de nuestra Galaxia. Nos vemos tan poca cosa al mirar el cielo lleno de estrellas y de planetas tan lejanos, que no los vemos y, al intentar imaginarlo tampoco podemos. Sea como sea, contando el tiempo a partir del año (aproximadamente) en que nació Jesús, el Mesías, el Señor
ya estamos en el año 2022, el
Año de los Tres Patitos y el Estanque.

Este comentario lo oímos ¿Recordáis? al presentador y comentarista para España en el Concierto de Año Nuevo 2022 junto aquel mensaje de paz, unión y fraternidad para el mundo entero que pronunció el gran director del concierto Daniel Barenboim.

No sabemos qué experiencias viviremos, no hemos de preocuparnos, no dominamos nuestro devenir, no está en nuestras manos. Lo que está claro es que hemos de seguir adelante, aunque muchos cristianos tengamos que hacerlo contracorriente. No hay que desanimarse, pase lo que pase. Dios está de nuestro lado y a nuestro lado, aunque no lo veamos.

26 diciembre 2021

Carta a los Matrimonios del Papa Francisco

 CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

A LOS MATRIMONIOS
CON OCASIÓN DEL AÑO “FAMILIA AMORIS LAETITIA

Queridos esposos y esposas de todo el mundo:

Con ocasión del Año “Familia Amoris laetitia”, me acerco a ustedes para expresarles todo mi afecto y cercanía en este tiempo tan especial que estamos viviendo. Siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero más aún durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los más vulnerables. El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que estén experimentando.

Este contexto particular nos invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abrahán a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que Él mismo le mostrará (cf. Gn 12,1). También nosotros hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de “control”, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no sólo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales.

La relación con Dios nos moldea, nos acompaña y nos moviliza como personas y, en última instancia, nos ayuda a “salir de nuestra tierra”, en muchas ocasiones con cierto respeto e incluso miedo a lo desconocido, pero desde nuestra fe cristiana sabemos que no estamos solos ya que Dios está en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos.

Como Abrahán, cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas. Así, ya el noviazgo implica salir de la propia tierra, porque supone transitar juntos el camino que conduce al matrimonio. Las distintas situaciones de la vida: el paso de los días, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres, zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno. Una única vida, un “nosotros” en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos!

Queridos esposos, sepan que sus hijos —y especialmente los jóvenes— los observan con atención y buscan en ustedes el testimonio de un amor fuerte y confiable. «¡Qué importante es que los jóvenes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!» [1]. Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. Están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día. Este descubrimiento puede dar a sus hijos la fe y la capacidad de confiar en Dios.

Ciertamente, educar a los hijos no es nada fácil. Pero no olvidemos que ellos también nos educan. El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento. El educador es una persona que “genera” en sentido espiritual y, sobre todo, que “se juega” poniéndose en relación. Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada día tras día. Ellos necesitan una seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase.

Por otra parte, y como ya he señalado, la conciencia de la identidad y la misión de los laicos en la Iglesia y en la sociedad ha aumentado. Ustedes tienen la misión de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias.

También los matrimonios deben “primerear” [2] dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial; en particular, los «cónyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para ayudar a los más débiles, para anunciar que, también en las dificultades, Cristo se hace presente» [3].

Por tanto, los exhorto, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque «la corresponsabilidad en la misión llama […] a los matrimonios y a los ministros ordenados, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domésticas» [4]. Recuerden que la familia es la «célula básica de la sociedad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 66). El matrimonio es realmente un proyecto de construcción de la «cultura del encuentro» (Carta enc. Fratelli tutti, 216). Es por ello que las familias tienen el desafío de tender puentes entre las generaciones para la transmisión de los valores que conforman la humanidad. Se necesita una nueva creatividad para expresar en los desafíos actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, Pueblo de Dios.

La vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto —pero seguro por la realidad del sacramento— en un mar a veces agitado. Cuántas veces, como los apóstoles, sienten ganas de decir o, mejor dicho, de gritar: «¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?» (Mc 4,38). No olvidemos que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca. Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar. En otro pasaje del Evangelio, en medio de las dificultades, los discípulos ven que Jesús se acerca en medio de la tormenta y lo reciben en la barca; así también ustedes, cuando la tormenta arrecia, dejen subir a Jesús en su barca, porque cuando subió «donde estaban ellos, […] cesó el viento» (Mc 6,51). Es importante que juntos mantengan la mirada fija en Jesús. Sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podrán verlos desde otra perspectiva.

Sólo abandonándose en las manos del Señor podrán vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad (cf. 2 Co 12,9). Fue justo en medio de una tormenta que los apóstoles llegaron a conocer la realeza y divinidad de Jesús, y aprendieron a confiar en Él.

A la luz de estos pasajes bíblicos, quisiera aprovechar para reflexionar sobre algunas dificultades y oportunidades que han vivido las familias en este tiempo de pandemia. Por ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar. Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga. Recuerden lo que les escribí en Amoris laetitia retomando el himno paulino de la caridad (cf. nn. 90-119). Pidan este don con insistencia a la Sagrada Familia, vuelvan a leer el elogio de la caridad para que sea ella la que inspire sus decisiones y acciones (cf. Rm 8,15; Ga 4,6).

De este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas. Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprensión. Guarden en su corazón el consejo a los novios que expresé con las tres palabras: «permiso, gracias, perdón» [5]. Y cuando surja algún conflicto, «nunca terminar el día en familia sin hacer las paces» [6]. No se avergüencen de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes.

Sin embargo, para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil. Los problemas que ya existían se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables. Muchos han vivido incluso la ruptura de un matrimonio que venía sobrellevando una crisis que no se supo o no se pudo superar. A estas personas también quiero expresarles mi cercanía y mi afecto.

La ruptura de una relación conyugal genera mucho sufrimiento debido a la decepción de tantas ilusiones; la falta de entendimiento provoca discusiones y heridas no fáciles de reparar. Tampoco a los hijos es posible ahorrarles el sufrimiento de ver que sus padres ya no están juntos. Aun así, no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en Él un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una «casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 47).

Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a Él. Cristo “habita” en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca. Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la «casa sobre roca» (Mt 7,24).

A este propósito, permítanme que dirija una palabra a los jóvenes que se preparan al matrimonio. Si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la “valentía creativa” que tuvo san José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él. Así también ustedes, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que «a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener» (Carta ap. Patris corde, 5).No duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando.

Antes de despedirme, quiero enviar un saludo especial a los abuelos y las abuelas que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera aún más radical la soledad. La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, «esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor» [7].

Que san José inspire en todas las familias la valentía creativa, tan necesaria en este cambio de época que estamos viviendo, y Nuestra Señora acompañe en sus matrimonios la gestación de la “cultura del encuentro”, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo. Los numerosos desafíos no pueden robar el gozo de quienes saben que están caminando con el Señor. Vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría que viene del Señor!

Me despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y «en la fracción del pan» (Hch 2,42).

Y por favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes.

Fraternalmente,

Francisco

 

Roma, San Juan de Letrán, 26 de diciembre de 2021, Fiesta de la Sagrada Familia.

 


[1]  Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con Amoris laetitia (9 junio 2021).

[2] Cfr Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24.

[3]  Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con Amoris laetitia (9 junio 2021).

[4]  Ibíd.

[5]  Discurso a las familias del mundo con ocasión de su peregrinación a Roma en el Año de la Fe (26 octubre 2013); cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 133.

[6] Catequesis del 13 de mayo de 2015. Cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 104.

[7] Mensaje con ocasión de la I Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores “Yo estoy contigo todos los días” (31 mayo 2021).



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23 diciembre 2021

Nosotros felicitamos la Navidad

 

Queridos y queridas seguidores de este blog, os escribo esta felicitación tan especial de este año 2021, 


Sea cual sea lo que haya pasado y pasará, en Nochebuena celebramos el aniversario del hecho histórico del Nacimiento de Jesús. Él quiso entrar en nuestra historia y lo celebramos con júbilo y alegría. Quizás nos caerán lágrimas de soledad o quizás no, porque la vida ha sido generosa de amor y de paz. Pero la Navidad ni se apaga ni se olvida, pues a todos nos va bien.

Feliz Navidad para todos. Isabelita

21 noviembre 2021

Qué hacemos con nuestros difuntos

 

En todas partes del mundo, cada civilización, cada religión, cada costumbre en el paganismo… hace y dispone sobre los difuntos. Aquello de que descansen en paz es ciertamente difícil de entender en muchas ocasiones. Gracias a Dios, por muy difícil que se lo pongamos a Dios, se producirá la Resurrección de los Muertos y la Vida Eterna. Amén.

Sin embargo, debido a la multiplicación de posibilidades de lo que los vivos hacemos con nuestros difuntos, es necesario recordar a los cristianos una serie de indicaciones que nuestra Madre la Iglesia, dispuso y dispone para los restos mortales de nuestros difuntos.

Teniendo en cuenta las diversas posibilidades que nos ofrece el mercado funerario de hoy, los cristianos debemos saber lo que debemos hacer, y actuar con serenidad y calma, aunque nuestro difunto haya dispuesto otra cosa, pero si somos personas de fe, no hemos de temer por el hecho de hacer las cosas como Dios quiere y manda.


La cremación está de moda, y llevarse las cenizas a casa también. Se piensa en un principio que el ahorro del cementerio es importante, o que lo pague otro, o mil cosas más. Sin embargo, es una moda de las religiones o de los paganismos que no creen en un Dios Padre, ni en la Redención de Nuestro Señor Jesucristo, ni el éxtasis resultante del Espíritu Santo. Hacer un altar en casa y venerar las cenizas no lo hacemos los cristianos practicantes. Nosotros veneramos a los santos, a la Comunión de los Santos, y por encima de todo a la Virgen Santísima. Y solo a Dios adoramos, en el Santísimo Sacramento del Altar.

No es de recibo tirar las cenizas a un monte, o desde lo alto de la montaña más alta, o a un río, al mar, o en el puerto donde tenía la barca el difunto. Los muertos, aunque se hayan convertido en cenizas deben respetarse. Tampoco es de recibo compra un “Kit de cenizas”, que incluye unos minúsculos embudo, tornillo y destornillador para introducir en un colgante, anillo o pulsera un poco de la ceniza de nuestra persona amada. O convertir las cenizas en carbono puro para hacer una joya impactante. No.

Tengamos paz. Los vivos no hemos de dar trabajo con nuestros caprichos a los que nos sobrevivan. Tanto en un ataúd como en una vasija de cenizas, ¡enterremos a los muertos en los cementerios o en las iglesias! Actualmente, siguiendo una tradición muy antigua de la Iglesia Universal, muchas parroquias católicas están ofreciendo columbarios en su interior, aquellas que son grandes tienen más facilidades para construirlos, pues la Iglesia Católica no rechaza la cremación, por lo que ofrece en muchas iglesias esta posibilidad del columbario.

Estamos en el mes de noviembre, todavía. Un mes muy especial para rezar por nuestros fieles difuntos, incluso por aquellos que tuvieron una despedida pagana, o, como ahora se dice, civil. Dios nos juzgará por el amor, y con amor misericordioso.

 


 ¿Y qué ha dispuesto la Iglesia?

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Instrucción Ad resurgendum cum Christo
acerca de la sepultura de los difuntos
y la conservación de las cenizas en caso de cremación

 

1. Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario «dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor» (2 Co 5, 8). Con la Instrucción Piam et constantem del 5 de julio de 1963, el entonces Santo Oficio, estableció que «la Iglesia aconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos», pero agregó que la cremación no es «contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural» y que no se les negaran los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la «negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia»[1]. Este cambio de la disciplina eclesiástica ha sido incorporado en el Código de Derecho Canónico (1983) y en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990).

Mientras tanto, la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia. Después de haber debidamente escuchado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y muchas Conferencias Episcopales y Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado conveniente la publicación de una nueva Instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación.

2. La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: «Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce» (1 Co 15,3-5).

Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… también nosotros vivamos una nueva vida» (Rm 6,4). Además, el Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: «Cristo resucitó de entre los muertos, como primicia de los que durmieron… del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Co 15, 20-22).

Si es verdad que Cristo nos resucitará en el último día, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En el Bautismo, de hecho, hemos sido sumergidos en la muerte y resurrección de Cristo y asimilados sacramentalmente a él: «Sepultados con él en el bautismo, con él habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos»(Col 2, 12). Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Ef 2, 6).

Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: «La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo»[2]. Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: «La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella»[3].

3. Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados[4].

En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte[5], la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal[6].

La Iglesia, como madre acompaña al cristiano durante su peregrinación terrena, ofrece al Padre, en Cristo, el hijo de su gracia, y entregará sus restos mortales a la tierra con la esperanza de que resucitará en la gloria[7].

Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne[8], y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia[9]. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

Además, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras buenas»[10].

Tobías el justo es elogiado por los méritos adquiridos ante Dios por haber sepultado a los muertos[11], y la Iglesia considera la sepultura de los muertos como una obra de misericordia corporal[12].

Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos.

Mediante la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en las áreas a ellos dedicadas, la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.

4. Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo[13].

La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana»[14].

En ausencia de razones contrarias a la doctrina cristiana, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales, teniendo un cuidado particular para evitar cualquier tipo de escándalo o indiferencia religiosa.

5. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia»[15].

La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

6. Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

7. Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.

8. En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho[16].

El Sumo Pontífice Francisco, en audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 18 de marzo de 2016, ha aprobado la presente Instrucción, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 2 de marzo de 2016, y ha ordenado su publicación.

Roma, de la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de agosto de 2016, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.

Gerhard Card. Müller Prefecto +Luis F. Ladaria, S.I.
Arzobispo titular de Thibica
Secretario

 

 

29 octubre 2021

No queremos anuncios de Ideología de Género

 Queridos lectores y detractores, durante unas semanas este blog ha estado de alta en la selección automática de anuncios automatizados que, según Google para Blogger, tiene preestablecido para un tipo de blog como el nuestro dimematrimonio.com

Te seducen con el hecho material de que ganarás dinero… En breve tiempo, hemos observado que ese reclamo es una camama. Además, este gancho es un canal para infectar todavía más las redes de sociales de ideología de género, con el fin último de que la sociedad se componga de seres de sexo indefinido, destruyendo las raíces humanas naturales, para que adopten ese sexo por inventar. Nos hemos enfadado. Nos hemos dado de baja. No queremos contribuir al favorecimiento de la ideología de género.


He denunciado los anuncios firmados por susodichas ONG. Lo único que les preocupa son las relaciones sexuales entre hombres con hombres y mujeres con mujeres, en muchos países de AFRICA. Sin embargo, téngase en cuenta que el índice de mortandad por el Covid 19 es altísimo en África, porque la vacunación apenas llega a un 20%. Y esto en números globales, ¿Por qué no denuncian la ausencia del derecho a vacunarse?

La homosexualidad es anterior al Diluvio Universal, por lo tanto, no hay nada por descubrir. Estoy convencida de que a Amnistía Internacional (uno de los anunciantes) le importa bien poco los problemas que tengan los homosexuales, lo que les interesa es obedecer a las consignas del Nuevo Orden Mundial, el cual es mucho más nocivo para la sociedad que el comunismo, hemos de tenerlo claro. Desde hace muchos años están haciendo limpieza de seres humanos a través del aborto libre y de la eutanasia, y ahora utilizan la homosexualidad como herramienta para conseguir sus objetivos.

Como decía un amigo mío “Aviso a navegantes”.

 

22 octubre 2021

Matrimonio: Camino divino

 La Iglesia de Santa María de Montalegre está situada en el barrio del Raval de Barcelona, la cual se construyó a principios del siglo XX y toda ella, tanto su exterior como su interior, consta en el catálogo de la Ciudad como Patrimonio Histórico de Barcelona. Actualmente está en obras de rehabilitación, pero sigue celebrándose el culto, a pesar del andamiaje y otros objetos y máquinas utilizados en la construcción. Es significativa la gran grúa azul que la corona.



Y digo esto, porque el rector de Montalegre siguiendo las propuestas del Papa Francisco sobre el Año de San José y el Año de las Familias, dedica el editorial mensual a estos temas sugeridos.

El editorial correspondiente al mes de octubre de 2021 me viene como anillo al dedo para publicarlo tal cual en este blog. Por ello, el rector atendiendo a mi petición y dado su permiso, lo publico íntegramente. Al pie, indico el link donde consta publicado inicialmente, así como muchas otras cosas de interés que se publican en la web de Montalegre.

 

"Matrimonio: Camino divino

El amor humano, que conduce al matrimonio y a la familia, es un camino divino, vocacional, maravilloso, cauce para una completa dedicación a nuestro Dios. Cuando un hombre y una mujer se entregan mutuamente en un acto de donación plena manifestado ante Dios, la Iglesia y la sociedad emprenden un camino de santidad que les debería conducir al encuentro definitivo con Dios, es decir, al cielo.

El matrimonio y la familia son una vocación divina, una llamada a vivir la vida de la gracia en plenitud. Dios llama a muchos bautizados a la vida matrimonial. De ahí que los esposos pueden afirmar con certeza que su unión esponsal es un camino divino, querido por Dios desde el mismo instante de la Creación del hombre y la mujer.

Con la venida al mundo del Hijo de Dios, además, el matrimonio ha sido elevado a sacramento, santificando la vida matrimonial y familiar. El Señor otorga a los esposos la gracia necesaria para que, juntos, recorran el camino que conduce a la vida eterna.

Cristo ha hecho del matrimonio un camino divino de santidad, para encontrar a Dios en medio de las ocupaciones diarias, de la familia y del trabajo, para situar la amistad, las alegrías y las penas –porque no hay cristianismo sin Cruz–, y las mil pequeñas cosas del hogar en el nivel eterno del amor.

La vida matrimonial y familiar no es instalarse en una existencia segura y cómoda, sino dedicarse el uno al otro y dedicar tiempo generosamente a los demás miembros de la familia, comenzando por la educación de los hijos, para abrirse, a continuación, a los amigos, a otras familias, y especialmente a los más necesitados. Pidamos a Nuestra Señora del Rosario por la santidad de la Familia.

Mn. Xavier Argelich "

 Editorial, Matrimonio: Camino Divino. Web de Montalegre

18 octubre 2021

En el matrimonio, crímenes por aburrimiento

 No es recomendable la serie canadiense FELIZMENTE CASADOS (Canadá 2020 C’est comme ça que je t’aime) pues es amoral, frívola y guarra. Sin embargo, quiero destacar de ella muchas cosas. En primer lugar, me gustaría pensar que el relato y la puesta en escena pretende explicar el cómo desde el seno de una familia se puede iniciar una estructura de pecado a la que se unen otras y variadas personas en el breve tiempo en que los hijos menores de dos matrimonios disfrutan de unas vacaciones de verano.


Ellos y ellas se aburren, sus pensamientos elaboran todo tipo de actos y acciones dignas de ejemplo para cada uno de los Siete pecados Capitales (soberbia, ira, avaricia, lujuria, gula, envidia, pereza) a base de cometer todo tipo de delitos y crímenes, por lo que infringen hasta lo más hondo Los 10 Diez Mandamientos de la Ley de Dios, y no solo los de la Iglesia Católica, sino también sus equivalentes en el derecho penal de países civilizados.

Uno ya sabe quién es el director, François Létourneau, pero sin duda es un fiel interesado de Tuenti Tarantino, todo con un toque de humor y mucha sangre también.

Tenemos a Huguet que siente deseos de matar a su marido, a partir de ese deseo acaba la serie con más de 18 asesinatos, contados. Tenemos también todos los pecados contra el matrimonio, promiscuidad, fornicación, enamoramientos a lo cupido, intercambios de pareja, homosexualidad, etc. Beben y se drogan, unos más que otros. Muchos de los personajes visten bañador, bikini, calzoncillos, camisón o sin camisa, pero como la historia se desarrolla en verano ¡en Quebec hace mucho calor!

Tienen pasión por una piscina de plástico instalada en el jardín de uno de los matrimonios. Ella es muy protagonista, pero acaba llena de heces humanas. También roban joyas por impulso, extorsionan, mienten, con todo ello se divierten. Al final, alguien con un resto de conciencia propone volver a la vida anterior que llevaban, solo quince días atrás.

En fin, podemos sugerir que si se visualiza se ha de ver con sentido crítico, e incluso como un ejercicio práctico para entender que, en el seno de un matrimonio, incluso por aburrimiento, se pueden cometer los peores crímenes. Nadie está fuera de las tentaciones del demonio.

06 octubre 2021

Vamos a rezar para salvar vidas

 Alrededor de estas fechas, los medios de comunicación suelen mostrar las informaciones estadísticas sobre el aumento de divorcios en España, en el año anterior. Pero este año 2021, marcado por las noticias de la pandemia y las vacunaciones, el fin de la guerra -por derrota- al cabo de 20 años de contiendas y muertes en IRAK, y ahora la erupción del volcán de la isla canaria de La Palma, hemos visto que en los informativos centrales poco se ha hablado o nada de esta circunstancia.

Los titulares son poco alentadores pues los matrimonios están más o menos igualados a las cifras de divorcios. No obstante, son cifras que muestran que el confinamiento no ha permitido moverse de otra manera. Me gustaría poder añadir cuántos matrimonios han visto roto el vínculo por defunción de uno de los cónyuges. ¡Creo que temblaríamos!

Las cifras que hemos leído son: 80.015 divorcios, separaciones y nulidades (-16%) frente a solo 90.416 matrimonios (-45,71%).

Sin embargo, las peores cifras son las del Aborto. En España ya se contabilizan 100.000 niños y niñas no nacidos, dados muerte en el vientre de su madre, en el mismo periodo del año 2020.


El poder diabólico de la ideología de género no tiene límites. En cambio, las colas para la adopción son interminables, también por los efectos de la pandemia. No hay que ayudar a la mujer a ir al abortorio, hay que ayudar a la mujer a que lleve el embarazo a término, y luego darlo en adopción. Hoy en día en todos los hospitales privados y públicos hay protocolos establecidos y sin complicaciones. O lo más bonito y natural sería que la madre tuviera a su hijo para siempre.

Está en marcha la campaña 40 DIAS POR LA VIDA, en toda España. En diversas ciudades se ha promovido esta campaña en la que los voluntarios y voluntarias que se han apuntado por grupos están día y noche rezando ante unas determinadas clínicas abortivas. El propósito es la conversión de las almas que entran en esas clínicas, tantos las madres como todos los empleados y empleadas. Se sabe del número de bebés salvados en otras acciones. Esto es muy importante. Y también muy gratificante.

De la campaña, se han hecho eco los medios incluso los comunistas. La gran noticia es que los manifestantes REZAN. Bien es cierto que en otras ocasiones se ha hecho mucho ruido. Pero ahora la expresión es rezar en silencio.

Y muchos sabemos que la oración es un arma poderosa.

03 octubre 2021

Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne

 Las lecturas de la santa misa de hoy, Domingo de la XXVII semana del tiempo ordinario, nos presentan el fragmento de la creación de la mujer, Eva, surgida de una costilla de Adán. A partir de ahí Dios los une, y les da la tierra para que la sometan y se multipliquen. Es un pasaje bíblico, de los más antiguos, en los que se explica de una forma maravillosamente simbólica el cómo creó Dios el núcleo de la familia que sostiene la humanidad, antes y ahora.

Y transcurriendo el Año de las Familias que finalizará en el mes de junio del año que viene, este texto tan sorprendente nos hace ver qué importante es para Dios este núcleo celular de la familia, el varón y la mujer unidos para siempre, en una entrega mutua, constante y recíproca.

Esta unión natural creada por Dios, Jesucristo la elevó a sacramento, y gracias a sus efectos se reciben muchas gracias divinas.

Pero como el diablo no hace vacaciones e incide en todos los ambientes, crea enemistades y conflictos en los matrimonios, tanto civiles como religiosos, haciendo uso de los instrumentos más temibles de la ideología género. Por ello, hemos de leer y releer el Evangelio de Jesucristo para no salirnos del camino.

Del Libro del Génesis 2, 18-24

En aquel día, dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”. Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.

Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo.

Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer. Se la llevó al hombre y éste exclamó:

“Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre”. Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.