06 julio 2020

Los amigos de mi familia


Nuestro amigo Fernando Sánchez Marcos murió en la madrugada del 4 de julio de 2020, después de sufrir siete años de una enfermedad tumoral que llevó con heroicidad y serenidad. Su esposa, mi querida amiga Pilar, ha estado una pieza angular en el sufrimiento de cada tratamiento, viviéndolo con entereza y esperanza en la paz de Dios junto a su esposo, el apoyo de sus dos hijos varones, incondicional en todo momento.


El funeral católico ha sido muy entrañable. La iglesia se ha llenado verdaderamente de amigos y familiares. La viuda nos ha regalado muchas sonrisas de agradecimiento por nuestra presencia. Los hijos, al final de la celebración eucarística, han hablado de su padre ¡tan bonito! que ya quisiéramos muchos que nos mereciéramos al morir, aunque sea una cuarta parte de lo que han referido de Fernando. El coro de voces femeninas, acompañado del organista, parecía que en su lugar cantasen los ángeles custodios que estaban con nosotros.

Se ha dicho de Fernando que le gustaba mucho viajar por el mundo con su familia, de congresos o con sus amigos. Recuerdo especialmente el viaje que hicimos con ellos a Normandía. Mi marido, muy amigo de Fernando, y él vivieron intensamente, durante una semana, todos los hechos ocurridos en aquella región aludiendo al Desembarco de las tropas aliadas durante la II Guerra Mundial del siglo pasado. ¡Qué buenos recuerdos aquellos! Y tantas otras celebraciones, excursiones, romerías, almuerzos y cenas en su casa, siempre llenas de un gran sabor de conocimiento y de respeto a la diversidad y a la globalidad, pero si dejar de seguir el camino arduo que nos señala Jesucristo.

Fernando, lo recordaremos todo y estaremos muy muy cerca de Pilar.



17 junio 2020

Los dramas cotidianos


Una vez más, el Cine nos lleva a vivir la tragedia del día a día, esa vida cotidiana, llena de todo lo que queráis. Y en ocasiones, te sientes de tal manera que aguantas hasta el final del film, pues quieres comprobar si el guionista ha tramado un final coherente con la realidad, de lo contrario preferirías una historia de princesas que ya sabes cómo acaba.

La sinopsis de “Salvar o morir” (Francia, 2018) refiere unos hechos reales de un bombero que vive en París. Durante la intervención en un incendio, arriesga su vida por salvar a sus compañeros. Cuando se despierta del coma en un centro de tratamiento de quemados, se da cuenta de las graves consecuencias de su accidente. Tendrá que aprender a vivir con las secuelas, a aceptarse y a ser ayudado. En esta historia, es una pieza muy importante su esposa y sus dos hijas, también su madre y hermanos, es decir la familia. Ambos son jóvenes, con una vida de amor y proyectos por delante, pero todo se rompe. El presente parece una pesadilla y el futuro inexistente.

¿Cuántas veces habéis oído, leído, vivido una historia así? Un accidente de cualquier tipo u origen, una enfermedad grave, o esta misma pandemia de la Covid19 que ha destruido puestos de trabajo, matrimonios, familias, proyectos, negocios, empresas, estudios, etc. Pues este es el drama de la película en la que parece que seas uno más de la familia.

Ahora, fuera del film, hay que seguir o volver a empezar de otra manera. Ha sido un antes del 14 de marzo de 2020, cuando se declaró el Estado de Alarma en nuestro país y similares emergencias en el resto de Europa. El después es incierto e inseguro, pero no hay que desfallecer, es la nueva posguerra que nos toca vivir.



04 junio 2020

En el dominio de nosotras mismas


Los ¡Vivas! al ocho de marzo que estos días jalean los políticos en busca de responsables por no haber declarado el Estado de Alarma quince días antes de aquellas manifestaciones y asambleas multitudinarias, nos trae a colación, nuevamente, aquellas reivindicaciones feministas y/o feminazis, que lo más bonito que se ensalza del hombre es que se le cuelgue de un palo y jadee hasta la muerte. Vamos mal si lo que queremos es un futuro con hombres eunucos y niños a la carta.

¡Tantos siglos y siglos que hace que la mujer trabaja! Que para mi es una vergüenza que se siga con esa cantarela, también es una vergüenza que se cante que la mujer quiere llegar a casa sola y borracha y que no le pase nada. Mal vamos, si esa mujer que está que se cae, no tenga amigas que la cuiden y la lleven a casa sin peligro, pues hay más peligros que un criminal que la viole. Pues no todos los hombres son criminales y violadores.

Tanto ellos como nosotras, no debemos darle al cuerpo todo lo que pide. Por poner ejemplos de moda: ingerir bebidas alcohólicas hasta medir un cólico hepático, ejercitar la sexualidad sin dominio de si, consumir drogas para perder el sentido de la realidad, comer hasta saciarse, perder la virginidad en una carrera entre amigas, consumir medicación anticonceptiva para poder follar más, tener un amante para experimentar qué pasa, o cuando te van a descubrir ¿Esto es la libertad de la mujer? 


La mujer, a cualquier edad, puede desorientarse y equivocarse de la dirección de lo que es bueno. Nadie de nosotras está exenta de esas tentaciones, por ello nos hemos de educar en el dominio de nosotras mismas, esta es nuestra libertad, siempre con la ayuda de Nuestra Madre la Virgen Santísima, pues si pretendemos ir solas por este camino, no lo conseguiremos.

Después de esta reflexión, podéis clicar en unos de esos vídeos recurrentes del pasado 8 de marzo de 2020 en el que llegados a este punto habremos de pedir perdón a los hombres por la constante criminalización que les hacen muchísimas mujeres. No es contrapuesto a eso de llegar a casa sola y borracha, pero es otro punto de vista, tal cual y en el ejercicio de la libertad de expresión.





17 mayo 2020

El Cuento Chino de Jackie Chan


En la globalización, el exotismo del Oriente se ha desvanecido. Los manjares de los países más orientales los encontramos a la vuelta de la esquina de nuestra casa, y han dejado de ser manjares para pasar a ser, en algunos casos, repugnantes, porque en nuestra retina se nos ha quedado el guiso de murciélago al curry que contiene el Covid 19 y el cerdo con SARS en caldo. Así que volvemos a la dieta mediterránea, que es de confianza y más sana en todos los sentidos, pero también si cumplimos las normas sanitarias adecuadas para cocinar.

No obstante, hay quien se resiste y nos explica Cuentos Chinos de nunca acabar, llenos de vuelos de ninfas y dragones voladores, y de benefactores que combaten para destruir el mal, el Yin y el Yan para conseguir el equilibrio.

Recuerdo que era común en la conversación de hace cincuenta años, decirle a quien sea que explicase algo inverosímil que aquella historia, noticia o referencia se trataba de un cuento chino porque parecía poco menos que fantasioso.

En este blog creo haber hecho referencia al ballet maravilloso SHEN YU, en cuyos espectáculos se representan cuentos chinos de la época imperial china o creados dentro de imaginaciones asombrosas. Pero lo que ha sido sorprendente, es una de las películas recientes de JACKIE CHAN. Este actor y director chino, de Hong Kong, que nos tiene habituados a películas de buenos y malos, de ladrones y policías, y de grandes acrobacias de artes marciales, en este film se ha traslado a un mundo de fantasías, de colores, de bellezas de cuento, de montañas colgantes, de almas que vagan porque son demonios que no quieren serlo, de amor, mucho amor, y de ¡nunca acabar!, pues cuando tu le ves el fin, el cuento prosigue. Me refiero a EL CABALLERO DE LAS SOMBRAS (2019)

¡No os la perdáis ¡Es para toda la familia, hasta los más pequeños se quedarán absortos!

07 mayo 2020

Desde casa limpiamos el planeta

Nos está sorprendiendo la naturaleza, en estas semanas de confinamiento, cómo ha rebrotado de una manera espectacular. Los que llevan los cálculos y datos nos han dicho que la polución ha bajado en un 60% aproximadamente en nuestro país. En este tiempo, hemos visto como han campado a su aire muchos animales semisalvajes y salvajes por nuestras ciudades y pueblos. Y aunque se haya iniciado la desescalada, en sus diversas fases, muchos desearíamos que esa limpieza del aire se conservase al máximo.

Téngase en cuenta que la polución que generaban los miles de vuelos que despegaban y aterrizaban hasta que se cerró el espacio aéreo, era superior a la de los vehículos a motor de gasolina y gasoil. Por eso el aire está tan limpio y huele todo de otra manera. Esto es muy significativo.

Y es curioso como aquella niña, Gretta se llama, que los medios de comunicación nos la presentaron como la salvadora del planeta, ahora se le ha acabado su discurso pues el planeta se está limpiando, pero no con sus métodos sino con otros, ciertamente extraños, como son la pandemia del Covid19. A los papás de esta niña, que la utilizaron hasta que se escondió, se les ha acabado el negocio.

No obstante, los ciudadanos de a pie, podemos seguir vaciando nuestros hogares de objetos de plástico, adquiriendo, cuando sea necesario, productos elaborados con otros materiales; hemos de seguir limpiando a fondo nuestros hogares, puestos de trabajo, empresas, espacios libres y mantenerlos libres de polvo y miserias. La limpieza es aliada de la salud, propia y ajena. Y la prevención también.

Ahora ya lo sabemos, la naturaleza es muy agradecida a los gestos limpios que hagamos para salvar el planeta, trocito a trocito, empezando por nuestro hogar. De paso, aprovecharemos el tiempo al quedarnos en casa, pues todavía nos queda por practicar un buen tramo de paciencia para poder disfrutar de unas vacaciones de campo y playa.


A modo de apunte, véase en la foto de la Plaza de San Pedro del Vaticano, que hasta hace pocos días se mantenía cerrada al público, cómo han salido las plantas por las ranuras de las grandes piedras que recubren el suelo. Esta curiosidad se la agradecemos a nuestro amigo arqueólogo D. Javier, que vive en Roma, y que ha tenido la amabilidad de enviársela a mi marido.

28 abril 2020

Denunciado por exceso de velocidad



Es conmovedora la empatía que produce siempre la noticia creada a partir de la realidad humana del día a día. Ayer supe como la hija de una amiga mía, desde el primer día del confinamiento, se quedó a vivir en el domicilio de la señora mayor que cuidaba, en lugar de estar en su casa disfrutando de sus hijos y de su madre, que como buena abuela es quién cuida de sus cuatro nietos, una abuela fuerte y ejemplar, como muchas otras. Esto me recordó el caso de los trabajadores de una residencia de mayores que para que nadie se contagiara del Covid19 se quedaron con los residentes, renunciando a estar con sus familias respectivas, pero con el ánimo de proteger a los que hoy son los más débiles, cuando en otros tiempos construyeron nuestro país. 

Así las cosas, y haciendo memoria de vídeos vistos hace bastantes meses, rebusqué en mis archivos digitales y encontré un caso, conmovedor también, de un hombre muy mayor que, a pesar de sus años y sus pesares, cuida de su hijo. Fue denunciado por exceso de velocidad en zona escolar.

Te invito a que hagas un clik, son dos minutos.


  

16 abril 2020

Bueno es, seguimos juntos


En estos días de confinamiento, hemos celebrado mi marido y yo un nuevo aniversario de boda, una nueva afirmación de nuestro compromiso dado, en aquel año en el que el referéndum nacional aprobara la Constitución en España, en aquel año en el que la Iglesia tuvo tres Papas, San Pablo VI, Juan Pablo I y San Juan Pablo II, un año de muchos cambios en nuestro país, en la Iglesia y en nosotros también. Y todo ha seguido cambiando. Es el ciclo de la historia y de la vida.


Los avatares que siempre hay en todas las familias, a buen tiempo o con marea, se han ido superando, rezando y pidiendo gracias a Dios para ello. Como siempre se dice, y es cierto, no es fácil, pero si existe amor hondo en cada uno de los dos, se puede ir superando todo. Muchos matrimonios lo saben, otros creen que lo saben y otros se rompen para siempre. Y no hay que darle más vueltas. Nadie es perfecto, pues lo es sólo Dios.

Y ahí vamos, recordando qué hicimos en esta misma fecha el año pasado y otros muchos, y el resumen es que seguimos juntos.

Así que en estos días de pandemia podemos los matrimonios ahondar en temas en los que no hayamos tenido valor o tiempo para platicarlos. Pero, por favor, que de nuestras bocas salgan muchos corazoncitos y ningún dardo envenenado. Pues para planificar viajes y vacaciones siempre estaremos a tiempo, las ganas son sobradas.

Qué hacemos en tiempos de pandemia



La calle donde vivo es peatonal. Antes del confinamiento era un paseo donde transitaba mucha gente, arriba en dirección montaña, abajo en dirección el mar, como una rambla. Tanto bullicio convocaba a llenar las terracitas, las cafeterías, las tiendas de ropa, de telefonía, de alimentación, farmacias, etc. Ahora en este barrio se cumple el confinamiento, no obstante, a modo personal. Hay quién saca a pasear al perro cuando aplaudimos a las 8 de la tarde, se sienta en un banco y pasa un ratito de ruido y música que rompen la monotonía del silencio. O se lía un cigarrillo delante de la persiana de un local cerrado, medio a escondidas, se lo fuma, y está un breve tiempo sin que nadie le moleste. O el típico ciudadano comprando a todas horas, o bajando la basura como está mandado. Todo dentro de la normalidad, contemplándolo desde mi ventana y haciendo lo propio.

Nadie denuncia. Hay que ponerse en la piel de cada uno. Pues para otras cosas y altercados ya están los policías.

Pero se dio el caso que el otro día, llovió. Fue insólito. Por lo visto los perros no precisaban salir a la calle ni a orinar ¡tan siquiera! No vi un perro, ni dos ni tres. Las colas del supermercado y la tienda de congelados, que suelen ser largas, eran inexistentes. La quiosquera, bajó la persiana. Tiempo desapacible. Así que se produjo un confinamiento pluscuamperfecto, como en pleno ferragosto a la hora más alta de sol, que ni los perros salen a pasear pues se le quemarían las plantas de sus patitas.


Al lado de la tienda de congelados, haciendo esquina con otra calle peatonal abierta recientemente, tenemos un comercio de ropa de casa. La que lo regenta, desde hace muchos años, se llama María Ángeles. No puede abrir su modus vivendi porque de momento estos comercios no están en la lista de la desescalada del confinamiento. Sin embargo, María Ángeles se ha puesto a coser y coser y ha elaborado, a su cargo, mil seiscientas mascarillas de ropa de algodón con goma blanca y las regala a quien le pide, vecinos o transeúntes anónimos, una mascarilla por persona que tiene que salir a la calle. A mí también me regaló mascarillas para mí y mi familia, y no me quiso cobrar de ninguna de las maneras. ¡¡Gracias!!

Hemos visto en los medios de comunicación e Internet muchas noticias parecidas a esta, pues la generosidad es abundante en tiempos difíciles y cada uno hace lo que sabe, además llena más el corazón dar que recibir. Por estas personas generosas, también seguimos aplaudiendo desde nuestras ventanas cada día. 

Y sin desfallecer, que va quedando menos.

Tengamos la alegría que nos infunde el Espíritu Santo, la cual no se trata de un subidón de emociones, sino de un gozo interior en esta Pascua de Resurrección.


05 abril 2020

Limpiar los productos al volver de la compra


Fluyen constantemente ideas para ayudarnos a vivir mejor este confinamiento y evitar contagiarnos del covid19. Este vídeo es muy gráfico para las personas que salen de su casa y vuelven a entrar después de hacer la compra doméstica, la farmacia y poco más.

Ahora que tenemos tiempo, deberíamos repasarlo varias veces ya que se trata de un nuevo proceso higiénico que hemos de incorporar a nuestra vida y a los productos que hemos adquirido.




En el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan


Hoy estamos celebrando el Domingo de Ramos, desde la Iglesia Oriental hasta la Occidental. Los millones de católicos del planeta han seguido este inicio de la Semana Santa a través de los medios de comunicación a los que hayan podido tener acceso, televisión, radio o Internet. Otros muchos, en medio del dolor y la angustia, desde sus camas en los hospitales.

El Santo Padre Francisco, desde la Basílica de San Pedro del Vaticano, ha presidido una celebración insólita de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con una liturgia sobria y mínima, en un templo majestuoso con apenas unas cuantas personas, diseminadas en unos pocos bancos, acompañaban al Santo Padre. 

Nos ha bendecido a todos y en su homilía ha incidido en la situación en la que estamos viviendo.

¡Alabado sea el Señor! ¡Hosanna en el cielo!





HOMILÍA DEL SANTO PADRE Francisco
Basílica de San Pedro

XXXV Jornada Mundial de la Juventud
Domingo, 5 de abril de 2020




"Jesús «se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo» (Flp 2,7). Con estas palabras del apóstol Pablo, dejémonos introducir en los días santos, donde la Palabra de Dios, como un estribillo, nos muestra a Jesús como siervo: el siervo que lava los pies a los discípulos el Jueves santo; el siervo que sufre y que triunfa el Viernes santo (cf. Is 52,13); y mañana, Isaías profetiza sobre Él: «Mirad a mi Siervo, a quien sostengo» (Is 42,1). Dios nos salvó sirviéndonos. Normalmente pensamos que somos nosotros los que servimos a Dios. No, es Él quien nos sirvió gratuitamente, porque nos amó primero. Es difícil amar sin ser amados, y es aún más difícil servir si no dejamos que Dios nos sirva.

Pero, una pregunta: ¿Cómo nos sirvió el Señor? Dando su vida por nosotros. Él nos ama, puesto que pagó por nosotros un gran precio. Santa Ángela de Foligno aseguró haber escuchado de Jesús estas palabras: «No te he amado en broma». Su amor lo llevó a sacrificarse por nosotros, a cargar sobre sí todo nuestro mal. Esto nos deja con la boca abierta: Dios nos salvó dejando que nuestro mal se ensañase con Él. Sin defenderse, sólo con la humildad, la paciencia y la obediencia del siervo, simplemente con la fuerza del amor. Y el Padre sostuvo el servicio de Jesús, no destruyó el mal que se abatía sobre Él, sino que lo sostuvo en su sufrimiento, para que sólo el bien venciera nuestro mal, para que fuese superado completamente por el amor. Hasta el final.

El Señor nos sirvió hasta el punto de experimentar las situaciones más dolorosas de quien ama: la traición y el abandono.

La traición. Jesús sufrió la traición del discípulo que lo vendió y del discípulo que lo negó. Fue traicionado por la gente que lo aclamaba y que después gritó: «Sea crucificado» (Mt 27,22). Fue traicionado por la institución religiosa que lo condenó injustamente y por la institución política que se lavó las manos. Pensemos en las traiciones pequeñas o grandes que hemos sufrido en la vida. Es terrible cuando se descubre que la confianza depositada ha sido defraudada. Nace tal desilusión en lo profundo del corazón que parece que la vida ya no tuviera sentido. Esto sucede porque nacimos para amar y ser amados, y lo más doloroso es la traición de quién nos prometió ser fiel y estar a nuestro lado. No podemos ni siquiera imaginar cuán doloroso haya sido para Dios, que es amor.

Examinémonos interiormente. Si somos sinceros con nosotros mismos, nos daremos cuenta de nuestra infidelidad. Cuánta falsedad, hipocresía y doblez. Cuántas buenas intenciones traicionadas. Cuántas promesas no mantenidas. Cuántos propósitos desvanecidos. El Señor conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos, sabe que somos muy débiles e inconstantes, que caemos muchas veces, que nos cuesta levantarnos de nuevo y que nos resulta muy difícil curar ciertas heridas. ¿Y qué hizo para venir a nuestro encuentro, para servirnos? Lo que había dicho por medio del profeta: «Curaré su deslealtad, los amaré generosamente» (Os 14,5). Nos curó cargando sobre sí nuestra infidelidad, borrando nuestra traición. Para que nosotros, en vez de desanimarnos por el miedo al fracaso, seamos capaces de levantar la mirada hacia el Crucificado, recibir su abrazo y decir: “Mira, mi infidelidad está ahí, Tú la cargaste, Jesús. Me abres tus brazos, me sirves con tu amor, continúas sosteniéndome... Por eso, ¡sigo adelante!”.

El abandono. En el Evangelio de hoy, Jesús en la cruz dice una frase, sólo una: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Es una frase dura. Jesús sufrió el abandono de los suyos, que habían huido. Pero le quedaba el Padre. Ahora, en el abismo de la soledad, por primera vez lo llama con el nombre genérico de “Dios”. Y le grita «con voz potente» el “¿por qué?”, el porqué más lacerante: “¿Por qué, también Tú, me has abandonado?”. En realidad, son las palabras de un salmo (cf. 22,2) que nos dicen que Jesús llevó a la oración incluso la desolación extrema, pero el hecho es que en verdad la experimentó. Comprobó el abandono más grande, que los Evangelios testimonian recogiendo sus palabras originales.

¿Y todo esto para qué? Una vez más por nosotros, para servirnos. Para que cuando nos sintamos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, sin luz y sin escapatoria, cuando parezca que ni siquiera Dios responde, recordemos que no estamos solos. Jesús experimentó el abandono total, la situación más ajena a Él, para ser solidario con nosotros en todo. Lo hizo por mí, por ti, por todos nosotros, lo ha hecho para decirnos: “No temas, no estás solo. Experimenté toda tu desolación para estar siempre a tu lado”. He aquí hasta dónde Jesús fue capaz de servirnos: descendiendo hasta el abismo de nuestros sufrimientos más atroces, hasta la traición y el abandono. Hoy, en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan, frente a tantas expectativas traicionadas, con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón, Jesús nos dice a cada uno: “Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene”.

Queridos hermanos y hermanas: ¿Qué podemos hacer ante Dios que nos sirvió hasta experimentar la traición y el abandono? Podemos no traicionar aquello para lo que hemos sido creados, no abandonar lo que de verdad importa. Estamos en el mundo para amarlo a Él y a los demás. El resto pasa, el amor permanece. El drama que estamos atravesando en este tiempo nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve. Porque la vida se mide desde el amor. De este modo, en casa, en estos días santos pongámonos ante el Crucificado —mirad, mirad al Crucificado—, que es la medida del amor que Dios nos tiene. Y, ante Dios que nos sirve hasta dar la vida, pidamos, mirando al Crucificado, la gracia de vivir para servir. Procuremos contactar al que sufre, al que está solo y necesitado. No pensemos tanto en lo que nos falta, sino en el bien que podemos hacer. 

Mirad a mi Siervo, a quien sostengo. El Padre, que sostuvo a Jesús en la Pasión, también a nosotros nos anima en el servicio. Es cierto que puede costarnos amar, rezar, perdonar, cuidar a los demás, tanto en la familia como en la sociedad; puede parecer un vía crucis. Pero el camino del servicio es el que triunfa, el que nos salvó y nos salva, nos salva la vida. Quisiera decirlo de modo particular a los jóvenes, en esta Jornada que desde hace 35 años está dedicada a ellos. Queridos amigos: Mirad a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino son los que se dan a sí mismos para servir a los demás. Sentíos llamados a jugaros la vida. No tengáis miedo de gastarla por Dios y por los demás: ¡La ganaréis! Porque la vida es un don que se recibe entregándose. Y porque la alegría más grande es decir, sin condiciones, sí al amor. Es decir, sin condiciones, sí al amor, como hizo Jesús por nosotros."

Homilía del Santo Padre en el Domingo de Ramos 2020

03 abril 2020

Rezar por los difuntos del Covid19


Hoy, para los católicos, es el Viernes de Dolor, preludio de la Semana Santa que viviremos, como nunca hasta ahora, de forma diferente, probablemente con más intensidad y adheridos como lapas a la Cruz de Cristo.

Hoy rezaríamos el Vía Crucis y procesaríamos, por la iglesia a la que tengamos costumbre acudir, las 14 estaciones. Sin embargo, el Vía Crucis, este año está en las familias que no pueden enterrar a sus muertos, que no pueden ir a visitar a sus enfermos y en todas aquellas personas que colaboran para que no nos contagiemos, curando a enfermos, moribundos y recuperados. Un Vía Crucis de tantas personas que incluso sin ser creyentes, ayudan a Cristo a llevar su Cruz. Que Dios les conceda el don de la fe y de la conversión.

Todos y cada uno de nosotros, más que cifras, tenemos también algunos  nombres de personas que han muerto debido al Covid19, y que quizás iban a morir de otras enfermedades muy rabiosas, pero que en breve tiempo la muerte se los ha llevado por este coronavirus malicioso.


Tiempo habrá para determinar si su origen vuelve a ser, por cuarta vez, en China. Si en sus laboratorios experimentan con pangolines, arañas o murciélagos, como ya saben algunos. Si unos gobiernos u otros se equivocaron al tomar sus decisiones. O lo que sea. Lo cierto es que con datos más o menos optimistas de la disminución de las curvas, la gente se sigue muriendo a chorro hasta que la programación del Covid19 se detenga.

Hoy, pues, velando por este Vía Crucis que la humanidad entera está padeciendo, en la quietud de nuestro hogar, recemos un RESPONSO POR LOS DIFUNTOS MÁS CERCANOS y por todos los demás.

V/No te acuerdes, Señor, de nuestros pecados.
R/Cuando vengas a juzgar al mundo por medio del fuego.
V/Señor, Dios mío, dirige nuestros pasos en tu presencia.
R/Cuando vengas a juzgar al mundo por medio del fuego.
V/Concédeles, Señor, el descanso eterno, Y que les alumbre la luz eterna.
V/Señor, ten piedad.
R/Cristo, ten piedad, Señor, ten piedad.
Padre nuestro…
V/Libra, Señor, sus almas.
R/De las penas del infierno.
V/Descansen en paz.
R/Amén.


31 marzo 2020

Miles de millones de personas protegidas



La mitad de la humanidad está en casa recluida, encerrada, enclaustrada, o mejor dicho PROTEGIDA. Pues este confinamiento que se extiende por todo el planeta cada día suma a millones de personas en casa. Ni es un mal de unos ni consuelo de tontos. Es la preservación de la humanidad.


La historia ha explicado a lo largo de los siglos como las plagas y las pestes, las epidemias y pandemias, han eliminado a millones de seres humanos. Y desde tiempo inmemorial, la auto reclusión ha sido una medida necesaria para hacer descender y llegar a suprimir el contagio.

Por ello, somos unos privilegiados los que seguimos en casa sin haber enfermado hasta la fecha. También ya son miles de personas que han superado la enfermedad que genera el Covid19 y están en casa, pues como en casa, en ningún sitio.

Sintámonos felices pues la generación de los curados y la de los no enfermados tendremos la obligación de levantar y soportar el envite de la recuperación de esta humanidad que está en guerra contra un enemigo común e invisible.

No tengamos miedo, ¡lo conseguiremos entre todos!, y para la próxima pandemia estaremos mejor preparados.

26 marzo 2020

No podemos salir de casa huyendo un rato


Estamos en Casa, casi todos. Los que no tenemos obligaciones laborales, debemos mantenernos firmes en casa, y gracias a ello conservaremos nuestra salud y la de los demás. Para muchos, ya han pasado 12 días desde que Estamos en Casa. Si no hemos enfermedado del Covid19 querrá decir que no nos contagiamos antes de enclaustrarnos. Podemos dar Gracias a Dios por ello. No obstante, hay mucha gente en casa que está enferma. Por lo tanto, lo mejor es llevar una vida tranquila, no agobiarse, no pelearse, y si que hay que discutir, habrá que hacerse sin levantar la voz ni insultarse. No podemos salir de casa huyendo un rato por no poder aguantar más la discusión.

No es tiempo de peleas ni tan siquiera con los políticos, pues como se ha visto en Europa, ningún país estaba preparado para una guerra sin cuartel como la que está blandiendo este coronavirus.



Y como en estos días hablamos mucho más por teléfono, una amiga de mi edad y que hace unos años se divorció de su marido, me contó que ahora han vuelto a tomar contacto, solo telefónico, como si nada hubiera pasado en el pasado. Esta amiga me explicó que su ex le habló de la nulidad matrimonial, y le preguntó cómo veía el tema. Lola no supo qué contestar pues nunca había pensado en ello. No obstante, a pesar del tema planteado, siendo tan delicado y que le afectaba directamente, se le ha despertado el deseo de seguir hablando con él.

Quizá, pensó, y no erróneamente, que se trataba de un tema recurrente para reiniciar el contacto. Nunca se sabe, y además a nuestra edad, que para algunos es el inicio del camino hacia la soledad.

Por no querer entrar en detalles, ciertamente muy personales y dolorosos, le envié este artículo.