27 noviembre 2014

Tierra de penumbra

Es el título de una película en la que Antony Hopkins interpreta a un profesor de literatura de Oxford, intelectual, pensador, filósofo, buen tutor de sus alumnos, con muchas capacidades de estudio. Sin embargo es incapaz de reconocer en sí mismo la capacidad de amar. Y en esa discusión sobre el amor siempre se va a Dios y se le deja, pues no se entiende que Dios aun siendo Amor, consienta que el hombre, la mujer, la humanidad, sufran de manera indecible. La película es de 1993, está basada en hechos reales y se centra y en la época más trascendente del gran escritor Carl Lewis, o más conocido por Jack, pues era así como le gustaba que le nombraran. Lewis llegó a ser uno de los escritores más leídos del siglo XX, siendo sus obras una auténtica escuela de apostolado de la fe católica, entre ellas el ensayo llamado Tierra de Penumbra o Busqué a Dios y lo encontré.

Ya mayor, Lewis sintió dentro de sí que amaba a una mujer maravillosa, Joy  Gresham (Debra Winger), pero no sabía como decírselo, pero todo él, interiormente, vibraba por aquella mujer que llegó a ser su esposa, aunque por poco tiempo. En ese trance, en el que vive intensamente enamorado sobreviene el amor a Dios, la necesidad de rezar muchísimo a los pies de su esposa enferma. Rebrota en él la conversión y no dejará a Dios nunca más.

En este film, Hopkins me merece un gran respeto por su magnífica interpretación pues en la medida que se desarrolla el guión, su mirada, sus gestos, su nervio, su virilidad, se van transformando en la medida en que el amor va transformando a su personaje. Aunque sea calificada por los expertos como drama, es muy recomendable en todos los sentidos.


16 noviembre 2014

Familia de policías

O Blue Bloods,  así es el título de una serie de televisión cargada de historias vividas en New York, y no solo en Manhathan. La Jefatura de policía está a cargo de Frank Reagan (Tom Sellek), el cual proviene de una familia de policías de origen irlandés, por supuesto, en la que él es la segunda generación. La tercera generación es muy potente, con dos policías, uno de ellos de carácter fuerte, Danny Reagan (Donnie Wahlberg) que en la serie tiene una esposa enfermera y deliciosa; Jamie (Will Estes); y una fiscal, Erin Reagan  (Bridget Moynahan). A su vez tenemos a una cuarta generación de dos chavales y una chica, todos en edad escolar, que van aprendiendo los criterios de justicia basados en una moral recta, inquebrantable y cristiana. Y en la primera generación, tenemos al bisabuelo, Henry Reegan (Len Cariou), que también fue policía y director de la jefatura. Por lo tanto las historias de la familia siempre van ligadas a historias de policías y de crímenes que se producen en una ciudad que no deja de sorprendernos.

En esta serie se recalca que, aun en el ejercicio de una profesión de alto riesgo, la familia está siempre apoyándose, los unos con los otros. No se pierde detalle en ese sentido. Si es necesario, todos van al festival que se hace en los colegios, o viven en un hospital varias noches sin dormir por enfermedad o accidente de alguno de ellos, por poner ejemplos. Lo importante es la piña. Y en esa piña se producen muchas y muchas! discusiones, sobre todo profesionales. Pero a pesar de los choques, se quieren e intentan comprenderse en todas las circunstancias, teniendo en cuenta la variedad de caracteres de todos. Hay respeto a las decisiones personales y familiares y lo que le pasa a uno le afecta a todos. Realmente los guionistas han cuidado mucho este aspecto. Esto no quiere decir que todo acabe bien, pues los asuntos personales que un personaje lleva consigo no se resuelven en un solo capítulo, y los criminales no siempre van a prisión.  En cualquier caso, toda la familia se reúne para la cena de los domingos, una actividad que hacen muchas familias.


No hemos visto los casi 100 capítulos de las 5 temporadas, ni os cuento que los crímenes, los policías corruptos, la moralidad o inmoralidad de los asuntos criminales de la serie son parecidos a los de todas las series de buenos y malos. Pero a mí, en conjunto, lo que he visto me gusta mucho, pues la manera de resolverlo me parece diferente

11 noviembre 2014

Los cerezos en flor

Es el título de un libro sobre la evangelización del Japón, de José Miguel Cejas, y editado por Rialp. Está compuesto de una treintena de relatos personales de aquellas personas que fueron al Japón por impulso del beato Álvaro del Portillo, cuando era el prelado y padre en el Opus Dei, primer sucesor de san Josemaria, cumpliendo así el deseo del fundador de la Obra de dar a conocer a los japoneses el Opus Dei. Así como también de muchos japoneses convertidos al catolicismo. Cada relato sitúa al lector en un punto fijo del país del lejano Oriente y de su historia, pues algunos relatos refieren la llegada de los primeros evangelizadores al Japón, las persecuciones subsiguientes y la estabilización religiosa, así como hechos de la historia política y social de aquel país. Lo que más me conmovió fueron las referencias que hacen los protagonistas a sus antepasados.


En esos relatos personales hay referencias que me han interesado mucho como las del matrimonio en Japón. Uno de ellos es de Mieko Kimura, una mujer que vio muy claro que su vocación era la de entregarse por entero a Dios. Cuando se lo dijo a su madre, ésta enfada y perpleja exclamó: Mieko…qué locura es esa de no querer casarse… Y prosigue Mieko: Yo la comprendía, porque estaba rompiendo una tradición de siglos, en los que la mujer japonesa no había sido dueña de su propio destino: durante generaciones y generaciones los padres habían concertado el casamiento de sus hijas en cuanto cumplían los dieciocho años. La idea del matrimonio por amor parecía descabellada, como expresaba el antiguo proverbio: los que se juntan por la pasión, siguen unidos por las lágrimas. Las hijas debían respetar desde la infancia una jerarquía de obligaciones: primero obedecer a sus padres, luego a su marido; y si quedaban viudas, a su hijo mayor. Las casaban de blanco, color de luto, para simbolizar que morían para su propia familia. Ciertamente en los años sesenta ya había muchos padres japoneses que permitían el ren-ai-kekkon, el matrimonio por amor.

09 noviembre 2014

Esposo fue

Cuando un día vi como mi marido se desvanecía en la mesa de un restaurante, poniendo los ojos en blanco, pareciendo muerto, se me vino el mundo encima. Era real, nos estaba pasando a nosotros, no era una escena de una película que había visto tantas veces. Grité su nombre un montón de veces, le abofetee, nunca lo había pegado, gracias a Dios!, ni él a mi. Surgieron de las mesas dos médicos, se rehízo. Llegó la ambulancia. Salimos corriendo, yo con mi coche, sola, detrás sin perder de vista el número de la ambulancia. Un rato, conduciendo saltándome los límites legales permitidos, que fue eterno. Ignoraba lo que ocurría en la ambulancia, si se había repetido lo que fuera o pasaba algo peor. Gritaba, rezaba, en apariencia sola, pero Dios no me dejaba de su mano. Siguieron unas horas de buena atención hospitalaria, de llorar, de llamadas telefónicas intensas , de gran apoyo de familiares y de amigos.

Fue un síncope. Y aquí seguimos poniendo remedio al origen del síncope. ¡Gracias a Dios! seguimos de la mano. Pero ¿Cómo me sentí? ¿Qué creía que sentía? ¿Cómo se sienten otras personas como en mi caso? Me sentí como la esposa que había sido de él pues dentro de mí noté como si me arrancaran por un momento algo mío, a mi esposo, con el que había compartido tantos años, los mejores de mi vida.

Y si fueron tan desgarrantes aquellos instantes, cuando sobreviene la muerte efectiva del marido o de la mujer, (o de otro ser querido, por supuesto) el dolor humano no lo podemos llegar ni a imaginar, pues no se puede medir, contar o pesar, incluso ni explicar. Pero es real y certero, y se ha vivir el duelo, digan lo que digan. 

Todos hemos visto en nuestro entorno viudas o viudos que siguen la vida tan cerca del que fuera su esposo o esposa, que se sienten como si todavía estuvieran juntos, aunque caminando a solas. Por ello, ver como en el lenguaje ese dolor es reducido a una sola palabra llamada “viudez” o “viudedad”, es decir, el pasado reducido a un nombre, a un presente nuevo, me produce un sentimiento extraño. Por eso prefiero llamar al supérstite como el Esposo que fue de… o la Esposa que fue de… Y así se debe porque este fue el epitafio de un esposo, el padre de una amiga mía, que dejó sus voluntades escritas –también la esquela-, y quiso que las esquelas que se publicaran a su muerte en los medios no dijeran que era viudo de tal señora, sino Esposo fue de… aquella bella mujer.

03 noviembre 2014

El purgatorio existe

Se inició el mes de noviembre para los cristianos con la celebración de la solemnidad de Todos los Santos, fiesta en la que la Iglesia católica invoca a todas las almas que gozan ya de la visión beatifica de Dios, cuyos nombres, en su inmensa mayoría, no conocemos. Se trata de aquellas personas cuya vida terrenal ha sido heroica y santa a los ojos de Dios. A continuación, se ha conmemorado el día de los Fieles Difuntos, dando paso a todo un mes de noviembre en el que la Iglesia propone rezar por todas las almas del purgatorio, es decir, por la Iglesia purgante. Pues el purgatorio existe, al igual que existe el cielo y el infierno.

En el purgatorio, el alma ya ha pasado el juicio particular con Dios y ha de purificarse antes de llegar a la contemplación absoluta con Él. Y en ese estado, las almas necesitan de nuestra oración para que se acelere la purificación. Pero como no sabemos si por quien rezamos ya ha purgado lo suficiente, Dios aplicará nuestra oración a las almas que lo necesiten. Y éstas a veces se manifiestan a los vivos adquiriendo formas sorprendentes y llamativas, constatando su existencia y su estado purgante.

Tanto es así que en Roma, en el siglo XIX, se construyó la Iglesia del Sagrado Corazón de las Almas del Purgatorio. Allí se puede visitar un pequeño museo de objetos que fueron marcados con fuego por almas del purgatorio. Y fue con fuego porque el fuego purifica. En las señales dejaron sus nombres u otros detalles de su persona y la fecha, encargando oraciones, es decir, sufragios, a personas determinadas que en aquellas fechas estaban vivas. Hay documentos, cartas, billetes de banco, hábitos y otras cosas. Son curiosidades que no son cuestiones de fe, y que cada uno crea lo quiera, pero que no se han de despreciar en ningún caso.


En contrapartida, las fiestas paganas han crecido de forma exorbitada invocando a los muertos vivientes, a los espíritus satánicos o a jugar a no se sabe qué con el fin de dar miedo. Pero no es bueno jugar con los espíritus ni buenos ni malos. A los espíritus se les ha de dejar en paz, además son actividades que nos alejan de Dios. Lo mejor, y de buen rollo, es rezar por los familiares que nos premurieron, quizá nuestro esposo o esposa, según el caso, los padres, hijos, hermanos o hermanas, abuelos o abuelas, y también por los amigos, colegas, vecinos… y esto sí que es bueno. Además, una vez en el cielo intercederán por nosotros.


* Las fotos son de la Iglesia del Sagrado Corazón de las Almas del Purgatorio, y su museo, en Roma.

26 octubre 2014

Sabemos que está mal

Muchas veces oímos canciones y no nos importa lo que dice la letra pues la música nos encanta, la oiríamos cien veces y nos gustaría todavía más, es bailable, sensual Uf! ¿Y qué más? Y puede darse el caso que explique una historia ciertamente inmoral. En ese sentido, y por poner un ejemplo, Billy Paul (que actualmente cuenta con 80 años), en el año 1972, situó su canción Me and Mrs. Jones en lo más alto del top de ventas, motivo que le mereció el premio Grammy. Se vendieron los discos como rosquillas y en todas las salas de fiestas o discotecas esa canción no paraba de sonar. Sin embargo, a pesar de que la música y la voz de esa canción son muy interesantes, la letra sigue siendo la historia viva de un adulterio, lo cual no es nada recomendable.

Actualmente esta canción, como muchas otras de éxito, forma parte de los repertorios de cantantes con voces muy atractivas como Michael Bublé. En la canción que hoy os presentamos, que está subtitulada al español, la voz, es decir Michael Bublé que al parecer ha cogido el relevo a Frank Sinatra, dice que …. Los dos sabemos que esto está mal…. Nos reunimos todos los días a tomar café… Hemos de ser cuidadosos…. Ella tiene sus obligaciones y yo también...

No obstante tomar café no es problema, sino lo que pudiera ocurrir después … Mejor no embarcarse en estos afers, que se comienza con acidez de estómago de tanto café y se acaba destrozando la familia. 

Me and Mrs. Jones con Michael Bublé

24 octubre 2014

Chistes matrimoniales

Y me contó una amiga que en su familia tienen un chat en el que entran todo el grupo de hermanos y cuñados, los casi veinte para explicar buenas y malas noticias o cualquier cosa de interés común. Recientemente ha corrido una corriente humorística. Han incorporado chistes de un entorno familiar, a cual más sórdido. Pero a pesar de ello, se ríen, porque todos tenemos dentro de sí, algo ácido que nos permite reír a pesar de que después se pase a la razón y digamos Qué fuerte!!! o Machista! o Ahí les ha dao.


Dice que una mujer, desde la ventana ve que el marido no puede entrar la llave de la puerta de la calle porque va bebido, y le grita:
  - ¡Así no! ¡con los dientes para arriba!
Y el marido levanta la cara, enseña sus dientes (un poco negros) al cielo y responde:
 - Pues así, tampoco.

(Uf!!!!)

Otro chiste... de un marido que llega a casa, no tiene las llaves… toca al timbre de la calle. Su mujer no le quiere abrir…Y él le dice por el interfono:
- Venga ábreme, que llevo un ramo de flores para la mujer más guapa del mundo!
- Bueno, bueno… en este caso te abro! Sube.
Llega a su piso…
- Hola cariño! Ya he llegado... Gracias por abrirme.
-Ya veo….Y ¿el ramo de flores? ¿Donde está?
-¿Eh? ¿Y la mujer más guapa del mundo?  ¿Donde está?

Además de reírnos, quizá algunas de nosotras nos tengamos que poner a
reflexionar pues si tu hombre, es decir tu marido, no te ve con buenos ojos cuando estáis en casa, lo mejor es no enfadarse, de momento, y a continuación mirarse al espejo con autocrítica e intentar mejorar en el aspecto. No se trata de ir al cirujano plástico, no favor! Se trata de ir por casa, por ejemplo, sin aprovechar cualquier camiseta o pantalón roto, manchado para el resto de su vida útil, pues las manchas  de pintura, lejía o cualquier otra cosa, ahí se quedarán por siempre; o sin peinar, alocada, gritando a toda la familia, soplando y resoplando como un equino y quejándose todo el día porque eres la única que trabajas. O en pijama descolorido y ajado, etc. Rectificar no cuesta dinero, pero cuesta mucho esfuerzo personal. Hay que renovarse, y en todo caso, después de revisar bien lo que tienes (tirar la mitad), comprar alguna cosa para estar mona y no dar susto al miedo. Pero sobretodo, renovarse por dentro para que el hecho de vivir en familia, como es natural, no suponga para nadie ni para ti misma, un esfuerzo añadido a todos los demás esfuerzos del día, sino una alegría y una ilusión renovados.

Y ellos, los maridos, lo mismo, que vemos a cada uno por la calle que yo los metería en ¡la lavadora! Así, entre los dos, se puede mejorar e intentar crear un hogar luminoso y alegre.