11 noviembre 2014

Los cerezos en flor

Es el título de un libro sobre la evangelización del Japón, de José Miguel Cejas, y editado por Rialp. Está compuesto de una treintena de relatos personales de aquellas personas que fueron al Japón por impulso del beato Álvaro del Portillo, cuando era el prelado y padre en el Opus Dei, primer sucesor de san Josemaria, cumpliendo así el deseo del fundador de la Obra de dar a conocer a los japoneses el Opus Dei. Así como también de muchos japoneses convertidos al catolicismo. Cada relato sitúa al lector en un punto fijo del país del lejano Oriente y de su historia, pues algunos relatos refieren la llegada de los primeros evangelizadores al Japón, las persecuciones subsiguientes y la estabilización religiosa, así como hechos de la historia política y social de aquel país. Lo que más me conmovió fueron las referencias que hacen los protagonistas a sus antepasados.


En esos relatos personales hay referencias que me han interesado mucho como las del matrimonio en Japón. Uno de ellos es de Mieko Kimura, una mujer que vio muy claro que su vocación era la de entregarse por entero a Dios. Cuando se lo dijo a su madre, ésta enfada y perpleja exclamó: Mieko…qué locura es esa de no querer casarse… Y prosigue Mieko: Yo la comprendía, porque estaba rompiendo una tradición de siglos, en los que la mujer japonesa no había sido dueña de su propio destino: durante generaciones y generaciones los padres habían concertado el casamiento de sus hijas en cuanto cumplían los dieciocho años. La idea del matrimonio por amor parecía descabellada, como expresaba el antiguo proverbio: los que se juntan por la pasión, siguen unidos por las lágrimas. Las hijas debían respetar desde la infancia una jerarquía de obligaciones: primero obedecer a sus padres, luego a su marido; y si quedaban viudas, a su hijo mayor. Las casaban de blanco, color de luto, para simbolizar que morían para su propia familia. Ciertamente en los años sesenta ya había muchos padres japoneses que permitían el ren-ai-kekkon, el matrimonio por amor.