09 julio 2013

En Rusia, la adopción está limitada


En medio de una campaña de arcoiris, carrozas, diversión y armarios, en Rusia están aplicando el sentido común de la ley natural. A modo de resumen de las noticias más recientes, comentamos que el pasado 3 de julio de 2013 el presidente ruso, Vladímir Putin, promulgó una ley que prohíbe la adopción de niños rusos por parte de homosexuales extranjeros y de solteros procedentes de países donde son legales las uniones entre personas del mismo sexo. La ley había sido aprobada unánimemente a finales de junio de 2013 por ambas cámaras del Parlamento ruso. Con ocasión de la reciente cumbre Rusia-Unión Europea, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, impulsor de la iniciativa legal, ya adelantó que promulgaría dicha prohibición si la Duma le presentaba la correspondiente iniciativa de ley. Rusia ha advertido que, antes de firmar nuevos acuerdos bilaterales de adopción con ciertos países, tendría en cuenta si estos han aprobado por ley el matrimonio homosexual.

España, es el tercer país que adopta más niños rusos tras Italia y Estados Unidos, y donde están permitidas las uniones homosexuales. A su vez, el Gobierno ruso se propone retirar la licencia a las agencias de adopción internacional que formalicen la acogida de un menor ruso por parte de una familia homosexual o de personas con una orientación sexual no tradicional.

Además, la nueva ley simplifica el procedimiento de adopciones al rebajar de 30 a 10 días el plazo de entrada en vigor de la decisión judicial y reducirá el número de enfermedades que impiden a una pareja adoptar a un niño. También incrementa de 13.000 rublos (400 dólares) a 100.000 rublos (unos 3.120 dólares) el subsidio por cada niño que el Estado concederá a las familias que acojan huérfanos inválidos o mayores de siete años.

Rusia aprobó también una controvertida ley que prohíbe la propaganda homosexual entre los menores de edad, que este colectivo considera que es una excusa para impedir la celebración de las marchas de orgullo gay.

Todo esto me produce una buenísima sorpresa, pues un país como Rusia que proviene de una revolución comunista, arraigada por varias generaciones, y tras guerras y batallas después de cien años, en el siglo XXI, nos sorprende con una ley que defiende la ley natural, basada en los designios de Dios al crear el mundo. No hay, pues, que perder la esperanza, por el bien de todos.