20 junio 2013

Mis queridos consuegros

Cuántas veces hemos leído historias de matrimonios que han sido convenidos por el bien de la unión de las casas reales, condados, países... castas… pues después de guerras y batallas se suscribían tratados o convenios, en los que, si se accedía al pacto, se hacía por medio de la unión matrimonial de miembros de ambas partes interesadas, así con esta fórmula, en muchos casos, se asumía el mandato de un territorio nuevo. La historia de muchos países de Europa se ha escrito de esta manera. Si bien esto ya no es común, todavía hay culturas donde se establecen enlaces por intereses familiares. En esos casos, los consuegros se conocen antes de que los novios se conozcan entre sí.
 
Pero en el mundo de hoy, lo normal es que los matrimonios se establezcan al margen de la opinión, buena o mala de los padres. En cualquier caso, al crearse ese nuevo matrimonio se incorporan nuevos familiares que no se conocen o no tienen interés ni ganas de conocerse, de momento.

Y en nuestro caso particular… ¿Qué sabemos de esos nuevos familiares que ni los propios novios han escogido, es decir, los padres de cada uno de ellos, o cuñados, por ejemplo? ¿Qué podemos hacer con estos nuevos familiares con los que compartiremos mesa muchas veces, y seremos abuelos y abuelas de los mismos niños, si Dios quiere?

Como cristianos que somos, nuestro primer mandamiento es el de la caridad, lo que significa, amar a los demás generosamente. Por lo que también hay que amar a los consuegros, tratarlos con cariño y respeto, intentando la amistad poco a poco, dejando la puerta abierta a las invitaciones familiares aunque digan habitualmente “no, gracias”. Llegará un momento en que se sentirán cómodos, y dirán "¡sí!" Por otra parte, aunque digan que “no, gracias”, no hay que tomárselo como un desprecio, ni pensar en enviarlos a paseo… ni cosas por el estilo. Lo que hay que demostrar es mucha paciencia y tranquilidad, pues lo que importa es que el matrimonio de nuestros hijos salga adelante, sin el estorbo constante de los padres quejándose de los consuegros, por cosas que objetivamente son tonterías. Y con el tiempo…se logran auténticas amistades que ni te podías imaginar, como mis queridos consuegros.




15 junio 2013

Hijos del prodigio de Dios

Todos somos hijos de Dios, creados por Él y a su imagen y semejanza, nacidos de los medios que Él mismo creó antes y predestinados así. Y desde los tiempos que Él sabe mejor que la ciencia, allí empezó la raza humana para el bien de Dios y de la humanidad. Siempre su mano creadora ha intervenido pues creó la naturaleza humana de tal forma que el mundo desde que es el mundo que conocemos se ha ido poblando sin fin. Sin embargo, a pesar de que seamos tan ciegos de no ser capaces de ver los prodigios de Dios, su diestra mano la impuso en aquél y en aquellos en los que depositó el origen de una gran descendencia, sin ser obstáculo la esterilidad manifiesta y propia de la edad de la mujer camino del envejecimiento. Pero si Dios creó el mundo y las almas, el tiempo, el presente y el futuro, convirtiendo todo en eterno, la esterilidad femenina no iba a ser tampoco ningún obstáculo, aunque sí lo es y lo era para los ojos humanos. Los prodigios de Dios se revelan en cada instante de nuestra respiración, de nuestra vida, y de nuestros ardientes deseos propios de la naturaleza humana, como lo es el deseo de nuestra proyección a través de la prole, de nuestros hijos y nietos. Por ello el deseo ardiente de tener hijos y la preocupación de que estos “no lleguen” han inquietado a muchos matrimonios desde los tiempos más antiguos de nuestra humanidad. Y la mano prodigiosa de Dios para conceder esa petición después de mucha entrega y oración a Dios, ha quedado reflejada en el Antiguo Testamento, como acto revelado por Dios y para efecto eterno de las generaciones humanas futuras.

Joseph Ratzinger, el Papa Emérito, en “La Infancia de Jesús” nos ofrece un estudio profundo de la encarnación, nacimiento e infancia de Jesucristo, no sin hallar la preparación y el anuncio a todo ello en la Sagrada Escritura. 

Allí leí la belleza de esos hijos prodigiosos de Dios, que por su amor vinieron al mundo para el bien de todos nosotros. 

Y en el apartado del anuncio a Zacarías sobre el mensaje del nacimiento del Bautista, Ratzinger escribe:


En primer lugar encontramos las historias similares de la promesa de un niño engendrado por padres estériles, que justo por eso aparece como alguien que ha sido donado por Dios mismo. Pensemos sobre todo en el anuncio del nacimiento de Isaac, el heredero de aquella promesa que Dios había hecho a Abraham como don: << Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara, habrá tenido un hijo … Abraham y Sara eran ancianos. De edad avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos. Sara se rió por lo bajo… Pero el Señor dijo a Abraham: “Por qué se ha reído Sara? … ¿Hay algo difícil para Dios?”>> (Gn 18, 10-14). Muy similar es también la historia del nacimiento de Samuel. Ana, su madre, era estéril. Después de su oración apasionada, el sacerdote Elí le prometió que Dios respondería a su petición. Quedó encinta y consagró su hijo Samuel al Señor (cf.1S1). Juan está por tanto en la gran estela de los que han nacido de padres estériles gracias a una intervención prodigiosa de ese Dios, para quien nada es imposible. Puesto que proviene de Dios de un modo particular, pertenece totalmente a Dios y, por otro lado, precisamente por eso está enteramente a disposición de los hombres para conducirlos a Dios.

13 junio 2013

Viudas santas

En el santoral de la Iglesia Católica podemos encontrar infinidad de nombres de hombres y mujeres de los que se ha constatado que a lo largo te su vida han vivido con heroicidad las virtudes humanas y la teologales. En el caso de mujeres santas, cuando buscamos sus imágenes en muchos casos las vemos vestidas de monjas, con el hábito pertinente de la orden religiosa en la que ingresaron y en la que se comprometieron con los votos de pobreza y castidad. Sin embargo, y esto es lo interesante, antes de tomar el hábito habían sido esposas y madres, habían vivido penalidades económicas,  destierros o guerras, y problemas del mundo como cualquier esposa, pero al enviudar, se retiraron a hacer oración, ensambladas para siempre con Jesucristo. Por eso la lectura de la vida de los santos nos acerca a la realidad de que se puede vivir la santidad en la rutina de cada día en el estado de un laico normal y corriente. Pues a pesar de tomar el hábito, al enviudar en los casos que cito a continuación vivieron la santidad antes de casarse, en el matrimonio y en la viudedad.

 
Vemos pues que santa Joaquina de Vedruna (Barcelona – España, 1873-1854) se casó a los 16 años, tuvo 9 hijos, muchos nietos y a los 33 años enviudó. A partir de esa fecha entró a formar parte de la orden  Carmelitas Calzadas y a los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad; al morir a los 71 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España. Se puede decir que fue una santa emprendedora y una gran mujer de oración.

Santa Rita de Cascia, (Cascia-Italia, 1381-1457) conocida en el mundo como la patrona de los imposibles, y de la que se hizo una película biográfica muy digna (2004), también se casó muy joven con un hombre que formaba parte de una de las dos familias rivales de la región, tuvo dos hijos varones, gemelos, que murieron de peste, después de conseguir a base de mucha oración la paz en la región donde siempre había peleas entre dos familias, al enviudar entró milagrosamente a formar parte del convento de Santa María Magdalena de la orden de san Agustín, en Cascia (Italia). Allí vivió hasta los 76 años, sufriendo los estigmas de Jesucristo, entregada a la oración y a las más exacerbadas penitencias. 

10 junio 2013

La noche toledana

Si alguien te anuncia que tiene un día toledano, hay que darle gracias por el aviso y a continuación mantenerse un poco alejado de él (o de ella) pues el horno no está para bollos. En ese sentido hay personas, en el fondo muy amables, que cuando están a punto de echarse a la yugular de alguien, aunque solo sea de palabra, lo anuncian. Ellos mismos se advierten que faltarán a la caridad en breves momentos. Sin embargo no siempre te encuentras a tu paso gente capaz de tanto auto control como de avisar de su mal humor, pues lo normal es saltar con los colmillos afilados al cuello del prójimo, sin motivo aparente, y les dura el mal rollo bastante tiempo, porque se ha perdido por su cuerpo la humildad, y no sabe que lo mejor es despertarla o reencontrarla en alguna vaso sanguíneo sin importancia. Claro está que esto nos puede pasar a cualquiera de nosotros pues cuando nos bulle la sangre, y en consecuencia nos sube la presión o la acidez de estómago o cualquier otro síntoma que indica que estamos encendidos como las brasas, somos capaces de herir a quien más queremos. El regañar con el esposo, con los hijos o con los amigos del alma le puede pasar al más santo o a la más santa, da igual la condición.

Así que en estos días de primavera en los que por fin despunta el calor (en este hemisferio) puede producirse, en sentido figurado ¡por favor! aquella expresión de una noche toledana. Y vete aquí que lo que ocurrió en Toledo (España) allá por los años 812, es decir en el siglo IX en plena invasión musulmana, fue que la ciudad estaba sometida a un tirano llamado Jusuf-ben-Amru que dependía del Califa. Ese tal Jusuf dirigía con tiranía y a su antojo la ciudad, poseyendo a las doncellas según su conveniencia. Los habitantes se revelaron y lo mataron. Ante esa grave revuelta el Califa tenía que enviar  otro gobernador. Amru, padre de Jusuf, pidió enmendar los errores de su hijo. Aquellas gentes de Toledo quedaron de acuerdo porque Amru gobernó con paz. En ese ambiente laxo, sin embargo, el gobernador montó un banquete nocturno, al cual acudieron gentes de bien y de la nobleza de todas partes de la comarca. En aquella noche cerrada, los invitados según iban caminando por aquellas callejuelas, fueron sorprendidos uno a uno, pasados por la espada y degollados, dejando un espectáculo esperpéntico y de terror. Se dice que 400 cabezas de sendos caballeros colgaban de las almenas del palacio del gobernador. Al amanecer de aquella ciudad, el sobrecogimiento fue espantoso, tanto es así que por siempre jamás quedó la frase de la noche toledana para el recuerdo de una noche de crueldad y de venganza.


Así que alerta! con las espadas en alto y además toledanas, vale más alejarse de ellas, buscar la humildad en uno mismo aunque esté en el sitio que más nos duela, y ponerla en práctica, teniendo en cuenta que la humildad normalmente es aquella desconocida y en ocasiones su ejercicio produzca daños colaterales.

05 junio 2013

Al rescate del valor del SI PARA SIEMPRE

Recogemos la noticia de la web aciprensa:


ROMA, 15 May. 13 / 07:15 pm (ACI/EWTN Noticias).- El Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Mons. Vincenzo Paglia, abogó por un cambio cultural que permita recuperar el valor y el sentido del “sí para siempre” que los esposos deben expresar al momento  de formar una familia en el matrimonio.

“Por desgracia hoy en día si das el ‘Sí para toda la 
vida’ a tu equipo de fútbol, es más aceptable que si lo das a tu marido a tu mujer”, denunció Mons. Paglia desde Roma el pasado 14 de mayo en un encuentro con los periodistas para anunciar su próximo viaje a Latinoamérica.

“Hace falta una reproposición cultural. Hoy día, ya nadie hace la comunión de los bienes, porque dicen ‘no se sabe nunca’. El ‘Para siempre’, hoy día solo se hace para el equipo de fútbol, no para la mujer o para el marido. Si lo dices por tu equipo culturalmente está bien aceptado, pero si lo dices por tu marido o tu mujer, ¡te miran como si estuvieras loco!”, exclamó.

La autoridad vaticana sostiene que hay un gran problema cultural, porque la familia ha dejado de ser apoyada por la cultura. “Hace 30 o 40 años la sociedad no soportaba que alguien no se casara llegada a cierta edad. Pero hoy ocurre exactamente lo contrario... Y cuando digo que vivimos en una ‘sociedad líquida’, me doy cuenta de la tragedia que hay detrás de este adjetivo: Significa que ya no nos fiamos de nadie. Nadie puede fiarse de nadie”, lamentó.

La autoridad vaticana afirmó que las familias formadas por un padre, una madre, e hijos, “son la columna vertebral de los países”, y alertó sobre el crecimiento del número de familias monoparentales. Dentro de unos años “habrá tantos hijos únicos, que ya no se comprenderá cuál es el significado de la palabra hermano o hermana”, advirtió.

Es por ello que las familias con un padre, una madre e hijos, “merecen recibir mucha más atención y ayudas por parte del estado… y más derechos fiscales”, añadió.


En este sentido explicó que su objetivo es proponer a la familia como centro de la política, la economía y la cultura.

WEB aciprensa

Compartir el duelo

Conversar con mujeres que están viviendo la viudedad a mí me reporta un aspecto conmovedor y de profundo agradecimiento a Dios sobre el estado matrimonial en el que nos encontramos las personas casadas y en el que gozamos todavía de una vida junto a nuestro esposo. La viudedad ofrece una ocasión muy grande para vivir al pie de la Cruz, como lo estuvo María, la Madre de Dios y Madre nuestra, junto a otros que allí se encontraban. La viudedad no suele ser un estado de liberación en el que dices ...por fin eres libres!, o que ...por fin tengo tiempo para mi!. Es muy probable que si el esposo murió después de una larga o corta enfermedad, se produzca un respiro en el cuerpo y en el alma de la viuda (o la viudo), a partir del momento de la muerte. Pero cuando antes estaba y luego ya no, sin previo aviso de nada, repentinamente, entonces la ruptura es brutal.


Cecilia me explicaba, al compartir su experiencia, que cuando le enseñaron la ecografía de su nieto, ni saltó de alegría ni saltó por nada, sino hasta al cabo de tres días que mirando la foto de su difunto esposo comprendió la belleza de una nueva vida en el vientre de su hija, la cual la había tenido junto a Josep. Ahora, casi a los seis años después de la separación de sus cuerpos mortales, explica su dolor sin llorar, como si ya estuviera curado. Pero sabe que su vida no es ni será igual que antes. Pero que gracias a Dios tiene la obligación de seguir viviéndola, disfrutándola y compartiéndola con otras personas, sus hijos, sus nietos, y sus amigas que vamos comprendiendo su estado y su dolor, sus nuevas emociones, a través del amor que nos intercambiamos.

03 junio 2013

La familia numerosa en el cine

Steve Martin es un conocido actor americano cuya especialidad es la de hacernos reír, cosa que no es fácil. Además es el eterno protagonista del cine familiar, no tiene sentido del ridículo y con sus payasadas puedes pasar un ratito distraído. “Doce en casa” (USA 2003, remake de 1950) es una película que puede resultar sorprendente pues no es habitual que veamos cómo funciona una familia numerosa compuesta de doce hijos. Es cómica pero por supuesto en muchos aspectos es real. Se producen situaciones que son para pedir ¡socorro! o para tomárselo con calma y bien. El contraste muy llamativo lo ponen la familia de los vecinos más próximos que son de hijo único. El motor de la película es mostrarnos un ejemplo de cómo vive una familia numerosa y la manera de sobre vivir en ella, y la forma es renunciando cada uno de sus miembros a algo muy importante o que creían que era algo importante. Esa es la conclusión, la generosidad, el dar, el entregarse, hace posible recibir más y más amor de los demás.

En ningún momento de la película se hace referencia a un sentimiento o inclinación religiosa, pues hay que tener en cuenta que el amor a la familia y a una familia numerosa no es patrimonio de ninguna religión sino que podemos encontrarlo en cristianos, judíos, musulmanes, por poner los ejemplos de las religiones más arraigadas en el mundo. En ese sentido la película es muy sabia.