10 junio 2013

La noche toledana

Si alguien te anuncia que tiene un día toledano, hay que darle gracias por el aviso y a continuación mantenerse un poco alejado de él (o de ella) pues el horno no está para bollos. En ese sentido hay personas, en el fondo muy amables, que cuando están a punto de echarse a la yugular de alguien, aunque solo sea de palabra, lo anuncian. Ellos mismos se advierten que faltarán a la caridad en breves momentos. Sin embargo no siempre te encuentras a tu paso gente capaz de tanto auto control como de avisar de su mal humor, pues lo normal es saltar con los colmillos afilados al cuello del prójimo, sin motivo aparente, y les dura el mal rollo bastante tiempo, porque se ha perdido por su cuerpo la humildad, y no sabe que lo mejor es despertarla o reencontrarla en alguna vaso sanguíneo sin importancia. Claro está que esto nos puede pasar a cualquiera de nosotros pues cuando nos bulle la sangre, y en consecuencia nos sube la presión o la acidez de estómago o cualquier otro síntoma que indica que estamos encendidos como las brasas, somos capaces de herir a quien más queremos. El regañar con el esposo, con los hijos o con los amigos del alma le puede pasar al más santo o a la más santa, da igual la condición.

Así que en estos días de primavera en los que por fin despunta el calor (en este hemisferio) puede producirse, en sentido figurado ¡por favor! aquella expresión de una noche toledana. Y vete aquí que lo que ocurrió en Toledo (España) allá por los años 812, es decir en el siglo IX en plena invasión musulmana, fue que la ciudad estaba sometida a un tirano llamado Jusuf-ben-Amru que dependía del Califa. Ese tal Jusuf dirigía con tiranía y a su antojo la ciudad, poseyendo a las doncellas según su conveniencia. Los habitantes se revelaron y lo mataron. Ante esa grave revuelta el Califa tenía que enviar  otro gobernador. Amru, padre de Jusuf, pidió enmendar los errores de su hijo. Aquellas gentes de Toledo quedaron de acuerdo porque Amru gobernó con paz. En ese ambiente laxo, sin embargo, el gobernador montó un banquete nocturno, al cual acudieron gentes de bien y de la nobleza de todas partes de la comarca. En aquella noche cerrada, los invitados según iban caminando por aquellas callejuelas, fueron sorprendidos uno a uno, pasados por la espada y degollados, dejando un espectáculo esperpéntico y de terror. Se dice que 400 cabezas de sendos caballeros colgaban de las almenas del palacio del gobernador. Al amanecer de aquella ciudad, el sobrecogimiento fue espantoso, tanto es así que por siempre jamás quedó la frase de la noche toledana para el recuerdo de una noche de crueldad y de venganza.


Así que alerta! con las espadas en alto y además toledanas, vale más alejarse de ellas, buscar la humildad en uno mismo aunque esté en el sitio que más nos duela, y ponerla en práctica, teniendo en cuenta que la humildad normalmente es aquella desconocida y en ocasiones su ejercicio produzca daños colaterales.

05 junio 2013

Al rescate del valor del SI PARA SIEMPRE

Recogemos la noticia de la web aciprensa:


ROMA, 15 May. 13 / 07:15 pm (ACI/EWTN Noticias).- El Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Mons. Vincenzo Paglia, abogó por un cambio cultural que permita recuperar el valor y el sentido del “sí para siempre” que los esposos deben expresar al momento  de formar una familia en el matrimonio.

“Por desgracia hoy en día si das el ‘Sí para toda la 
vida’ a tu equipo de fútbol, es más aceptable que si lo das a tu marido a tu mujer”, denunció Mons. Paglia desde Roma el pasado 14 de mayo en un encuentro con los periodistas para anunciar su próximo viaje a Latinoamérica.

“Hace falta una reproposición cultural. Hoy día, ya nadie hace la comunión de los bienes, porque dicen ‘no se sabe nunca’. El ‘Para siempre’, hoy día solo se hace para el equipo de fútbol, no para la mujer o para el marido. Si lo dices por tu equipo culturalmente está bien aceptado, pero si lo dices por tu marido o tu mujer, ¡te miran como si estuvieras loco!”, exclamó.

La autoridad vaticana sostiene que hay un gran problema cultural, porque la familia ha dejado de ser apoyada por la cultura. “Hace 30 o 40 años la sociedad no soportaba que alguien no se casara llegada a cierta edad. Pero hoy ocurre exactamente lo contrario... Y cuando digo que vivimos en una ‘sociedad líquida’, me doy cuenta de la tragedia que hay detrás de este adjetivo: Significa que ya no nos fiamos de nadie. Nadie puede fiarse de nadie”, lamentó.

La autoridad vaticana afirmó que las familias formadas por un padre, una madre, e hijos, “son la columna vertebral de los países”, y alertó sobre el crecimiento del número de familias monoparentales. Dentro de unos años “habrá tantos hijos únicos, que ya no se comprenderá cuál es el significado de la palabra hermano o hermana”, advirtió.

Es por ello que las familias con un padre, una madre e hijos, “merecen recibir mucha más atención y ayudas por parte del estado… y más derechos fiscales”, añadió.


En este sentido explicó que su objetivo es proponer a la familia como centro de la política, la economía y la cultura.

WEB aciprensa

Compartir el duelo

Conversar con mujeres que están viviendo la viudedad a mí me reporta un aspecto conmovedor y de profundo agradecimiento a Dios sobre el estado matrimonial en el que nos encontramos las personas casadas y en el que gozamos todavía de una vida junto a nuestro esposo. La viudedad ofrece una ocasión muy grande para vivir al pie de la Cruz, como lo estuvo María, la Madre de Dios y Madre nuestra, junto a otros que allí se encontraban. La viudedad no suele ser un estado de liberación en el que dices ...por fin eres libres!, o que ...por fin tengo tiempo para mi!. Es muy probable que si el esposo murió después de una larga o corta enfermedad, se produzca un respiro en el cuerpo y en el alma de la viuda (o la viudo), a partir del momento de la muerte. Pero cuando antes estaba y luego ya no, sin previo aviso de nada, repentinamente, entonces la ruptura es brutal.


Cecilia me explicaba, al compartir su experiencia, que cuando le enseñaron la ecografía de su nieto, ni saltó de alegría ni saltó por nada, sino hasta al cabo de tres días que mirando la foto de su difunto esposo comprendió la belleza de una nueva vida en el vientre de su hija, la cual la había tenido junto a Josep. Ahora, casi a los seis años después de la separación de sus cuerpos mortales, explica su dolor sin llorar, como si ya estuviera curado. Pero sabe que su vida no es ni será igual que antes. Pero que gracias a Dios tiene la obligación de seguir viviéndola, disfrutándola y compartiéndola con otras personas, sus hijos, sus nietos, y sus amigas que vamos comprendiendo su estado y su dolor, sus nuevas emociones, a través del amor que nos intercambiamos.

03 junio 2013

La familia numerosa en el cine

Steve Martin es un conocido actor americano cuya especialidad es la de hacernos reír, cosa que no es fácil. Además es el eterno protagonista del cine familiar, no tiene sentido del ridículo y con sus payasadas puedes pasar un ratito distraído. “Doce en casa” (USA 2003, remake de 1950) es una película que puede resultar sorprendente pues no es habitual que veamos cómo funciona una familia numerosa compuesta de doce hijos. Es cómica pero por supuesto en muchos aspectos es real. Se producen situaciones que son para pedir ¡socorro! o para tomárselo con calma y bien. El contraste muy llamativo lo ponen la familia de los vecinos más próximos que son de hijo único. El motor de la película es mostrarnos un ejemplo de cómo vive una familia numerosa y la manera de sobre vivir en ella, y la forma es renunciando cada uno de sus miembros a algo muy importante o que creían que era algo importante. Esa es la conclusión, la generosidad, el dar, el entregarse, hace posible recibir más y más amor de los demás.

En ningún momento de la película se hace referencia a un sentimiento o inclinación religiosa, pues hay que tener en cuenta que el amor a la familia y a una familia numerosa no es patrimonio de ninguna religión sino que podemos encontrarlo en cristianos, judíos, musulmanes, por poner los ejemplos de las religiones más arraigadas en el mundo. En ese sentido la película es muy sabia.


27 mayo 2013

Decálogo para ser unos buenos suegros


Cuando un hijo se va a casar te sobreviene la familia política y como tal no la has escogido, por ello con estos nuevos e importantes familiares, hay que esforzarse en amabilidad y en amor por el bien de nuestros hijos.

Respecto de los hijos, es algo más difícil, porque no dejan de ser hijos aunque se casen, por eso hay que pisar el freno e ir a la velocidad de Zona 30 como si estuviéramos en el casco antiguo de una ciudad.

Duele en el corazón muchas de las cosas que se van a proponer a continuación. Después de llevar a la reflexión una charla que le oí a un sacerdote de sabio criterio en estos temas, las escribí.

Mi pregunta básica era ¿Pero, qué podemos hacer los padres en el tiempo del noviazgo y una vez casados nuestros hijos? 

1.   Tener en cuenta que todo, todo, lo que hagáis o dejéis de hacer tendrá consecuencias. Y a veces serán muy malas y difíciles de curar aunque no hayamos tenido mala intención pues crearán tensiones en la pareja, y en el matrimonio, si ya están casados.
2.    Tener en cuenta que el hijo o la hija, una vez casados, rompen realmente el lazo que existía con los padres para establecer uno nuevo que no precisa del anterior.
3.      Dar a entender que estáis disponibles, con la nevera llena, y con espacios en la agenda para ellos, así se sentirán cómodos y les apetecerá estar con los padres y suegros.
4.      No insistir en ¿cuándo vendréis a almorzar?
5.      No insistir en ¿cuándo vendréis a vernos?
6.      No insistir en llamar por teléfono, por favor!!!
7.    Y cuando estáis con ellos...No quejarse porque no llaman por teléfono como tú quieres
8.     No quejarse porque no vayan a almorzar o cenar a casa de sus padres como tú quieres
9.     No quejarse porque no vayan a veros como tú quieres.
10.  Y tener mucha paciencia y humildad, y antes de que se acaben las reservas: rezar mucho y pedírselo a la Virgen Santísima, en la advocación que tú quieras.

22 mayo 2013

Operación verano


Aunque estemos en primavera (en este hemisferio) y tendríamos que estar tomando el sol,  parece que este año el calor está tardando en llegar. Pero no pasa nada, como siempre subirán los termómetros y huiremos a las playas para sumergirnos en el mar fresquito y nadaremos como sirenas. De momento, algunas mujeres ya han empezado la “Operación verano” comiendo barritas “adelgazantes” para poderse poner los modelitos veraniegos. Sin menospreciar esas barritas mágicas, lo mejor es poco plato y mucho zapato”, que a la práctica significa ir a pie al trabajo; o bajarse del metro o del autobús cada día una parada o dos antes de nuestro destino; no utilizar las escaleras mecánicas ni los ascensores (si las rodillas nos acompañan); no comer entre horas, es decir, evitar el picoteo; beber agua e infusiones en el trabajo y en casa ¡también! Comer poco lo que nos gusta; sobre todo, servirnos ¡la mitad! de lo que realmente comeríamos; olvidarse de las galletas, bollerías y aperitivos varios. Sin lugar a dudas, si estamos pagando un gimnasio, hay que amortizarlo. En resumen, y como decíamos,poco plato y mucho zapato” , y no solo notaremos una reducción de la cintura sino también de los gastos habituales, que en tiempo de crisis cualquier ahorro es bienvenido.

20 mayo 2013

Educar a una mujer es educar a un pueblo


La sabiduría popular está basada en la mayoría de los casos en la repetición de las cosas de la vida cotidiana, y que con gran observación y agudeza se transmite de generación en generación. Por ello nos puede seguir ayudando a entender las cosas más elementales y cotidianas. Sin embargo, hoy en día, el cientifismo, es decir, la imposición de la afirmación de que solo es real todo aquello que se puede medir, pesar y contar, nos embarca en grandes teorías que nos agobian como callejones sin salida.

En ese sentido, una amiga me regaló una frase que su sabia abuela le había transmitido con bastante insistencia: Educar a una mujer es educar a un pueblo. Cuántas veces hemos visto, oído y leído cómo la revolución de la mujer en el siglo XX ha supuesto el motor de muchísimos, y no siempre positivos, cambios para la sociedad. 

Podemos destacar, el aborto del que ya hemos escrito en otras ocasiones, está llevando al declive de la sociedad actual al legitimar la autodestrucción del propio ser humano. También, el divorcio y las rupturas matrimoniales, que en muchas ocasiones su origen proviene de la exigencia de la mujer consistente en que el hombre cambie el rol que tenían sus antepasados por el mero hecho de casarse. Y más recientemente, las discusiones entre el marido y la mujer, debido al incumplimiento de alguno de los dos de aquellos encargos domésticos, medidos al milímetro y escritos en una hoja de “Excel” para llevar la cuenta del uno y de la otra y viceversa, sin cesión por ninguna de las dos partes; o debido,  en su caso, a que la mujer cree que la igualdad está ceñida a una hoja “Excel”….

Y más cosas por el estilo. 

Si el mundo cambió porque nosotras hemos salido del trabajo del hogar para estudiar, mandar o ser soldados, también podemos, ahora, avanzar en el amor a la vida, a la propia y a la ajena, empezando por la del no nacido, y por quien nos ofrecimos enteramente cuando nos casamos, nuestro marido. Si enseñamos en la familia el valor del amor por el amor, y no por el del resultado final de un listado de tareas, si lo transmitimos sin miedo pero respetando al otro, y haciéndonos respetar, resurgiríamos de este declive social porque el egoísmo nos está autodestruyendo. Para que el mundo mejore, hemos de empezar cada una y cada uno en el si de su familia y de su trabajo, y ¡todo irradiará a nuestro alrededor!

Gracias, Begoña