En el ajetreo diario, vamos a sitios y
lugares infinitos, pues con la imaginación y las imágenes que nos vienen a la
cabeza, podemos estar tanto en medio del Ártico como en el centro de un amasijo
de hierros tras un terremoto. Nuestra imaginación, que es la loca de la casa, a
veces es destructiva y desastrosa: Casi por definición, nos ha de pasar algo
malo.
Pero lo más malo que nos puede pasar,
tanto en esta vida como en la siguiente, que es eterna, es ir al infierno, que
es el estado y el lugar de las almas sin Dios. No es un lugar físico con ollas
ardiendo y demonios con tridentes: Es lo
peor del mundo conocido por siempre jamás. Nadie que ha ido, ha vuelto para
explicarlo pero se sabe con certeza que existe, hay mucha materia estudiada
desde los tiempos más antiguos, y el que se atreve a negarlo no es más que un
frívolo o un ignorante.
Y con éstas, siguen creciendo las
sectas y las redes satánicas que alimentan aquellos que son amigos de los ángeles
del demonio, imantando a más seguidores, a aquellos que no han querido ni
quieren saber nada de Dios. El demonio tiene sus métodos. Nos da todo tipo de
facilidades para hacernos caer en todas las tentaciones, en todos los pecados,
así nos aparta de Dios, corriendo el peligro de ser atraídos hacia el mal
total.
Y en esa totalidad de mal no hay
resquicio para Dios.
No se trata de un juego de maquillaje
de tatuajes demoníacos o de anillos y atuendos de calaveras, o de un tipo de
estilo o de moda, los satánicos siguen el ejemplo de los ángeles caídos y del
diablo, el cual no es ningún dios, sino solo un ángel que se rebeló contra Dios
y fue condenado al infierno para toda la eternidad. Lo peor de todo es que los
satánicos tienen la certeza de que Dios y el diablo existen, y recrean en sus
actos satánicos el infierno invocando a los espíritus del maligno. Pues
realmente dialogan con el diablo que te adentra más en la profundidad de las
tinieblas. Esto lo hacen hoy mismo, no son cosas de siglos anteriores o
fantasías del futuro. Actualmente hay mucha gente que entabla un diálogo tenebroso, poniendo en peligro su alma y su vida.
El infierno es un estado de dolor y de
mal infinito del alma para siempre, que pervive al cuerpo sin posibilidad de
morir, ni, por lo tanto, que cese el dolor ni el horror. El alma existe en
nosotros y persistirá a nosotros. Nuestro cuerpo no es más que un envoltorio
que estorba.
Nuestra libertad estará, ahora, en
escoger en ir hacia el lado del bien o ir hacia el lado del mal.
El paso decisivo ha de ser renunciar al
demonio, paso que se da al recibir el sacramento del Bautismo. Por eso es
importantísimo bautizar a nuestros hijos y nietos cuanto antes, estarán
protegidos por la gracia de Dios. Sin embargo, no hay que alarmarse, cualquier
edad es buena para recibir el bautismo, tengas la edad que tengas, pues solo se
recibe una vez en la vida. El adulto-converso se purifica de tal modo que
dentro de sí solo hay gozo y felicidad divina, y lo percibe plenamente.
En esta Pascua es el momento propicio
para ser un nuevo ¡Hijo de la Iglesia Universal! Si ya estás bautizado, el siguiente paso es ir
a confesarse ante un sacerdote católico, él te explicará cómo es el infierno y
te vas a quedar ¡ojiplático! Porque lo que he escrito son unos meros apuntes.