01 mayo 2014

¿Libro o libras?

En cierta ocasión, con una señora que conozco desde hace muchos años y a la que
quiero muchísimo, salí una tarde a tomar un café. Me comentó su plan diario.

Ella había dejado de trabajar cuando se casó para dedicarse a su marido y a su familia, lo cual está muy bien, pues fue una decisión del matrimonio y de común acuerdo, tal cual se han de hacer las cosas. Sin embargo dada su posición económica y al haber tenido sólo dos hijos, su horario era muy holgado y prácticamente podía hacer lo que le daba la gana. Así que, me explicó, cada tarde salía con un grupo de amigas diferente, o bien hacía muchos cursos cortos de formación, o se iba de compras, a la peluquería... etc... En definitiva tenía todas las mañanas y las tardes ocupadas de lunes a viernes, ya que además disponía de asistenta del hogar y tenía que darle órdenes. Lo más divertido de todo es que a pesar de tratarse de actividades agradables, lúdicas y personalísimas, su agitación era tal que una tarde a la semana, me confesó, que libraba. ¿Qué quiere decir que libras? le pregunté, y me contestó: no me pongo nada para hacer.

Me quedé ¡ojiplática!

Yo no puedo imaginar “no tener nada” una tarde, o que me estrese ir a la peluquería o ir de compras, sin ser compulsivas, claro! Sin embargo, hay quien necesita hacer un parón en sus propias distracciones o pasatiempos. Por eso el mensaje de la foto le debería hacer mucha gracia. A mi también me la hizo cuando la recibí por whatsApp porque si tengo la ocasión de librar ¡me pongo algo! y realmente soy feliz. Lo mejor es llenar la jornada con: un rato de oración mental y vocal, a ser posible también la santa misa, un trabajo santificado y santificable, tanto si es doméstico como profesional, una actividad apostólica, y una dedicación delicada y extrema a la familia. Si queda algo, quizá una hora a la semana, sería de libranza para oxigenar el cerebro, que siempre le irá bien.


Hoy hemos recordado, en el día Primero de Mayo, la fiesta de san José Obrero, conmemoración que instituyó san Juan XXIII para contrarrestar la efervescencia comunista a mediados del siglo XX. Una celebración totalmente oportunísima para celebrar el Día Internacional del Trabajo.