Ya hemos ido de rebajas. Un día u otro hemos encontrado
aquello que queríamos comprar, pero a mejor precio… porque de eso se trataba, o
no? Hemos visto también, como algunas tiendas, comercios, o cadenas de marcas, han
sacado del baúl de los recuerdos muchas prendas que ni se sabe cuando han
estado de moda, pues con la tendencia Over Size
ya no sabes si el tallaje está equivocado o eres tú que te encasillaste en un
estilo o de dimensiones
No hemos comprado como, otros años, cosas inservibles o
monísimas que solo te gustaron en la tienda, ¿verdad que ha sido así? Pusiste
razón y conocimiento a la hora de comprar ¡Eso está bien! Pero resulta que ya
no cabe nada más en el armario, ni en el de tus hijos, ni en el de tu marido ni
en el tuyo, por supuesto.
Es la hora de asumir la verdad que coincide con la realidad. Con el
tiempo has ido ganando unos cuantos kilos y por mucho que lo intentes, no los
bajas ni a tiros. Aquella enfermedad,
la menopausia, los achaques, los disgustos, lo que sea… te han incrementado dos
tallas!! Conclusión: hay que empezar a tirar, reciclar, dar, vender, ceder,
intercambiar… etc. a entidades sociales, a los “puntos verdes”, a las tiendas
“Vintatges”, mercadillos, y por qué no, a la misma basura.
La ropa, los bolsos y los complementos, y también aquellos
zapatos casi nuevos que ni te caben porque los juanetes se quejan enormemente, pueda ser que interesen a otras personas. No
hay de padecer recogimiento por las
cosas, por los objetos, tienes que desprenderte de aquello que guardabas por el
por si acaso. Por ejemplo, un vestido
de boda que, aparte que no te cabe, lo llevaste a la modista, el arreglo no
valía la pena y lo volviste a guardar al armario; aquel abrigo siberiano que te
compraste para unas excursiones y que casi no te pusiste porque el frío no era
para tanto; esos bolsos guapísimos que no usas porque son incomodísimos, pesan o son muy grandes, o son tan pequeños que lo que necesitas introducir no
cabe. Por supuesto, aquellos jerséis o blusas minis con los que enseñabas el
ombligo, la cintura o la espalda, después de aquel lumbago que cogiste por el
frío, decidiste que era mejor presumir de otra manera…. Y así, puedes seguir tú,
pues tú sabes mejor que nadie que no vas a conseguir bajar dos tallas. Y si
definitivamente las llegas a bajar con mucha pausa y paciencia, cuando te veas
tan espectacular lo menos que te va a apetecer es bajar las cajas de esa ropa
antigua y saldrás corriendo a comprarte cosas de temporada aunque sean unas pocas.
Lo mejor es poner orden en los armarios. Pero ¡alerta!
con los y las adolescentes, ¡ojito! no tirar nada sin preguntar, no vaya a
producirse un cataclismo familiar por una camiseta o unas bambas. Con los
maridos igual, hay que preguntar, aunque algunos son muy presumidos y se les ha
de frenar porque también compran mucho. Y si te desprendes de muchas cosas,
encontrarás antes lo que te va bien, te vestirás más rápido, sin dar tiempo a
ensoñaciones de figurín que no llevan a ninguna parte, solamente a disipar la
imaginación en tonterías y en pérdidas de tiempo.