La llamada a la santidad es un
llamamiento universal, “Ser perfecto como yo soy perfecto”, dijo Dios. Sin
embargo durante siglos se ha destacado de los santos su último estado (de
sacerdote, obispo, o monja…etc.) como si la santidad solo fuera para los clérigos
y religiosos.
Sin embargo, después del Concilio Vaticano II se ha insistido en
el llamamiento universal a la
santidad. Y se han releído la vida de los santos y en algunos
casos se ha redescubierto que previamente a ese estado clerical o religioso habían
sido personas casadas o viudas; o simplemente murieron casados o viudos.
A modo de ejemplo, sorprende la historia del obispo de Hipona, san Agustín, que antes de su conversión profunda, viviera
muchos años en pareja siendo padre de un hijo extra matrimonial. O la de santa Rita
de Casia, que fue una mujer casada y madre de dos varones gemelos que murieron
a causa de la peste y su marido asesinado por la familia rival de la ciudad de
Casia. Y la del santo y mártir Tomás Moro, casado dos veces y Lord Canciller del
rey Enrique VIII.
Y a la conclusión del Sínodo
Extraordinario de la Familia, el Santo Padre Francisco canonizará, al mismo tiempo y por primera
vez, a los dos miembros de un mismo matrimonio, en esta ocasión a los padres de Santa Teresita de
Lisieux, el 18 de octubre de 2015, en Roma, Louis y Zélie Martin .
Meditar todos estos acontecimientos nos ayudará muchísimo a ver que en nuestro estado actual matrimonial también podemos vivir la santidad.