01 noviembre 2012

Los santos anónimos

En la solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia universal celebra el día 1 de noviembre los méritos de todas aquellas almas que ya gozan de la plenitud y la grandeza de la gloria de Dios. Cada día celebramos la intercesión de muchos de ellos que han sido elevados a los altares y que oficialmente la Iglesia los ha declarado mártires, beatos o santos. Sin embargo, en la gloria celestial hay miles de almas anónimas que interceden constantemente por nosotros, sobre todo, si lo pedimos con fe, amor e insistencia, y ese es el sentido cristiano de la celebración, así que se trata de una fiesta llena de alegría. Sin embargo, y como suele pasar, va acompañada de ricos manjares, especialmente dulces que las costumbres de los pueblos y las naciones han reinventado para celebrar un día tan singular. A su vez, como ya sabemos, va acompañada de fiestas paganas más o menos de importación anglosajónica, con disfraces de susto, de terror y de sangre, y de esas calabazas y artilugios de color naranja. Pero para un cristiano ese día es para pedir mucha intercesión de esos santos que no conocemos para cada minuto de nuestra vida y de nuestra familia diciendo:

¡Sálvanos, Señor por la intercesión de los santos! Dios, fuente de toda santidad, que has hecho resplandecer en tus santos las maravillas de tu gracia, concédenos celebrar con ellos tu grandeza. Amén.