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14 julio 2017

Adulterio y pecado

Para una persona de moral natural, aun sin ser religiosa, entiende que faltar a la palabra del compromiso dado entre una mujer y un hombre, siempre es una traición, una ruptura. Entre personas no casadas, igualmente se llega a la misma conclusión. En general todo el mundo sabe que se llama adulterio, y aunque en las demandas judiciales de separación o divorcio, el adulterio no es causa necesaria, sí que es el detonante de conflictos.


Para una persona religiosa, creyente, practicante y de fe católica, eso se llama pecado mortal. Es pecado porque la ofensa va más allá del otro, la ofensa es a Dios. Y se llama mortal porque es un pecado grave, algo muy diferente, por ejemplo, a correr por una carretera cuyo límite de velocidad es de 80 km/h y te pasas a 90 km/h porque vas por una recta, lo cual no es pecado. No obstante, se incurriría en una falta administrativa al código de circulación.

Dicho esto, el adulterio es una circunstancia muy recurrente en el cine, las pasiones carnales tienen mucha óptica y atraen la pantalla. Pero en la vida real, mantener una doble relación, basada en el engaño, nunca acaba bien. Moralmente se entiende que un acto malo siempre conlleva más actos malos, y algunos más malos que los primeros.

En la película que comento hoy, el resumen de CONTRATIEMPO (España 2016), rodada en parajes pirenaicos catalanes, que encontramos en una de las webs dedicada al cine, es el siguiente:  

Adrián Doria, un joven y exitoso empresario, despierta en la habitación de un hotel junto al cadáver de su amante. Acusado de asesinato, decide contratar los servicios de Virginia Goodman, la mejor preparadora de testigos del país. En el transcurso de una noche, asesora y cliente trabajarán para encontrar una duda razonable que le libre de la cárcel.

Ya tenemos, pues, un mínimo esquema de lo que veremos. Algunos críticos de nuestro cine, muy dados a utilizar en sus comentarios unos giros de lenguaje un tanto rebuscados, tendrían que hacer las películas, a ver si por una vez están satisfechos.


Por otro lado, sinceramente a mi marido y a mí, desde nuestro sofá, CONTRATIEMPO nos pareció muy interesante y bastante verosímil. Creo que, si alguien está pensando en lanzarse a tener una historia con otra persona, distinta a la cual le ha dado el compromiso y la entrega de estar juntos, vale más que no de ese paso, pues la pasión ciega verdaderamente lo que existe a tu lado, y siempre acaba mal.

15 marzo 2016

El adulterio requiere perdón

El adulterio en otros tiempos tenía un significado muy grave, sobre todo si lo cometía la mujer. Como hemos escuchado en la misa de este pasado domingo V de Cuaresma, el evangelio nos recuerda que la Ley de Moisés castigaba a la mujer adúltera a morir apedreada. 

Pero Jesús perdona siempre ante el arrepentimiento, y es necesario ese perdón, aunque las leyes humanas que hoy rigen, no persiguen el adulterio como delito o falta. No obstante, para Dios esto no ha cambiado, el adulterio es pecado mortal porque Él mismo instituyó la unión de un hombre con una mujer para toda la vida en una sola carne. 

Dios espera que en adelante no pequemos más, y para ello se requiere no distraerse con miradas atractivas, seductoras, con conversaciones que no llevan más que a ligar, a quedar a tomar ¡qué sé yo!, una cenita, un paseíto. Nada de todo eso hemos de aceptar o proponer, porque somos débiles y las tentaciones son muy fáciles de que lleguen y muy difíciles de que se marchen.

Evangelio
Juan 8:1-11

Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»

12 junio 2015

El adulterio y otros pecados

Los pecados contra la sexualidad natural no son algo de nuestro tiempo sino una tendencia propia de la naturaleza humana, que se frena utilizando la voluntad. Los deseos sexuales son algo completamente natural, y por lo tanto en sí mismos no son malos. Pero poner el freno a esa posible satisfacción física es también gozoso porque es el resultado del autocontrol, el dominio de uno mismo, que elevándolo al orden sobrenatural, es un triunfo a nuestras luchas diarias.

No obstante, en ese combate personal aparecen tentaciones relacionadas con la sexualidad impropia, es decir, aquella que se desarrolla en un entorno contra natura, como por ejemplo satisfacer el deseo sexual con animales. O con personas del mismo sexo. También aquella que se desarrolla con personas de diferente sexo por promiscuidad, falta de control en las pasiones, ignorancia, enfermedad, etc. Por último, la masturbación en si misma, con o sin ayuda de cosas, objetos o animales. En fin, unas experiencias que nada tienen que ver con el amor esponsal entre un hombre y una mujer, en el cual se desarrolla una sexualidad abierta a la vida, por amor y también con el interés de satisfacer el placer sexual, individual y mutuo. 

Aún y a pesar del propio matrimonio, el atice de las tentaciones también puede aparecer: intentos de cambio de pareja consentido, masturbaciones de ensoñaciones con otra persona, visión de películas porno en pareja para estimular nuevas experiencias que embrujen las propias, y más!

Si nos remontamos a diez o doce siglos antes de Cristo, al libro bíblico del Deuteronomio, atribuido a Moisés, leemos como Moisés le recuerda al pueblo de Israel, liberado de la esclavitud de Egipto, las maldiciones de Jahvé por conductas reprobables antes de entrar en la tierra prometida. Entre muchas ellas leemos: (Deuteronomio 27)

Las doce maldiciones

27:14 Los levitas tomarán la palabra y dirán en alta voz a todos los hombres de Israel:

27:15 Maldito sea el hombre que hace un ídolo  tallado o de metal fundido —abominación para el Señor, obra de un artesano— y lo guarda en un lugar oculto. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:16 Maldito sea el que menosprecia a su padre o a su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:17 Maldito sea el que desplaza los límites de la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:18 Maldito sea el que aparta a un ciego del camino.  Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:19 Maldito sea el que conculca el derecho del extranjero,  del huérfano o de la viuda. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:20 Maldito sea el que se acuesta con la mujer de su padre, porque de esa manera descubre el borde de la manta de su padre. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:21 Maldito sea el que se acuesta con un animal. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:22 Maldito sea el que se acuesta con su hermana, la hija de su padre o de su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:23 Maldito sea el que se acuesta con su suegra. Y todo el pueblo responderá: Amén
.
27:24 Maldito sea el que mata ocultamente a su prójimo. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:25 Maldito sea el que se deja sobornar para quitar la vida a un inocente. Y todo el pueblo responderá: Amén.

27:26 Maldito sea el que no respeta ni cumple las palabras de esta Ley. Y todo el pueblo responderá: Amén.

Todo este panorama pecaminoso va construyendo unas estructuras de pecados, algunos de ellos de sexualidad dentro y fuera del matrimonio. Sabemos que el adulterio es pecado mortal, pero también lo son otras experiencias relacionadas con la sexualidad, como las citadas.

Por ello es bueno tomar el control de uno mismo, cuidar el matrimonio cada día, despertar la lívido natural creada en el propio matrimonio, no buscar experiencias de película, estar alerta en las vacaciones, las fiestas, las excursiones, la playa, las piscinas, etc. de lo que pronto disfrutaremos, pues con el calor las tentaciones pueden aumentar. El cambio de actividad del verano ha de ser un tiempo para unirse más y redescubrir en el cónyuge aquello que habíamos olvidado.

*El cuadro: El carro de heno, de El Bosco


06 marzo 2015

El adulterio en Corea del Sur

Corea del Sur es noticia constante debido a la beligerancia provocada por la temible dictadura de Corea del Norte, que mantiene su amenaza de guerra contra el resto del mundo. Pero a cuenta de ese protagonismo en los portales periodísticos, también se nos dan a conocer otros temas de actualidad de Corea del Sur. En ese sentido, hemos sabido que Corea del Sur está regularizando las relaciones civiles de sus ciudadanos, en equiparación a otras sociedades democráticas. Recientemente ha despenalizado el adulterio. A los adúlteros ya no se les impondrá ninguna pena de privación de libertad por dicha conducta. Desconozco los presos y presas adúlteros que hasta esa fecha había en las cárceles surcoreanas, pero lo que está claro es que la decisión de cometer o no cometer adulterio dependerá de la conciencia de cada surcoreano y surcoreana. La ley ya no supondrá un mazazo. Y allá su conciencia en proteger a la familia y al matrimonio.

En el orden moral, quiero destacar que a pesar de que las leyes civiles, penales, etc., es decir las humanas, despenalicen el adulterio (como así ha ocurrido en muchos países del mundo) seguirá considerándose un pecado grave, pues se trata de una ofensa a Dios y a la institución del Matrimonio, consagrado indisoluble por Jesucristo, habiendo sido concebido el Matrimonio con esas características en la creación del mundo por el mismo Dios. Así que los católicos de Corea del Sur casados en santo matrimonio saben que aunque la ley civil y penal de su país no los meta en la cárcel por la comisión de adulterio, a los ojos de Dios el adulterio sigue siendo pecado mortal.

26 septiembre 2014

El adulterio es una ofensa

No vamos a decir que se cometen más adulterios ahora que en otros tiempos mejores, porque no es verdad. No es algo nuevo ni viejo, es en su esencia más lejano que la Torre de Babel o Sodoma y Gomorra. Y casi habitual en nuestro entorno de hoy, en el que caen muchos hombres y mujeres, y si son ellas despechadas, los denuncian a la justicia por ladrones como en el caso de la familia Pujol en Catalunya (España) o se hacen de oro con los comentarios de alcoba trascritos a un libro (F. Holland en Francia), por comentar casos conocidos y muy publicados en los medios. La cosa es que tanto unas y otros pueden haber cometido adulterio, que como decíamos en otro artículo el adulterio es pecado mortal.

Pero no hemos de quedarnos en los comentarios, hemos de ir a la fuente de la que emana la definición y el hecho mismo de ser pecado muy grave. En el Catecismo de la Iglesia Católica, en el artículo dedicado al sexto mandamiento de la Ley de Dios (No cometerás adulterio) leemos en el punto IV. Las ofensas a la dignidad del matrimonio:

“2380 El adulterio. Esta palabra designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio (cf Mt 5, 27-28). El sexto mandamiento y el Nuevo Testamento prohíben absolutamente el adulterio (cf Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11; 1 Co 6, 9-10). Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la imagen del pecado de idolatría (cfOs 2, 7; Jr 5, 7; 13, 27).

2381 El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres.”

Ahí está. Es bueno conocer la doctrina de la Iglesia Católica, observarla y respetarla. Nos hará un gran bien. En cualquier caso siempre existe la posibilidad del perdón, hay que arrepentirse e irse a confesar, y como dijo Jesús “Vete y no peques más”. Y ciertamente es posible no volver hacerlo.

31 agosto 2012

El adulterio, pecado mortal

El adulterio es una violación y una trasgresión al compromiso establecido entre dos personas casadas entre si. Por lo tanto es algo que ocurre en el ámbito matrimonial y se refiere al hecho de tener relaciones sexuales con una persona distinta a tu propio cónyuge. Con los siglos, los años, los tiempos y la moral supérstite, el adulterio ha ido cambiando de peso en cuanto el castigo que pudiera merecer y las consecuencias que por él se derivasen. Conocemos como todavía en algunos países se apedrean a mujeres por haber sido acusadas de adúlteras, o como en otros países, España por ejemplo (hay muchos más) no es causa de nada, jurídicamente hablando. Si ante la ley no supone ninguna pena o castigo, ni es causa de separación ni de divorcio, lo que está claro es que para el cónyuge víctima supone una frustración imponente, un disgusto tremendo, y un caos emocional que le va a ser difícil de superar, todo ello –aunque legalmente no haya protección- podría  llevar al matrimonio a separaciones y rupturas, como todos sabemos.
 
Sin embargo en las religiones monoteístas y que abastan el mundo como lo son el cristianismo, el islam y el judaísmo, se considera el adulterio como una violación grave a la ley de Dios. No es ya una ofensa al cónyuge, sino una grave ofensa a Dios. Esto hemos de tenerlo en cuenta pues  el ser humano es un ser naturalmente religioso, y estas religiones con unas raíces muy comunes, a pesar de sus divergencias importantes, sitúan a Dios por encima de los hombres, las mujeres y por supuesto de sus leyes. No es baladí, pues, que esa trasgresión al compromiso dado en el matrimonio sea aún más grave en nuestro sentido, y es un posicionamiento que en el ámbito pagano, agnóstico o ateo, no se entiende, y en algunos casos no se respeta.

En la religión católica, el adulterio se considera como uno de los pecados gravemente contrarios al Matrimonio, así consta en el Catecismo de la Iglesia Católica, nuestro libro de doctrina que movidos por la fe, creemos. Es más, tiene la entidad de pecado mortal. Para repararlo no basta pedirle perdón al cónyuge ofendido; tampoco basta para limpiarlo participar en una confesión comunitaria, en la que mucha gente pide perdón a Dios por sus pecados, sean los que fueran. Lo que repara de verdad esa grave ofensa a Dios es acogerse al sacramento de la penitencia (confesión sacramental) y privada con el sacerdote.