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10 febrero 2014

La ayuda de los santos

Hemos de poner profesionalismo, incluso para amar y entregarse. "La humildad es la verdad en el camino de la lucha ascética" es un punto de reflexión que a mi me impacta y que podemos leerlo al completo en la obra llamada Surco, en el punto 259, del conocido santo de la vida ordinaria, san Josemaria Escrivá. La verdad no es lo que yo quiero, sino lo que es realmente. Hay que tener sentido de la realidad. Y la verdad es que Dios existe y Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás” (Benedicto XVI, Madrid, 20 de agosto de 2011). Con ello llegará el momento en qué querremos estar tan cerca de Él que sentiremos la llamada universal a la santidad.

En nuestra vida cotidiana podemos ser santos, pero hemos de saber cómo hacerlo. No salen las cosas ni por qué sí, ni por suerte, ni por carambola, ni porque yo lo valgo… Salen porque nos empeñamos en serlos y porque es la voluntad de Dios. Así pues, los textos espirituales que nos han dejado los santos, nos pueden ayudar muchísimo en esa lucha diaria del amor y de la entrega a Dios, a la familia, especialmente al esposo en el caso de las casadas (o esposa en el caso de ellos), y al trabajo profesional y doméstico. El abanico de nuestro entorno es tan amplio que no nos lo acabaremos nunca.

En ese sentido, han llegado a mis manos unos documentos que recogen todo aquello que dejó escrito san Josemaria en sus diversas obras espirituales, y que un buen benefactor se ha dedicado a recopilar, sobre el tema del Matrimonio y la familia, que entraña mucha pero mucha humildad. Siempre es bueno recurrir al texto original, pero son referencias estupendas. Cada uno de nosotros tendrá su método y su tiempo de estudio, y a la vez su tiempo para hablar con Dios para poder llevarlo a la práctica, a la luz del Espíritu Santo. Después pondremos propósitos (pocos y posibles) para que nuestra periferia se empape de amor, sin exclusión de nadie, y podamos avanzar sin retrocesos.

Las obras que citamos en los documentos adjuntos son:

Conversaciones
Es Cristo que pasa
Forja
Surco


Aquí hay mucha tarea, pero poquito a poco sin perder la comba ni el tiempo, haremos nuestro camino de vida ascética y veremos que la verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás es que Dios nos ama.

Consejos a los matrimonios, san Josemaria Escrivá
El matrimonio, san Josemaria Escrivá
La familia, san Josemaria Escrivá

04 febrero 2014

Madurez matrimonial

Presentamos en varios documentos un curso de 5 horas de amor matrimonial, “El matrimonio en la madurez. Está pensado en clave femenina, sin embargo, cuando lo escribí, no escribí nada que pudiera ser raro o extraño para un hombre que ya es esposo o que lo será en un futuro. Es un instrumento útil para dar charlas cuya materia central sea el matrimonio, pero pensado y dirigido a esposas con años de solera de vida conyugal, cuando los hijos, si los ha habido, han volado del hogar familiar, y te reencuentras con él, le miras de nuevo, y compruebas que habéis cambiado aun siendo los mismos. Habéis cambiado no solamente en dolencias o en el aumento de las arrugas, sino porque habéis amado. De ahí que tengamos que ponernos a amar más para poder seguir adelante hasta que la muerte nos separe.


Muy probablemente los documentos tengan defectos, o falten cosas, o sobre la mitad. Aquí está la labor, trabajar los textos. También pueden ser el gancho para iniciar unas sesiones mensuales con otros matrimonios y debatir los temas entre un picoteo agradable una tarde sábado. Y si me apuras, le propones al rector de la iglesia que frecuentas, iniciar unas charlas formativas. La formación ha de ser constante, también sobre el matrimonio, pues las rupturas matrimoniales se están produciendo a cualquier edad matrimonial y hay que tener conocimientos y elementos de lucha par a sacar adelante el mejor negocio que hemos tenido nunca, nuestro matrimonio, nuestra familia, esa que has creado, tu marido y tú, con la ayuda y la gracia de Dios.

Presentación del curso El Matrimonio en la madurez 1 IHE

Cimientos del Matrimonio. El Matrimonio en la madurez 2 IHE

Remedios y medios humanos. El Matrimonio en la madurez 3 IHE

El bien común de la sociedad. El Matrimonio en la madurez 4 IHE

28 enero 2014

La convivencia en el Matrimonio

La actividad parroquial siempre es misionera, está enfocada a temas siempre apostólicos. Y el apostolado del matrimonio y la familia cristianos es uno de ellos muy activo. Así en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Barcelona mi marido y yo participamos mensualmente en una misa ofrecida para el bien del matrimonio y la familia y después nos reunimos para recibir una charla formativa. En Esta ocasión leímos este decálogo para LA CONVIVENCIA de los cónyuges en el matrimonio, luego reflexionamos y expusimos cada uno el punto que nos parecía más clave de todos ellos.


Es muy buen ejercicio para que tú y tu esposa, o tú y tu esposo,  os sentéis a leerlo juntos, y luego  a hablar y a escucharos:

  1. Estar siempre dispuesto a dar y recibir amor. Lo que significa estar abierto a que la afectividad fluya entre ambos como una corriente de ida y vuelta. El amor es entregarse a la otra persona buscando lo mejor para ella.
  2. Tener muy en cuenta que lo importante es lo pequeño. Hay que cuidar los detalles, esos que hacen amable y llevadera la convivencia. Cuando se cuidan o descuidan esos detalles, esto se traduce en muchos y relevantes significados.
  3. Luchar por no ser tan hipersensible en la convivencia. Una persona muy susceptible puede llegar a convertir la convivencia en algo insoportable. El sentirse dolido por cuestiones de matiz es algo que hay que corregir antes de que la vida en común del matrimonio entre por unos derroteros negativos.
  4. Procurar evitar discusiones innecesarias. Rara vez de una fuerte discusión sale la luz. Suele servir más como desahogo y reprimenda. Las quejas, acusaciones y agresiones verbales dichas en un momento en que la cabeza deja espacio a la ira no se olvidan, marcan una huella y alimentan la lista de agravios.
  5. Tener capacidad de reacción tras momentos difíciles. Si no se ha podido evitar lo anterior, hay que reaccionar, de modo que no pasen horas o días sin hablarse, o haciéndolo desde una actitud crítica. Hay que buscar la aproximación, los acuerdos constructivos o pedir perdón.
  6. Cuidar el lenguaje verbal y no verbal, sabiendo que cualquier conducta humana es comunicación. Por eso atender muy especialmente a tres ingredientes esenciales de la comunicación: respeto, comprensión y delicadeza.
  7. Poner el máximo empeño para que no salga la lista de agravios. Recordar que la palabra es plata y el silencio es oro: en muchos casos lo mejor es callar.
  8. Tener el don de la oportunidad. Para plantear cuestiones más o menos conflictivas o tomar decisiones de cierta importancia hay que considerar cuál es el mejor momento y lugar. También básico tener un cierto orden en los temas a tratar y no pretender tocarlos todos al mismo tiempo.
  9. Todo comportamiento necesita de un cierto aprendizaje. Se llega a un matrimonio sólido tras repetidos esfuerzos por corregir lo que no va bien y añadir lo que falta. Es una ayuda mutua en un camino común.
  10. Para lograr una correcta estabilidad del matrimonio es necesario adquirir habilidades para la comunicación. Dejar hablar al otro; escucharle con atención hasta que termine; cuidar el volumen y tono de la voz; evitar justificaciones, acusaciones y descalificaciones; huir de la ironía y gestos despreciativos. No dar nada por sobreentendido y cuidar las interpretaciones erróneas de palabras, frases, gestos o actitudes. Evitar expresiones irreconciliables del tipo “No tolero”, “Es inadmisible”, “Que sea la última vez”, “Eres incorregible”, “No aguanto tu actitud” o “Siempre quieres llevar la razón”.

(Ideas extractadas del libro Remedios para el desamor de Enrique Rojas Montes)


Gracias!  Padre Miguel

15 enero 2014

Poblar la tierra

La esterilidad tanto femenina como masculina va en aumento en los tiempos que vivimos, sobre todo en estos países donde se retrasan los nacimientos o se impiden por medio de pastillas abortivas o con el mismo aborto. Los expertos dicen que las causas son diversas: el estrés, la mala alimentación, el uso constante de los medios y métodos anticonceptivos, el consumo del tabaco, el alcohol y otras drogas, etc. Sin embargo algunas de estas causas, no son nuevas pues ya en los tiempos y siglos que se descubren en los libros bíblicos encontramos diversos pasajes en los que se refiere a la esterilidad de la mujer, y se le recomienda que no ingiera bebidas alcohólicas si quiere quedarse embarazada, o en su caso, si quiere seguir adelante con el embarazo. Y acusan a la mujer de estéril cuando no hay hijos en el matrimonio. Entiéndase que en muchos casos el varón podía ser polígamo, y si éste tenía hijos con otra mujer, la que no le daba se concluía que era estéril. No obstante la fe y el amor dirigido a Dios misericordioso aparecen también en muchos pasajes. Dios resulta complaciente a la plegaria intensa de aquella mujer que quiere ser madre, y no lo es.

En este sentido, en otra ocasión nos habíamos referido al Libro de Samuel. En él se relata como Ana, una de las esposas de Elcaná sufría enormemente ante la imposibilidad de darle un hijo a su esposo, y en la turbación de su petición rogó con tanta intensidad a Dios que finalmente la escuchó. Por ello, gracias a la oración persistente de Ana nació Samuel. 

Ahora me quiero referir otro texto bíblico, el Libro de los Jueces, 13, 2-7. 24-25, que dice así:

“En aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo:- Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos […] La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso por nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo".


¿Por qué quiso Dios que esto pasara en el seno de una mujer estéril? No lo sabemos, pero en cualquier caso, siendo del querer de Dios que poblemos la tierra, según el mandato revelado y que se contiene en el primer libro del Génesis, no tendríamos que esperar a que nuestro gobierno o cualquier otro “autorice”  a aumentar el número de hijos por pareja, acabando así con la política del “hijo único”, como ha pasado recientemente en China, en el país de más producción de bienes del mundo, pues el bien más grande para la humanidad es la vida, nuestros hijos. 

27 noviembre 2013

El Matrimonio en breve

En pocas palabras, los expertos Dr. Tomás Melendo, Da. Virginia Olano, Dr. Enric Vidal, Dr. Mn. Joan Costa y D. Javier Vidal Quadras desarrollan cinco claves para saber y comprender qué es la Familia y el Matrimonio católicos.

Se trata de un documental de dos minutos y cuarenta y cinco segundos (2,45 m.) y en tan breve tiempo escucharemos las siguientes cinco ideas básicas:

Un detalle de amor diario
Enamoramiento intenso y creer en la indisolubilidad
Lograr la igualdad en la diferencia
El amor es fértil
Atreverse a ser feliz



Ahora clica el link
Cinco claves sobre la familia y el Matrimonio

03 noviembre 2013

Permiso, perdón y gracias

El santo padre Francisco con sus buenas dotes de comunicador no nos da tiempo de leer, escuchar y ver todo lo que nos dice cada día. La web del Vaticano se ha modificado y adaptado a este nuevo hacer del Papa, que habla diferente pero no cambia ni modifica un ápice la exigencia de la doctrina católica ni propiamente la doctrina. Su capacidad comunicativa, tan directa y a la vez asertiva, nos cautiva a todos, y también a los medios de comunicación que como el mismo Papa dice: La televisión e internet son una plaza que se ensancha sin fronteras.

Esta frase tan descriptiva de lo que son los medios está extraída del discurso  a las Familias del Mundo con ocasión de su Peregrinación a Roma en el Año de la Fe, el pasado sábado 26 de octubre de 2013. Allí habló a las familias congregadas, pero también a todas las que estábamos en nuestros hogares, o trabajando, o en un hospital, etc.  Nos habló de los agobiados y atribulados, de las dificultades, del sacramento del matrimonio, del trato dentro de la familia entre unos y otros, de esa caridad y amor entre todos pidiéndonos permiso para hacer las cosas, perdonando y dando las gracias. Y también re refirió a los abuelos, los cuales dice el Papa son la sabiduría de la familia, son la sabiduría de un pueblo. Con todo ello, nos impelió a preguntas, provocando en nosotros un estímulo para nuestro examen de conciencia

“Pero qué hermoso matrimonio, qué bonita ceremonia, qué gran fiesta!”. Eso no es el Sacramento; no es ésa la gracia del Sacramento. Eso es un adorno. Y la gracia no es para decorar la vida, es para darnos fuerza en la vida, para darnos valor, para poder caminar adelante. Sin aislarse, siempre juntos. Los cristianos se casan mediante el Sacramento porque saben que lo necesitan. Les hace falta para estar unidos entre sí y para cumplir su misión como padres: “En la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad”. Así dicen los esposos en el Sacramento y en la celebración de su Matrimonio rezan juntos y con la comunidad. ¿Por qué? ¿Porque así se suele hacer? No. Lo hacen porque tienen necesidad, para el largo viaje que han de hacer juntos: un largo viaje que no es a tramos, ¡dura toda la vida! Y necesitan la ayuda de Jesús, para caminar juntos con confianza, para quererse el uno al otro día a día, y perdonarse cada día. Y esto es importante. Saber perdonarse en las familias, porque todos tenemos defectos, ¡todos! A veces hacemos cosas que no son buenas y hacen daño a los demás. Tener el valor de pedir perdón cuando nos equivocamos en la familia… Hace unas semanas dije en esta plaza que para sacar adelante una familia es necesario usar tres palabras. Quisiera repetirlo. Tres palabras: permiso, gracias, perdón. ¡Tres palabras clave! Pedimos permiso para ser respetuosos en la familia. “¿Puedo hacer esto? ¿Te gustaría que hiciese eso?”. Con el lenguaje de pedir permiso. ¡Digamos gracias, gracias por el amor! Pero dime, ¿cuántas veces al día dices gracias a tu mujer, y tú a tu marido? ¡Cuántos días pasan sin pronunciar esta palabra: Gracias! Y la última: perdón: Todos nos equivocamos y a veces alguno se ofende en la familia y en el matrimonio, y algunas veces –digo yo- vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, per escuchen este consejo: no acaben la jornada sin hacer las paces. ¡La paz se renueva cada día en la familia! “¡Perdóname!”. Y así se empieza de nuevo. Permiso, gracias, perdón. ¿Lo decimos juntos? (Responden: Sí). ¡Permiso, gracias, perdón! Usemos estas tres palabras en la familia. ¡Perdonarse cada día! (fragmento del discurso referido).

Al día siguiente, en la homilía en la santa misa de clausura de la peregrinación de las familias, en la plaza de san Pedro de Roma, nos invitó a meditar las lecturas del domingo 27 de octubre de 2013.  Se refirió a orar en familia: Todas las familias tenemos necesidad de Dios: todos, todos. Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se requiere sencillez. Para rezar en familia se necesita sencillez. Rezar juntos el “Padrenuestro”, alrededor de la mesa, no es algo extraordinario: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar también el uno por el otro: el marido por la esposa, la esposa por el marido, los dos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es rezar en familia, y esto hace fuerte la familia: la oración.

También nos invitó a ser familias misioneras de la fe y a conservarla en familia, en las cosas de todos los días. Su última pregunta, diciéndonos que nosotros mismos nos diéramos la respuesta fue: ¿Hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia? […] En el fondo de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno por el otro. Tener paciencia entre nosotros. Amor paciente. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.



21 octubre 2013

Yo me quedo con Dios

No va desencaminado el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el Dr. Juan Antonio Martínez Camino, cuando refiere que el matrimonio homosexual es diabólico, palabras que también se le atribuyen al Papa Francisco, cuando era Arzobispo de Buenos Aires en Argentina. Aquí no nos referimos a las personas que son homosexuales, nada más lejos de nuestro sincero interés. A cada cual se le ha de querer en su condición y con extrema caridad, según nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Además son hijos de Dios como cualquiera. Nos referimos a los actos humanos, que pueden ser buenos o malos.

Los actos moralmente malos pueden crear estructuras de pecado, tele dirigidas por el diablo, que existe sin lugar a dudas, pero sin aquel aspecto que le atribuye el teatro o el arte, es decir, no es de color rojo, no tiene cuernos ni larga cola. El diablo es un espíritu malo, que alimenta la maldad y se abasta de personas que desconocen el bien de Dios y las lleva a su interés para destruir, o intentar hacerlo, todo aquello que Dios ha creado y ama. En esas cosas, usa a su antojo, con deliberada maldad, a aquellas personas que practican actos inmorales. A veces estos actos son fruto de la ignorancia, o del vicio, o de la desorientación. En esas debilidades, el diablo se lleva a hombres y mujeres, sin darse ellos cuenta, adónde le apetece. En este sentido, la desviación en contra del matrimonio natural, va creando una estructura peligrosa, equiparando en la base las uniones entre personas del mismo sexo a las uniones heterosexuales. A tal desviación sobre la ley natural, ya se van sumando otras uniones, en aras de no molestar a nadie y de que todo vale, es decir, al relativismo práctico. Hemos leído recientemente, por ejemplo, el caso de aquella mujer que se ha casado consigo misma; o las ya conocidas uniones entre perros, bendecidas por personas; o la señora que se casa con su gato, o cualquier cosa por el estilo. Esta estructura diabólica, compuesta de actos inmorales es lo que se llama estructura de pecado. Aquí no se ataca a las personas, sino a sus actos, pues muchísimas veces no conocemos la moral de los actos que realizamos y nos lleva a errar, incluso a los más puestos y doctos.

En paralelo a esta desvirtuación del matrimonio natural, debido al diabólico plan referido, se está estudiando en Europa el crecimiento de la poligamia por parte de hombres y mujeres musulmanes que, como sabemos, en su religión estos matrimonios están permitidos, mientras el hombre pueda mantener a sus esposas. En cualquier caso, el Matrimonio católico recibe los envites de una sociedad que lo admite casi todo, menos a Dios, aunque esté en peligro su propia naturaleza original. Entiéndase que la unión que no sea entre un hombre y una mujer es totalmente estéril y no reporta nada a la sociedad. Y cualquier tipo de poligamia, es denigrante para las mujeres que forman parte de esa unión y para la sociedad en la que viven, pues la mujer es apartada por el interés sexual y exclusivo de un varón que se encapricha por más de una mujer, relegándolas a ser solamente un objeto de su deseo.


En definitiva, las personas, los seres humanos, podemos hacer el bien o podemos hacer el mal, el cual no siempre lo reconocemos como tal, pero el diablo sí lo sabe. Y aquí nadie se ha de ofender pues nadie es más perfecto que Dios, todos nos equivocamos, y todos ¡todos! tenemos tentaciones hacia el mal.

Así que yo prefiero amar y creer en todo aquello que Dios ha revelado y ha revelado de sí mismo. Y si Dios nos dice que lo mejor para un hombre y una mujer es unirse entre sí, ser una sola carne, multiplicarse y amarse hasta la que la muerte los separe, me quedo con ello y dejo estar otras uniones más materiales que sagradas y que no llevan más que al precipicio de uno mismo.

17 octubre 2013

Amor fiel y exclusivo

Releer los textos del Magisterio de la Iglesia abre siempre luces en nuestra alma y en nuestro corazón sensible. Por ello es muy recomendable volver a ellos para hacer un repaso o iniciar una lectura interesante. 

Hoy proponemos la Encíclica Humanae Vitae la cual se centra en el tema de la transmisión de la vida, concedida a los esposos como colaboradores de Dios. Esta encíclica la publicó Su Santidad Pablo VI el 25 de julio de 1968. En los puntos 8 y 9 el Papa escribe sobre el amor conyugal al cual le atribuye las características de: amor humano, total, fiel y exclusivo hasta la muerte, y fecundo. Estos aspectos básicos nos pueden llevar a la reflexión interior de cómo vivimos en el seno de nuestro matrimonio estas características que lo conforman.

El amor conyugal

8. La verdadera naturaleza y nobleza del amor conyugal se revelan cuando éste es considerado en su fuente suprema, Dios, que es Amor, "el Padre de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra". El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Los esposos, mediante su recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en orden a un mutuo perfeccionamiento personal, para
colaborar con Dios en la generación y en la educación de nuevas vidas.
En los bautizados el matrimonio reviste, además, la dignidad de signo sacramental de la gracia, en cuanto representa la unión de Cristo y de la Iglesia.

Sus características


9. Bajo esta luz aparecen claramente las notas y las exigencias características del amor conyugal, siendo de suma importancia tener una idea exacta de ellas. Es, ante todo, un amor plenamente humano, es decir, sensible y espiritual al mismo tiempo. No es por tanto una simple efusión del instinto y del sentimiento sino que es también y principalmente un acto de la voluntad libre, destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y los dolores de la vida cotidiana, de forma que los esposos se conviertan en un solo corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana. Es un amor total, esto es, una forma singular de amistad personal, con la cual los esposos
comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o cálculos egoístas. Quien ama de verdad a su propio consorte, no lo ama sólo por lo que de él recibe sino por sí mismo, gozoso de poderlo enriquecer con el don de sí.

Es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte. Así lo conciben el esposo y la esposa el día en que asumen libremente y con plena conciencia el empeño del vínculo matrimonial. Fidelidad que a veces puede resultar difícil pero que siempre es posible, noble y meritoria; nadie puede negarlo. El ejemplo de numerosos esposos a través de los siglos demuestra que la fidelidad no sólo es connatural al matrimonio sino también manantial de felicidad profunda y duradera.

Es, por fin, un amor fecundo, que no se agota en la comunión entre los esposos sino que está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas. "El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres". 


Encíclica Humanae Vitae

01 octubre 2013

Sal y luz

En el matrimonio se dan situaciones que pueden dificultar su paz y su crecimiento. No hay situaciones fáciles. No hay situaciones únicas. No podemos resolverlo todo. No sabemos nada, o casi nada. Por ello hemos de acudir a los moralistas cuando surgen esas situaciones que no entendemos muy bien y por ello nos tiramos a la crítica. Los moralistas son los sacerdotes. Los sacerdotes católicos son los que han de resolver los casos de moral de los cónyuges. A ellos hemos de exponer nuestras consultas, nuestras dudas, pues en materia de moral cristiana son los que saben más. Es conveniente que se traten individualmente los casos, pues cada uno tiene su respuesta aunque muchos se parezcan entre si. 

La Exhortación apostólica “Familiares Consortio”, del beato Juan Pablo II, y que hemos citado ya varias veces en este blog, recoge en abundancia toda la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia. Para las situaciones difíciles el Papa se dirige a la ayuda de la comunidad eclesial, no es pues un comentario gratuito que hoy hacemos, es una exhortación del Papa.

“[…]..Otros momentos difíciles en los que la familia tiene necesidad de la ayuda de la comunidad eclesial y de sus pastores pueden ser: la adolescencia inquieta, contestadora y a veces problematizada de los hijos; su matrimonio que les separa de la familia de origen; la incomprensión o la falta de amor por parte de las personas más queridas; el abandono por parte del cónyuge o su pérdida, que abre la dolorosa experiencia de la viudez, de la muerte de un familiar, que mutila y transforma en profundidad el núcleo original de la familia…[…] En estas diversas situaciones no se descuide jamás la oración, fuente de luz y de fuerza, y alimento de la esperanza cristiana.” (Extracto punto 77).

Así se da el caso de matrimonios civiles que por estar bautizados, los cónyuges puedan creerse que están casados ante Dios; o aquellas parejas de cristianos que no se casan, aun pudiendo, para no perder la pensión del estado; o aquellas parejas que estando casadas por la Iglesia, se divorcian y se vuelven a casar por lo civil… todos ellos y todas ellas ¿Pueden oír misa? ¿Pueden comulgar? Estos son planteamientos generales que muchos conocemos. Si se precisa una respuesta porque un familiar o una amistad están en un caso igual o parecido, hay que consultar al sacerdote, y, a ser posible, que la hagan los propios interesados. El Espíritu Santo hará el resto.

De esta manera podremos ser luz, con nuestra oración y consejo, y sal, al ser sembradores de paz y alegría en la familia y en las amistades.

07 septiembre 2013

Lo que Dios ha unido

“A partir de la encarnación y de toda la obra de la redención, el Hijo de Dios ha dado su vida para hacer a su Iglesia santa e inmaculada, uniendo lo humano a lo divino en modo único. Dentro de ese plan de redención, el matrimonio está llamado a ser símbolo de esa unidad. Pidamos  para que los esposos cristianos respondan a la tarea que les ha sido confiada.” *


*David Amado Fernández. Magnificat, num. 117. Agosto 2013

27 agosto 2013

Sí que trae cuenta casarse

Hemos escuchado en la santa misa del día 16 de agosto, el pasaje del evangelio de san Mateo 19, 3-12, que está dedicado, de una manera específica, al matrimonio y al divorcio. Es el siguiente:

“En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: ¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo? 

Él respondió: -¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y unirá a su mujer y serán los dos una sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. 

Ellos insistieron: ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse? 

Él les contestó: Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza- y se casa con otra, comete adulterio. 

Los discípulos le replicaron: Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse. Pero él les dijo: No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don.”

Y así es. El don es la vocación al matrimonio que se llenará de la gracia que Dios infundirá en el momento en el que los futuros esposos establecerán el compromiso matrimonial, al momento de casarse. La gracia sacramental recibida, incrementada con la eficacia de los otros sacramentos, será el impulso divino para llevar adelante los designios de Dios a lo largo de toda la vida conyugal, que, si Dios quiere, será muy larga.

*En la foto, san Mateo en el frontis de la Catedral de Lima

30 junio 2013

La gran aventura de la Evangelización

Los medios de comunicación nos han ofrecido imágenes de personas que se quieren, se besan, lloran... se abrazan por el advenimiento de un nuevo amparo jurídico en USA para las parejas del mismo sexo. Su felicidad se ha manifestado ampliamente. Y, sin pausa, ya han comenzado simultáneamente otras nuevas noticias sobre la persecución de homosexuales en países de Sudamérica. La orquestación de la información dirigida se sucede coreográficamente. Y así seguiremos, pues el loby homosexual en el mundo es muy fuerte. Hay que tener en cuenta que es un loby de intereses económicos y no un loby en defensa de los derechos humanos fundamentales de las personas homosexuales, pues saben que sus uniones son estériles y por lo tanto, para sucederse a si mismos, es necesario otro tipo de sucesión, diferente al de la ley natural.

Por otro lado, estamos los que creemos que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer en una sola carne, para toda la vida y ante Dios. Es una realidad. Es la ley natural desde la concepción del mundo. Y a la vez es exigente, muy exigente. Son pocas palabras pero difíciles de explicar y ejercitar, para ello hay que formarse y rezar.

¿Qué podemos hacer?

Al igual que Jesucristo enviaba un grupo de mensajeros delante de Él para que le preparasen el terreno y tener una multitud que le escuchara, nosotros, los católicos, hoy somos aquellos mensajeros. Y lo que tenemos que hacer es hacer apostolado. Hagamos como lo hagamos, cada uno y cada una, según sus circunstancias, hay que hacer apostolado de la doctrina de Cristo y del matrimonio cristiano. Es muy probable que siempre no nos quieran escuchar ni leer, o no seremos bien recibidos donde vayamos. Tampoco a Jesucristo lo quisieron en todas partes… Como hoy leíamos en el Evangelio de la misa, yendo a Samaria camino de Jerusalén no quisieron escucharle.

Hemos de redoblar los esfuerzos, no desanimarnos por la disparidad y el rechazo de nuestro apostolado. Es urgente evangelizar sobre el matrimonio natural, y haciéndolo viviremos una gran aventura, pues la evangelización es un gran trabajo de amor por los demás, hablando, escribiendo, escuchando, comprendiendo, transmitiendo amor, siempre.
   
*La gran aventura de la evangelización:segundo párrafo del punto 58. Carta apostólica Novo Milenio Ineunte, beato Juan Pablo II



05 junio 2013

Al rescate del valor del SI PARA SIEMPRE

Recogemos la noticia de la web aciprensa:


ROMA, 15 May. 13 / 07:15 pm (ACI/EWTN Noticias).- El Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Mons. Vincenzo Paglia, abogó por un cambio cultural que permita recuperar el valor y el sentido del “sí para siempre” que los esposos deben expresar al momento  de formar una familia en el matrimonio.

“Por desgracia hoy en día si das el ‘Sí para toda la 
vida’ a tu equipo de fútbol, es más aceptable que si lo das a tu marido a tu mujer”, denunció Mons. Paglia desde Roma el pasado 14 de mayo en un encuentro con los periodistas para anunciar su próximo viaje a Latinoamérica.

“Hace falta una reproposición cultural. Hoy día, ya nadie hace la comunión de los bienes, porque dicen ‘no se sabe nunca’. El ‘Para siempre’, hoy día solo se hace para el equipo de fútbol, no para la mujer o para el marido. Si lo dices por tu equipo culturalmente está bien aceptado, pero si lo dices por tu marido o tu mujer, ¡te miran como si estuvieras loco!”, exclamó.

La autoridad vaticana sostiene que hay un gran problema cultural, porque la familia ha dejado de ser apoyada por la cultura. “Hace 30 o 40 años la sociedad no soportaba que alguien no se casara llegada a cierta edad. Pero hoy ocurre exactamente lo contrario... Y cuando digo que vivimos en una ‘sociedad líquida’, me doy cuenta de la tragedia que hay detrás de este adjetivo: Significa que ya no nos fiamos de nadie. Nadie puede fiarse de nadie”, lamentó.

La autoridad vaticana afirmó que las familias formadas por un padre, una madre, e hijos, “son la columna vertebral de los países”, y alertó sobre el crecimiento del número de familias monoparentales. Dentro de unos años “habrá tantos hijos únicos, que ya no se comprenderá cuál es el significado de la palabra hermano o hermana”, advirtió.

Es por ello que las familias con un padre, una madre e hijos, “merecen recibir mucha más atención y ayudas por parte del estado… y más derechos fiscales”, añadió.


En este sentido explicó que su objetivo es proponer a la familia como centro de la política, la economía y la cultura.

WEB aciprensa

15 mayo 2013

Custodiar la familia


Ser custodios de la familia, es cuidarnos unos a otros, es decir, seguir el mandato de la caridad, junto a toda la creación que Dios nos entregó para vivir en ella y gracias a ella. En ese sentido, Su Santidad el Papa Francisco, en la santa misa de la imposición del palio y la entrega del anillo del pescador al inicio de su ministerio petrino, el pasado 19 de marzo de 2013, en la homilía incidió en el tema de la familia y la relación entre sus miembros, basada en el amor:

“Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios."

"Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.”

"Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura."

02 mayo 2013

El Matrimonio, un cimiento sólido


Hablemos de cosas serias, ¿con quién casamos a Eugenia Grandet?. A colación de esta ocurrente frase de Balzac, el poeta y escritor Enrique García-Máiquez desgrana la ocurrencia hasta conclusiones como que Balzac pudo estar dando una lección de política aplicada :“No existe institución más importante para el sostenimiento de la República que la familia y su núcleo, el matrimonio. Si queremos un país sólido y pacífico, construyámoslo sobre matrimonios –en la medida de nuestras posibilidades- firmes y felices”. *

Sin entrar a discutir, ni por asomo, si fue en esto u otra cosa, en lo que se inspiró Balzac para dar ese tipo de lección, me parece, sin embargo, una conclusión que para hoy sería revolucionaria, y encendería una gran polémica, y no de novela sino real. Si construyésemos la sociedad con los cimientos de los matrimonios, supondría un cambio en el sistema económico pues el actual se sostiene sobre palillos o junquillos. Téngase en cuenta que las cifras de las familias monoparentales y/o desestructuradas van en aumento, así como los divorcios y las rupturas de parejas establecidas sin compromisos. Y el número de matrimonios consolidados no responde a un cimiento sólido, hoy por hoy, en la sociedad de la globalización. Hoy la sociedad se sostiene a base de múltiples esfuerzos, a veces demasiado aislados y estériles. 

Si alguien sigue creyendo que un gobierno puede caer debido a la presión de manifestaciones violentas o no, ante el Congreso de los Diputados en Madrid o ante los domicilios particulares de gente con aparente poder, está equivocado, realmente quien cambiará el sistema, la política, la sociedad, será y es la familia pues siempre ha sido generadora de riqueza y prosperidad a lo largo de la historia de toda la humanidad.

07 abril 2013

El Matrimonio y la Eucaristía



Siempre se puede velar a Jesucristo ante el Santísimo Sacramento y muy especialmente el día de la semana jueves, y los esposos cristianos pueden hacerlo pidiendo conjuntamente por el fortalecimiento de su unidad.*

“Velar matrimonialmente con Jesucristo

Los esposos solos no pueden amarse. El amor lo han aprendido en una familia, y con su familia construyen a su vez la sociedad. Por eso su amor no es algo privado que solo les concierne a ellos.

La liturgia de la Iglesia en que celebramos el matrimonio expresa precisamente esto. El amor se expande, se manifiesta a otros, da fruto. En cuanto se cierra en sí mismo, se ahoga y muere. Al entrar en la Iglesia, el amor de los esposos pide ayuda, reconoce necesitar apoyos: los de otras familias, los de la sociedad, de la comunidad creyente, de Dios. La Iglesia, en la liturgia, dice a los esposos algo que necesitan escuchar: <<No estáis solos; yo os ofrezco un gran hogar para que en él construyáis vuestro hogar. Yo os abro mi gran familia para que apoyéis en ella los cimientos de vuestra familia>>

Por eso, hay una relación muy grande entre el matrimonio y la Eucaristía, que reside en que los esposos dice: <<Queremos poner nuestro amor cerca del amor de Jesús; la entrega de nuestros cuerpos cerca de la entrega del cuerpo de Jesús; nuestro sí fiel hasta la muerte cerca del sí fiel de Jesús a su Iglesia>>”.


* Cita de la Vigilia de oración para el Jueves Santo. Jueves 28 de marzo 2013, Magnificat de la Semana Santa de 2013, núm. especial 8. Pág. 105.

31 marzo 2013

Todo el Magisterio sobre el Matrimonio y Familia


Hemos incorporado una nueva web muy interesante: ENCHIRIDION FAMILIAE. Recoge todo el Magisterio pontificio y conciliar sobre el Matrimonio y Familia. Se presentan de la siguiente manera: 

Veinte siglos de Doctrina y Pensamiento cristiano acerca de la sexualidad, el amor, el matrimonio y la familia indexados exhaustivamente. El más profundo y exhaustivo estudio realizado sobre esta materia hasta la fecha. Permanentemente actualizado”


25 marzo 2013

El valor sagrado del Matrimonio


 A lo largo del Antiguo Testamento hay muchas referencias al amor entre el esposo y la esposa, y el júbilo de ambos, pues en los textos de la revelación de Dios a su pueblo de Israel, Dios, al establecer su Alianza, la asimila para la comprensión de los hombres, a la alianza de un hombre con su mujer. En ese sentido, en el Nuevo Testamento ocurre que la alianza es la que se establece por medio de Cristo, el esposo, con su Iglesia, la esposa.

Esta esponsabilidad entre Dios y su pueblo, entre Cristo y su Iglesia, hace elevar el aspecto sobrenatural de la esponsabilidad de un hombre con una mujer, por lo que puede decirse que el lecho en el que yacen los esposos es sagrado, como un altar bendecido para llevar a cabo lo divino, el don de la participación en la creación. 

Por ello el Matrimonio cristiano, el que se celebra ante Dios y por los esposos, tiene un valor sagrado, de unidad y  de indisolubilidad. Todo ello va más allá  de todo aquello que conocemos como estrictamente humano, familiar y doméstico, pero son aspectos todos ellos inseparables entre sí, y forman el Matrimonio.

A la luz de la revelación de Dios, a través de los cantos de los Salmos de David, podemos entender cómo se une la naturaleza con el  esposo, la esposa y el mismo Dios. El valor poético de los Salmos es innegable por siglos sin término, de indescriptible belleza, de sabor que deleita una y otra vez, y más aún cuanto más se lee porque te adentras más y más en el conocimiento de Dios, al que amas por encima de todas las cosas.

Salmo 18 A (19 2-7)

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como su esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

30 enero 2013

La resolución a los dilemas


En el esfuerzo diario de vivir santamente el matrimonio, el cúmulo de las dificultades podemos considerarlas estorbos, sin embargo el superarlas o, más aún, el vivirlas intensamente en las manos de Dios, acrecienta la santidad de nuestro caminar matrimonial.

Esas dificultades a veces nacen del propio seno de la familia, es decir, de los propios padres –entendiendo el padre y la madre o el suegro y la suegra- . Claro está que cuando se opta por el Matrimonio en toda su entidad, se deja el padre y la madre, el suegro y la suegra, pero a la práctica esto es extremadamente difícil.

¿Cuánto uno desea de tener a sus hijos muy cerca cuando éstos se casan? ¿Cuánto deseas verlos más a menudo de lo que realmente ellos quieren o pueden según las circunstancias? ¿Cuántas veces nos dicen los padres que has de cuidarlos más o estar más por ellos, aunque objetivamente no sea cierto que los abandones?

Se plantean, pues, diariamente muchos dilemas de atención a la familia propia ante la opción de cuidar al esposo y a los hijos que todavía están en el hogar paterno. Y se plantean porque la vida no es regalada para nadie. Y si se opta antes por el esposo enfermo que por un padre o una madre que aun siendo mayores, achacosos, dolientes y doloridos están bien atendidos y cuidados por otras personas, incluso de la familia, en el fondo del corazón puede quedarte un gran dolor. Sin embargo, la primera opción es la de cuidar el propio matrimonio, que es obligación de cada persona casada, pues ni los hijos ni los padres van a suplirte en esa misión, la de salvaguardar tu matrimonio.

El dilema se multiplica cuando ese límite deja de tener el tono de la caridad cristiana  y se abandona a los padres a la suerte de la administración pública y a los hijos a la suerte de la educación impartida por otros, auto excluyéndose de las propias responsabilidades. Por eso es difícil marcar ese límite, el de poner al esposo primero, luego a los hijos, la familia ... pues no son compartimentos estancos, sino que en la medida de las prioridades, poniendo a Dios primero, esa pirámide de dificultades se hace muy grande y la tendremos que ir resolviendo, sobre todo si  la caridad y la justicia las sabemos administrar bien.

Para ello hemos de dedicarle siempre un tiempo diario a rezar, a pensar, a escribir los problemas, es decir, hacer una lista e incluso a puntuar el grado de dificultad que hemos de afrontar. A pesar de esta conclusión aparentemente razonable e incluso matemática, nos hartaremos de equivocarnos, nos hartaremos de escuchar improperios, pero le pediremos siempre al Espíritu Santo que nos ayude a resolver estos dilemas relacionados con la práctica de la caridad, el abandono de uno mismo y el desprecio al egoísmo. Así, como mínimo, lo habremos intentado pues solo el esposo y la esposa podrán salvar su propio matrimonio, los demás podrán ayudarte en algo, pero cada cónyuge es el responsable de hacerlo vivir, apartando todo lo que pueda perturbarlo, pero siempre con la medida del amor y de la caridad.

22 enero 2013

En Caná, Israel



Hemos leído en el Evangelio el primer milagro de Jesús en las Bodas de Caná. Nos encontramos de lleno en las fiestas de una boda, en las que Jesús y su Madre participaban porque eran parientes de los contrayentes. Allí Jesús, por intercesión de la Virgen Santísima, como sabemos, obra el bien de la transformación del agua en vino. Las bodas en la época de Jesús duraban una semana, costumbre que todavía hoy rige en muchos otros lugares del mundo, como en la India. Así que aquel error de cálculo de quien organizaba el banquete, sobre la cantidad de vino que tenía que haber previsto, llevó a que la Virgen interviniera. La Virgen con ello nos demuestra que es un familiar más y que debía estar muy ocupada en las tareas domésticas, y no pudiendo resolver el problema tuvo que buscar una solución. Y de esta manera, en un entorno familiar, Jesús empezó a manifestarse.


Y aquella celebración duraba una semana porque una boda era un acontecimiento muy importante, socialmente bien considerado, se invitaba a todos los familiares y como la gente vivía dispersada por la región, cada uno llegó a Caná cuando pudo, en cualquier caso tuvieron que trasladarse a pie o al lomo de algún animal. Hoy Caná de Galilea (Israel) está en el mismo lugar que hace más de dos mil años, pero es de mayor extensión, y es un destino de peregrinación donde los matrimonios cristianos renuevan sus promesas matrimoniales.

Si bien algunos expertos pueden llegar a considerar que se trató de un milagro secundario, pero muy importante gracias a la intervención de la Virgen, creemos que la primera manifestación pública de Jesús efectuada en el seno de la familia, precisamente en el acontecimiento de una boda, nos lleva a meditar a que el Matrimonio para Jesús ya era algo sagrado aunque todavía no había pronunciado las palabras que definirían la indisolubilidad del compromiso, y que más tarde quedarían escritas para siempre: lo que Dios une en el cielo, el hombre no lo separa en la tierra.