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25 agosto 2023

Un matrimonio le pidió una señal a la Virgen

 Durante el mes de agosto la Iglesia Universal celebra con entusiasmo muchas fiestas y celebraciones dedicadas a Santa María. En este hemisferio Norte, con este motivo se celebran las populares Fiestas Mayores en pueblos y ciudades. Con la descristianización las fiestas son más paganas, con mucho ruido y mucho alcohol. No obstante, ahí está la fecha en el calendario litúrgico para querer un poco más a la Virgen Santísima, y quizás proponernos dulcificar nuestro carácter, que puede desatarse con tanto calor.

Y como su intercesión es poderosa y real me voy a referir al origen de la fiesta de la Virgen Blanca o de Nuestra Señora de las Nieves, tan popular como curiosa:

El origen, según la Enciclopedia Católica, se atribuye a la época del papado de Liberio (352 - 366) en el que se relata que un anciano y acaudalado matrimonio de la nobleza patricia de Roma que no había tenido hijos y a los que se atribuía gran caridad hacia los demás, solicitó de la Virgen María que les señalase qué debían hacer con sus bienes para garantizar el mejor uso cristiano de la herencia. La tradición católica cuenta que la Virgen se manifestó ante ellos y les indicó que, allá donde señalara, se le construyese un templo. El perfil de la iglesia fue dibujado en el suelo por una milagrosa nevada que ocurrió el 5 de agosto de 358 en lo alto del monte Esquilino. Fue entonces dedicada la Basílica de Santa Maria Maggiore. (Wikipedia)


Nevó pues, en pleno mes de agosto en el año 358, cuando entonces hacía también un fuerte calor. Sin embargo, en este 2023 que vivimos también nevó en Alemania, tal día como el 5 de agosto:

La cronista del diario ABC español en Berlín publicaba: Numerosos puntos geográficos centroeuropeos amanecen esta mañana, un 5 de agosto, cubiertos por una capa de nieve. En pleno verano, la ciudad alemana de Reutlingen, por ejemplo, se ha sumido en el caos. La tormenta cubrió anoche las calles del centro con una capa de granizo a la que se sumaron después 30 centímetros de nieve.

¿Qué puede haber pasado? La respuesta de los expertos es el choque climático, el cambio climático. Hay muchas respuestas en este sentido. Pero este no es mi tema. El caso es que pueda ser que se repita, que ha nevado porque la Virgen Santísima responda a alguna cuestión que se le ha suscitado o Ella misma ha enviado una señal por la grave descristianización de Alemania, en pleno caos sinodal. Por eso ha vuelto a nevar un 5 de agosto, algo que parecía imposible en esas latitudes.


Por la ciencia se sabe que el eje de la tierra se altera y la oscilación del planeta puede variar de tal manera que altere de forma evidente el clima y todas sus consecuencias. Y ahora igual. Pero no deja de sorprender que nevara en la misma fecha, después de granizar y como preludio de una tremenda tormenta. Por otro lado, la Virgen Santísima no es la primera vez ni la última que se manifiesta a través de la naturaleza, giros solares, curaciones, lluvias milagrosas.

Ciertamente, son mis especulaciones. Pero yo me lo tomo como un aviso de la Virgen Santísima para que recemos para proteger a la Iglesia y al Papa. Y añado a las familias porque el acaudalado matrimonio anciano y de la nobleza patricia fue escuchado por Ella. Por último, la Basílica de Santa María la Mayor, sigue en pie, con las reformas necesarias y es territorio vaticano.

04 abril 2023

¿Qué vas hacer en estos días de la Semana Santa?

 En estos días de la Semana Santa, los cristianos nos vemos inmersos en las constantes llamadas al ocio, al descanso rural, a las playas y a todas las terracitas habidas y por haber. Todo ello produce un cierto atractivo que, aunque no sea malo, nos llama a vaguear y a gastar quizá más de lo que disponemos. Nos han torpedeado en los últimos meses con las subidas de precios de los carburantes y de la alimentación, pero en contrapartida también nos explican que la ocupación hotelera está de momento al 70% en muchos puntos y regiones de España.

También nos llaman a la piedad las numerosas procesiones y aumenta de año en año los fieles que las contemplan. Podemos decir con alegría que la Iglesia en estos días sale a la calle para que veamos cómo viven la fe los cristianos.

Así que los que practicamos nuestra fe católica y apostólica podemos hacer un poco de todo, asistir a las misas, oficios y procesiones con toda la piedad interior y exterior posible, estemos donde estemos. También moderaremos la ingesta en los almuerzos y cenas de estos días, y descansar un poco. No hay que llenar las horas comprando y tomando helados y refrescos. En estos días de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, teniendo en cuenta los horarios de los oficios y misas de cada lugar, organizaremos nuestras actividades de ocio. La primera cita es siempre con Nuestro Señor Jesucristo.

Recordad que en el Jueves Santo, 6 de abril de 2023, solo se celebra una Cena del Señor en cada templo. En el Viernes Santo, 7 de abril de 2023, solo un Oficio de la Pasión, con la añadidura del Viacrucis por la mañana. Durante el Sábado Santo permanecen cerrados todos los templos católicos hasta la celebración de la Vigilia Pascual. Y el gran domingo de Resurrección las misas suelen ser en los horarios habituales.

Después, el domingo celebraremos la Pascua del Señor comiendo y celebrando con alegría cordero asado, al horno por ejemplo con hierbas aromáticas, laurel y limón y patatas asadas. Para el postre, un pastel de Pascua que en Cataluña se llama MONA, y la adornaremos con huevos de chocolate, plumitas de colores y pollitos Es costumbre entonces felicitar la Pascua a nuestros familiares y amigos.

Por último, a pesar de las llamadas al ocio y a vaguear, también los cristianos estamos llamados al recogimiento y a estar muy pegados a la Cruz del Señor dando gracias por la Salvación para la Vida Eterna.

 

24 diciembre 2022

Los Ángeles hablan cantando ¡Os ha nacido un Niño! ¡Ha nacido el Salvador!

Nos acercamos a la medianoche del 24 de diciembre de 2022, el día más especial del año para toda la humanidad, tanto para los que creen como para los que creen menos. Y en el mundo entero debe saber  qué ocurrió una noche como esta en las tierras del pueblo elegido por Dios para concretar el Nacimiento de su hijo unigénito. En Belén (Israel) hoy también están de fiesta. Turistas y residentes cantan y festejan el Nacimiento del Hijo de Dios hecho Hombre, nuestro Salvador para la Vida Eterna. En esta noche nos reunimos en la santa misa de vigilia de la Navidad o en la santa misa del Gallo, también nos reunimos para la Cena más importante del Año, o para preparar el banquete del día de Navidad en nuestros hogares.


Entonces será el momento de los villancicos y los poemas que entre unos y otros se van a recitar y cantar.

Con el permiso del autor Enrique Cases, presbítero, publico uno de sus poemas de Navidad.

FELIZ NAVIDAD

Eras un simple pastor.

Cuando en la noche estrellada,

brilló una luz transparente.

Y con ella un ángel, dos, mil,

y una música hermosísima.

Los Ángeles hablan cantando.

¡Os ha nacido un Niño!

¡Ha nacido el Salvador!

¡Paz en la tierra, Gloria en el cielo!

La luz llegó al corazón,

Y con los otros pastores buscó al Niño.

Al encontrarle le adoraron,

Y al levantar la mirada,

María y José sonreían, el Niño no decía nada.

Sé este pastor joven,

Acepta la luz interior

Y verás lo que yo veo.

Información de Mn Enrique Cases

06 diciembre 2022

En Navidad celebramos el Nacimiento del Niño Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre

 Era tradición cristiana que en los hogares se preparara el belén por Santa Lucía, es decir, el 13 de diciembre y se retirara por la fiesta de la Virgen de la Candelaria, el 2 de febrero. Se trataba de estas fechas porque las ventas en las ferias navideñas de los árboles, ramas, musgo y otros arbustos se iniciaban casi al acabar el otoño y las figuritas y pesebres igual. Además, el calendario festivo era mucho más reducido y por lo tanto había muy poco tiempo para el ocio. Incluso los más pequeños de la casa que iban al colegio, teníamos clases hasta el sábado al mediodía. El 2 de febrero a nivel doméstico cerraba el tiempo de Navidad, aunque litúrgicamente ya hacía 3 semanas que se vivía el Tiempo Ordinario. Era el día de la Presentación del Niño Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen, , la Familia de Nazaret ya había salido de Belén, dejado atrás el pesebre, y camino de Nazaret fueron a Jerusalén a cumplir con lo que estaba mandado para los judíos.


Sin embargo, estas tradiciones se van diluyendo por la carrera de encender el iluminado público cuanto antes mejor, a correr en el Black Friday que cuando estalló la moda era un solo día; a tomar el sabor de la nieve, aunque sea fabricada; a desearse felices fiestas en los almuerzos o cenas de empresa. No obstante, un avance han sido los congeladores que hay en casi todas las casas, así los ingredientes de las celebraciones se pueden comprar en cualquier momento, según nuestro tiempo disponible y el presupuesto asignado. Pues otra tradición era ir al mercado con la paga extra de Navidad en la mano, que se cobraba el 22 de diciembre, y comprar la cena de Nochebuena. Todo cambia, y es así en el ahora que vivimos.

Pero lo que no cambia es lo que se celebra en la NAVIDAD: El nacimiento del Niño Jesús, Dios hecho hombre, para la salvación de cada uno de nosotros. Eso celebramos, que Dios envió a su Hijo unigénito, naciendo en un lugar sencillo y ser Jesucristo el Rey de reyes. Y os diré más, hay exégetas, es decir, estudiosos de la Biblia, que consideran que Jesús no nació en esa fecha que celebramos el 25 de diciembre, que fue antes o más tarde, pero como escribió el Papa Emérito Benedicto XVI “Vamos a dejarlo como está” a resultas también del vaivén de fechas de la Semana Santa.

En cualquier caso, hoy por hoy, en el mundo católico la NAVIDAD la celebramos el 25 de diciembre. Los cristianos ortodoxos la celebran el día de la Epifanía, es decir, el día en que nosotros celebramos Los Reyes Magos de Oriente, el 6 de enero. Y no pasa nada, pues todos estamos contentos y alabando al Señor.

Que no perdamos de vista las fechas importantes.

03 octubre 2022

¿Qué es lo correcto?

 Es habitual oír y escuchar que tal persona hizo tal cosa porque ERA LO CORRECTO. En muchos diálogos del cine, de las series de televisión o de plataformas digitales, para justificar lo que sea siempre hay quien vaticina HICISTE LO CORRECTO, como queriendo decir, no te preocupes más.

Pero es bastante normal que nos planteemos si es correcto o no aquello que decimos o hacemos. Pues la MORAL DE LA PERSONA, nuestra conciencia suele decirnos a través de nuestro Creador lo que debemos o no hacer. Sucede a veces que Conciencia la tenemos taponada y en esas circunstancias es muy difícil saber qué es lo correcto.


En este sentido os recomiendo un buen libro para pensar, para abrir las mentes, y para que fluyan respuestas sanas a nuestra conciencia. También se puede acudir a consultar a sacerdotes católicos bien formados, que los hay de verdad. Sin lugar a dudas otros no se han comportado cómo debían y lo hemos sabido. Pero cualquier ser humano es capaz de lo peor y también lo hemos visto.

Así que el libro es el siguiente UNA VIDA LOGRADA, Moral de la persona, de José Luís Méndez y Juan Barbeito, Editorial Palabra, de la colección “Buscando Entender”.

Los dos autores son sacerdotes y teólogos. Actualmente están en la diócesis de Madrid. La edición que tengo en mis manos es la 3ª de abril de 2022.

Los temas que trata, mirando el índice, son:

La libertad y la racionalidad convierten al ser humano en alguien especial.

El carácter sagrado de la vida humana.

La dignidad humana es universal.

El cuerpo humano está hecho para la entrega personal.

Amar con el cuerpo y no de cualquier manera.

El Matrimonio: vivir con alguien y para alguien.

El hijo es fruto de la donación de los padres.

Es decir, se incide en temas como la libertad de elegir, la sexualidad, la homosexualidad, el aborto, la eutanasia, la prostitución, temas totalmente de actualidad y que dividen a Europa en dos franjas, aquellos que abogan por la cultura de la muerte y aquellos que luchan por la vida desde su concepción.

Hay que llenarse de buenas lecturas, y esta es una de ellas. También puede resultar un buen regalo para cualquier ocasión.

26 julio 2022

Los nietos no tienen la culpa de las desavenencias y descartes paterno filiales.

 Hoy celebramos el DIA DE LOS ABUELOS Y DE LAS PERSONAS MAYORES, en la II Jornada anual, convocada por el Papa Francisco, con el fin de destacar su valía en la sociedad y luchar contra las políticas y conductas del descarte.

Ha escogido este día porque el 26 de julio la Iglesia Universal lo dedica en su santoral a San Joaquín y a Santa Ana, los padres de la Virgen María, por lo tanto, los abuelos de Jesús, pues siendo Dios se hizo hombre y en tal condición también tuvo abuelos, como todos nosotros.


Y los que somos abuelos, se sobreentiende que tenemos nietos y nietas. Pero ¿Dónde están? Ciertamente se producen casos dramáticos en los que, por razones particulares, económicas, discusiones, memorias del pasado, herencias, divorcios contenciosos, por señalar unos cuántos motivos que desestabilizan a las familias, los hijos o las hijas, yernos o nueras, utilizan a los nietos como escudo de guerra, lo cual es lamentable, triste, horrible.

Por este motivo, a los abogados de familia y a los notarios, les aumentan los casos de desheredación de los hijos por falta de atención, así como las reclamaciones judiciales para regularizar un régimen de visitas de los abuelos con los nietos, pues los nietos no tienen la culpa de las desavenencias y descartes paterno filiales.

En este sentido, hoy especialmente debe rezarse por todos los abuelos y las personas mayores, para pedirle al Espíritu Santo luces y evitar así llevar los casos a los tribunales, asuntos siempre dolorosos para ambas partes e incomprensibles para los nietos.

Por otra parte, no es moralmente malo que un pariente mayor esté ingresado en un centro geriátrico, lo que es moralmente malo o muy malo, es no preocuparse por ellos. Hay que llamarles por teléfono, interesarse ante los profesionales de su progresión y estado de salud, y sobre todo visitarlos, estar a su lado un rato, hacerles compañía, aunque sea en silencio, cantarles, jugar como niños, explicarles cosas especialmente de la familia. A veces no hay más remedio de su ingreso, pero no los abandonemos, evitemos ese DESCARTE al que se refiere el Santo Padre.



 Del libro del Eclesiastés (siglo III antes de Cristo)

251Tres cosas desea mi alma | que agradan al Señor y a los humanos: | concordia entre hermanos, amistad entre vecinos, | y marido y mujer bien avenidos. 2Tres tipos de personas detesta mi alma | y su conducta me llena de indignación: | pobre orgulloso, rico embustero, | y viejo lascivo e insensato. 3Si en la juventud no has recogido nada, | ¿Cómo quieres encontrar algo en la vejez? 4¡Qué bien sienta a las canas el juicio, | y a los ancianos saber aconsejar! 5¡Qué bien sienta a los ancianos la sabiduría, | y a los ilustres la reflexión y el consejo! 6La mucha experiencia es la corona de los ancianos, | y su orgullo es el temor del Señor.

 

21 julio 2022

Audio de EL MATRIMONIO ES UNA VOCACIÓN CRISTIANA

 En estos de vacaciones, la lectura es un inteligente entretenimiento como todos sabemos, pero escuchar el audio de la lectura de un texto interesante también es una buena opción.  Ese es el caso que hoy os propongo: escuchar la homilía de un santo sobre EL MATRIMONIO, VOCACIÓN CRISTIANA de San Josemaría Escrivá. 

En la web del opusdei.org encontrareis muchos audios de formación cristiana católica que nos pueden ayudar a vivir cristianamente también en tiempos de calor y de fuego, encomendando a Dios Nuestro Señor, que nos envíe lluvias para paliar la sed de las montañas y los campos, de los pantanos y de las personas que vivimos en este planeta caliente.


AUDIO : Matrimonio vocación cristiana

20 julio 2022

El hombre y la mujer son libres de contraer matrimonio o no

 Vas tranquilamente por una carretera conduciendo o bien de pasajero del vehículo y te encuentras a la vista una valla publicitaria que realmente llama tu atención, pero no puedes distraerte porque cualquier distracción te envía a la cuneta. El anuncio es de un grupo de abogados sin escrúpulos que a su vez va a la caza de clientes sin escrúpulos, en los cuales, unos y otros, la recta moral no preside sus actos. O no saben qué es la moral o les importa bien poco.

Publico la foto de la valla, sin la referencia de los datos del grupo jurídico debido a que en ningún caso quiero promover que le aumente el trabajo a base de intenciones despreciables.

Bien sabemos que mantener vivo y vigoroso el Matrimonio es tarea difícil, pero no imposible. Y la Iglesia católica está llamando a que los novios se preparen concienzudamente para el enlace y una vez casados no dejen de formarse, pues muchísimos matrimonios se conciben nulos de origen y las familias se rompen, con graves consecuencias para la esposa, el esposo, y si los hubiera, los hijos.

Los padres de él y de ella han de intentar la avenencia, si esta es posible, promover el perdón y ayudar sin entrometerse en lo que fuera necesario.

En este sentido quisiera nombrar a Romano Guardini (Verona, 1885 -Múnich, 1968). Fue sacerdote, pensador, escritor y académico católico alemán. En uno de sus textos, extraído de EL SUBLIME AMOR DE CRISTO, referido en EL SEÑOR (Rialp), y al respecto del divorcio dispuesto por Moisés, dice:


El matrimonio es una institución de Dios. Es Él quien, al crear al hombre y a la mujer, los hizo para que se complementaran. Legítimamente contraído, el matrimonio es una unión surgida del mismo Dios. Ambos esposos forman una unidad en Dios, tan íntima, que no son más que "una carne" y todo lo que atañe a uno importa al otro. El hombre no puede separar más que lo que él ha unido; lo que ha unido Dios escapa a su poder. El hombre es libre de contraer o no matrimonio. Esto es de su incumbencia. Pero, si lo contrae, Dios imprime a la unión un carácter que el hombre no puede borrar. He aquí el carácter sobrehumano del matrimonio que puede constituirse en misterio venturoso y le confiere la paz y el sostén vencedores de todas las vicisitudes; carácter que puede, ciertamente, convertirlo también en pesada carga.

Los fariseos contestan enfurecidos: ¿Por qué dio Moisés todas las normas concernientes al libelo de divorcio? Jesús contesta: Por la dureza de vuestro corazón. Porque no tenéis amor ni fidelidad inspirada por el amor; porque sois egoístas y sensuales y porque os habríais rebelado si no se os hubiesen hecho concesiones y porque Dios fue demasiado misericordioso al permitirlo. La Ley no era, tal como dijimos más arriba, la expresión de la voluntad inicial de Dios, tal como aparece en su actitud respecto de Abraham y sobre todo en el Paraíso terrenal y en su intención creadora, sino una señal de la apostasía del pueblo, una constitución, establecida por Dios, tras haber desaparecido la verdadera constitución de la fe y de la libertad.

Esto es el matrimonio católico.

 

26 mayo 2022

Matrimonios del siglo XX en proceso de canonización

 Hoy hemos participado, vía zoom, en la Celebración de la 2ª. Jornada de Santos laicos en la familia y el matrimonio, en la clausura del Año «Amoris Laetitia», el cual concluirá el próximo 26 de junio de 2022. En esta jornada hemos escuchado seis semblanzas biográficas de seis matrimonios de distintas partes del mundo, por conexión a través de la web oficial de opusdei.org.



Todos ellos tienen la Causa de Canonización abierta y en marcha. Son los siguientes:

• Los beatos italianos Luigi Beltrame Quattrocchi y Maria Corsini, la primera pareja en ser beatificada en una misma ceremonia, en 2001. Según el Papa san Juan Pablo II, vivieron "una vida ordinaria de una manera extraordinaria". El testimonio ha sido dado por Paola Dal Toso, profesora y biógrafa de los beatos.


Jozef y Wiktoria Ulma, conocidos popularmente como “los samaritanos de Markowa”, en Polonia (con Witold Burda, sacerdote y postulador de la causa de canonización).

Giovanni Gheddo (arquitecto) y Rosa Franzi (maestra) miembros de la Acción Católica cuyo deseo era “ser siempre gratos a Dios” y “hacer el bien a los demás”. La persona encargada de ilustrar sus figuras es Lia Lafronte, abogada y postuladora de la causa.

Eduardo Ortiz de Landázuri (médico) y Laura Busca Otaegui (farmacéutica) cuya existencia se caracterizó por un servicio generoso a las familias y a los enfermos, especialmente en Pamplona (España). En este caso, el relator ha sido Francesco Calogero, docente y postulador de la causa.

Franco Bono y Maria Rosaria De Angelis, que destacaron por su compromiso cívico, eclesial y profesional. María Rosa desplegó un enorme influjo espiritual a través de su empeño en el Movimiento de los Focolares. Sobre sus vidas ha hablado Pietro Rome, sacerdote y postulador de la causa.

Cyprien Rugamba y Daphrose Mukasanga, dos mártires en el genocidio de Ruanda, con la ayuda de Jean Luc Moens, biógrafo y autor de “Familia Rugamba. Danzando en el cielo”. Entre otras cosas, antes de su martirio, habían introducido en su país tanto la Comunidad del Emanuel como la Renovación Carismática Católica.

La jornada ha sido introducida por el cardenal Marcello Semeraro (Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos) y la clausura ha sido a cargo del monseñor Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei.

26 diciembre 2021

Carta a los Matrimonios del Papa Francisco

 CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

A LOS MATRIMONIOS
CON OCASIÓN DEL AÑO “FAMILIA AMORIS LAETITIA

Queridos esposos y esposas de todo el mundo:

Con ocasión del Año “Familia Amoris laetitia”, me acerco a ustedes para expresarles todo mi afecto y cercanía en este tiempo tan especial que estamos viviendo. Siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero más aún durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los más vulnerables. El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que estén experimentando.

Este contexto particular nos invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abrahán a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que Él mismo le mostrará (cf. Gn 12,1). También nosotros hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de “control”, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no sólo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales.

La relación con Dios nos moldea, nos acompaña y nos moviliza como personas y, en última instancia, nos ayuda a “salir de nuestra tierra”, en muchas ocasiones con cierto respeto e incluso miedo a lo desconocido, pero desde nuestra fe cristiana sabemos que no estamos solos ya que Dios está en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos.

Como Abrahán, cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas. Así, ya el noviazgo implica salir de la propia tierra, porque supone transitar juntos el camino que conduce al matrimonio. Las distintas situaciones de la vida: el paso de los días, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres, zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno. Una única vida, un “nosotros” en la comunión del amor con Jesús, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos!

Queridos esposos, sepan que sus hijos —y especialmente los jóvenes— los observan con atención y buscan en ustedes el testimonio de un amor fuerte y confiable. «¡Qué importante es que los jóvenes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!» [1]. Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. Están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día. Este descubrimiento puede dar a sus hijos la fe y la capacidad de confiar en Dios.

Ciertamente, educar a los hijos no es nada fácil. Pero no olvidemos que ellos también nos educan. El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompañar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento. El educador es una persona que “genera” en sentido espiritual y, sobre todo, que “se juega” poniéndose en relación. Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada día tras día. Ellos necesitan una seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase.

Por otra parte, y como ya he señalado, la conciencia de la identidad y la misión de los laicos en la Iglesia y en la sociedad ha aumentado. Ustedes tienen la misión de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias.

También los matrimonios deben “primerear” [2] dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial; en particular, los «cónyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para ayudar a los más débiles, para anunciar que, también en las dificultades, Cristo se hace presente» [3].

Por tanto, los exhorto, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque «la corresponsabilidad en la misión llama […] a los matrimonios y a los ministros ordenados, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domésticas» [4]. Recuerden que la familia es la «célula básica de la sociedad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 66). El matrimonio es realmente un proyecto de construcción de la «cultura del encuentro» (Carta enc. Fratelli tutti, 216). Es por ello que las familias tienen el desafío de tender puentes entre las generaciones para la transmisión de los valores que conforman la humanidad. Se necesita una nueva creatividad para expresar en los desafíos actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, Pueblo de Dios.

La vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto —pero seguro por la realidad del sacramento— en un mar a veces agitado. Cuántas veces, como los apóstoles, sienten ganas de decir o, mejor dicho, de gritar: «¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?» (Mc 4,38). No olvidemos que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca. Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar. En otro pasaje del Evangelio, en medio de las dificultades, los discípulos ven que Jesús se acerca en medio de la tormenta y lo reciben en la barca; así también ustedes, cuando la tormenta arrecia, dejen subir a Jesús en su barca, porque cuando subió «donde estaban ellos, […] cesó el viento» (Mc 6,51). Es importante que juntos mantengan la mirada fija en Jesús. Sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podrán verlos desde otra perspectiva.

Sólo abandonándose en las manos del Señor podrán vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad (cf. 2 Co 12,9). Fue justo en medio de una tormenta que los apóstoles llegaron a conocer la realeza y divinidad de Jesús, y aprendieron a confiar en Él.

A la luz de estos pasajes bíblicos, quisiera aprovechar para reflexionar sobre algunas dificultades y oportunidades que han vivido las familias en este tiempo de pandemia. Por ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad única para cultivar el diálogo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar. Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga. Recuerden lo que les escribí en Amoris laetitia retomando el himno paulino de la caridad (cf. nn. 90-119). Pidan este don con insistencia a la Sagrada Familia, vuelvan a leer el elogio de la caridad para que sea ella la que inspire sus decisiones y acciones (cf. Rm 8,15; Ga 4,6).

De este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas. Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprensión. Guarden en su corazón el consejo a los novios que expresé con las tres palabras: «permiso, gracias, perdón» [5]. Y cuando surja algún conflicto, «nunca terminar el día en familia sin hacer las paces» [6]. No se avergüencen de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes.

Sin embargo, para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil. Los problemas que ya existían se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables. Muchos han vivido incluso la ruptura de un matrimonio que venía sobrellevando una crisis que no se supo o no se pudo superar. A estas personas también quiero expresarles mi cercanía y mi afecto.

La ruptura de una relación conyugal genera mucho sufrimiento debido a la decepción de tantas ilusiones; la falta de entendimiento provoca discusiones y heridas no fáciles de reparar. Tampoco a los hijos es posible ahorrarles el sufrimiento de ver que sus padres ya no están juntos. Aun así, no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y a sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en Él un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una «casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 47).

Recuerden que el perdón sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a Él. Cristo “habita” en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los discípulos en la barca. Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la «casa sobre roca» (Mt 7,24).

A este propósito, permítanme que dirija una palabra a los jóvenes que se preparan al matrimonio. Si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la “valentía creativa” que tuvo san José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él. Así también ustedes, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que «a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener» (Carta ap. Patris corde, 5).No duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando.

Antes de despedirme, quiero enviar un saludo especial a los abuelos y las abuelas que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera aún más radical la soledad. La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, «esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor» [7].

Que san José inspire en todas las familias la valentía creativa, tan necesaria en este cambio de época que estamos viviendo, y Nuestra Señora acompañe en sus matrimonios la gestación de la “cultura del encuentro”, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo. Los numerosos desafíos no pueden robar el gozo de quienes saben que están caminando con el Señor. Vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría que viene del Señor!

Me despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha encomendado, perseverando en la oración y «en la fracción del pan» (Hch 2,42).

Y por favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes.

Fraternalmente,

Francisco

 

Roma, San Juan de Letrán, 26 de diciembre de 2021, Fiesta de la Sagrada Familia.

 


[1]  Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con Amoris laetitia (9 junio 2021).

[2] Cfr Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24.

[3]  Videomensaje a los participantes en el Foro «¿Hasta dónde hemos llegado con Amoris laetitia (9 junio 2021).

[4]  Ibíd.

[5]  Discurso a las familias del mundo con ocasión de su peregrinación a Roma en el Año de la Fe (26 octubre 2013); cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 133.

[6] Catequesis del 13 de mayo de 2015. Cf. Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia, 104.

[7] Mensaje con ocasión de la I Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores “Yo estoy contigo todos los días” (31 mayo 2021).



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21 noviembre 2021

Qué hacemos con nuestros difuntos

 

En todas partes del mundo, cada civilización, cada religión, cada costumbre en el paganismo… hace y dispone sobre los difuntos. Aquello de que descansen en paz es ciertamente difícil de entender en muchas ocasiones. Gracias a Dios, por muy difícil que se lo pongamos a Dios, se producirá la Resurrección de los Muertos y la Vida Eterna. Amén.

Sin embargo, debido a la multiplicación de posibilidades de lo que los vivos hacemos con nuestros difuntos, es necesario recordar a los cristianos una serie de indicaciones que nuestra Madre la Iglesia, dispuso y dispone para los restos mortales de nuestros difuntos.

Teniendo en cuenta las diversas posibilidades que nos ofrece el mercado funerario de hoy, los cristianos debemos saber lo que debemos hacer, y actuar con serenidad y calma, aunque nuestro difunto haya dispuesto otra cosa, pero si somos personas de fe, no hemos de temer por el hecho de hacer las cosas como Dios quiere y manda.


La cremación está de moda, y llevarse las cenizas a casa también. Se piensa en un principio que el ahorro del cementerio es importante, o que lo pague otro, o mil cosas más. Sin embargo, es una moda de las religiones o de los paganismos que no creen en un Dios Padre, ni en la Redención de Nuestro Señor Jesucristo, ni el éxtasis resultante del Espíritu Santo. Hacer un altar en casa y venerar las cenizas no lo hacemos los cristianos practicantes. Nosotros veneramos a los santos, a la Comunión de los Santos, y por encima de todo a la Virgen Santísima. Y solo a Dios adoramos, en el Santísimo Sacramento del Altar.

No es de recibo tirar las cenizas a un monte, o desde lo alto de la montaña más alta, o a un río, al mar, o en el puerto donde tenía la barca el difunto. Los muertos, aunque se hayan convertido en cenizas deben respetarse. Tampoco es de recibo compra un “Kit de cenizas”, que incluye unos minúsculos embudo, tornillo y destornillador para introducir en un colgante, anillo o pulsera un poco de la ceniza de nuestra persona amada. O convertir las cenizas en carbono puro para hacer una joya impactante. No.

Tengamos paz. Los vivos no hemos de dar trabajo con nuestros caprichos a los que nos sobrevivan. Tanto en un ataúd como en una vasija de cenizas, ¡enterremos a los muertos en los cementerios o en las iglesias! Actualmente, siguiendo una tradición muy antigua de la Iglesia Universal, muchas parroquias católicas están ofreciendo columbarios en su interior, aquellas que son grandes tienen más facilidades para construirlos, pues la Iglesia Católica no rechaza la cremación, por lo que ofrece en muchas iglesias esta posibilidad del columbario.

Estamos en el mes de noviembre, todavía. Un mes muy especial para rezar por nuestros fieles difuntos, incluso por aquellos que tuvieron una despedida pagana, o, como ahora se dice, civil. Dios nos juzgará por el amor, y con amor misericordioso.

 


 ¿Y qué ha dispuesto la Iglesia?

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Instrucción Ad resurgendum cum Christo
acerca de la sepultura de los difuntos
y la conservación de las cenizas en caso de cremación

 

1. Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario «dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor» (2 Co 5, 8). Con la Instrucción Piam et constantem del 5 de julio de 1963, el entonces Santo Oficio, estableció que «la Iglesia aconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos», pero agregó que la cremación no es «contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural» y que no se les negaran los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la «negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia»[1]. Este cambio de la disciplina eclesiástica ha sido incorporado en el Código de Derecho Canónico (1983) y en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990).

Mientras tanto, la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia. Después de haber debidamente escuchado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y muchas Conferencias Episcopales y Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado conveniente la publicación de una nueva Instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación.

2. La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: «Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce» (1 Co 15,3-5).

Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… también nosotros vivamos una nueva vida» (Rm 6,4). Además, el Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: «Cristo resucitó de entre los muertos, como primicia de los que durmieron… del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Co 15, 20-22).

Si es verdad que Cristo nos resucitará en el último día, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En el Bautismo, de hecho, hemos sido sumergidos en la muerte y resurrección de Cristo y asimilados sacramentalmente a él: «Sepultados con él en el bautismo, con él habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos»(Col 2, 12). Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Ef 2, 6).

Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: «La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo»[2]. Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: «La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella»[3].

3. Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados[4].

En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte[5], la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal[6].

La Iglesia, como madre acompaña al cristiano durante su peregrinación terrena, ofrece al Padre, en Cristo, el hijo de su gracia, y entregará sus restos mortales a la tierra con la esperanza de que resucitará en la gloria[7].

Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne[8], y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia[9]. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

Además, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras buenas»[10].

Tobías el justo es elogiado por los méritos adquiridos ante Dios por haber sepultado a los muertos[11], y la Iglesia considera la sepultura de los muertos como una obra de misericordia corporal[12].

Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos.

Mediante la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en las áreas a ellos dedicadas, la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.

4. Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo[13].

La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana»[14].

En ausencia de razones contrarias a la doctrina cristiana, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales, teniendo un cuidado particular para evitar cualquier tipo de escándalo o indiferencia religiosa.

5. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia»[15].

La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

6. Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

7. Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.

8. En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho[16].

El Sumo Pontífice Francisco, en audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 18 de marzo de 2016, ha aprobado la presente Instrucción, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 2 de marzo de 2016, y ha ordenado su publicación.

Roma, de la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de agosto de 2016, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.

Gerhard Card. Müller Prefecto +Luis F. Ladaria, S.I.
Arzobispo titular de Thibica
Secretario