30 diciembre 2016

¡ADIÓS, 2016!

¡Feliz Año Nuevo 2017! Porque sin bajar a detalle
habrá algunas cosas del 2016 que será mejor no volver a revivir. Así que Dios reparta suerte, como dice el torero. Porque la vida se parece a una plaza de tierra en la que tienes de lidiar… los problemas cotidianos del día a día.

Brindemos, pues, con un vaso de sangría de mosto sin alcohol o con una copa de cava bien frío y pasemos esa franja imaginaria del nuevo año con la esperanza puesta en un futuro mejor, en manos de Dios.

Previamente al cava o al mosto, estaría súper bien un buen aperitivo de ibéricos y tortillas y después una zarzuela de pescado y marisco, para llegar potentes a la medianoche del último día del año y deglutir sin pausa 12 uvas verdes y dulces de nuestras viñas.

Seguiremos en el 2017 escribiendo sobre el Matrimonio católico,
aquí estaremos, ¡Hasta pronto!


18 diciembre 2016

Amoris Laetitia también en Navidad

Una vez decidida la fecha de boda, lo siguiente más bonito es prepararla. La organizarán los novios, con la ayuda de los padres respectivos y los asesores de eventos. Sin embargo, este es el aspecto más lúdico y divertido del compromiso para siempre. Lo más importante es prepararse para el día siguiente y los que vendrán. Los efluvios de las fiestas son efímeros, en cambio los problemas que aparecerán al nacer el matrimonio se han de afrontar, resolver y asumir.

Hablar de ello en los momentos de más enamoramiento no es tirarse un jarrón de agua fría por encima, es hablar realmente de algo básico para la supervivencia del matrimonio. Los novios han de saber que la boda es, en sí misma, la culminación del noviazgo y a la vez el inicio de la vida de un matrimonio, la vida de dos en uno. Así que los futuros cónyuges se han de preparar muy bien para poder entender qué significa decirle al otro para toda la vida.

Antes de casarse, hay que formarse. Para ello propongo que nos fiemos del Papa Francisco. Su Santidad publicó Amoris Laietitia. Se ha de leer desde el principio hasta el final, y no a trocitos pues es un texto construido para ser leído así. Es animante y pedagógico. La lectura no se hace pesada y es universal. Está abierta de tal manera que cualquier persona puede sentirse acogida.

Aquí las madres podríamos tomar la iniciativa de comprar el librito y regalarlo pues también es un libro para matrimonios jóvenes, para matrimonios en la madurez; para sacerdotes, catequistas, formadores, e incluso para los periodistas para que informen bien sobre lo que dice y escribe el Santo Padre. 

Si ya somos suegras, hemos de consultarlo con los hijos o con las hijas, no vayamos a meter la pata e iniciemos las próximas fiestas con un tema espinoso con las nueras o los yernos.




15 diciembre 2016

Amor y sufrimiento

La película Regreso a casa (China 2014) es apta para todos los que entienden o quieren entender que el amor y el sufrimiento convierten al esposo con la esposa en una sola carne. La finura y la ternura con las que los orientales tratan los aspectos sensibles del amor y el sufrimiento, sin aspavientos, sin apenas gritos, con lentas caricias, miradas y gestos, son penetrantes.

La historia de este film, de fabricación Made in China, es un drama de persecución política, atropello de los derechos humanos y de amor conyugal. Sorprende que en la China actual, se haya editado una película en la que la Revolución cultural (S.XX) no sale bien parada. Recordemos que el contenido del Libro Rojo de Mao (1964) era lo único que se podía pensar y decir en aquella época. Jamás se podía objetar nada al respecto, pues de lo contrario el Partido (comunista) se ocupaba de que no dijeras nada más.

En la película, los profesores protagonistas son matrimonio y padres de una niña. Cuando la hija cumplió los 3 años, su padre fue deportado. A ella la educaron para ser bailarina, y su objetivo era ser la primera bailarina de un baile patriótico impresionante, por lo que antepone todo su interés personal al de su familia.

La trama y el drama se desarrollan a partir del primer regreso a casa del esposo, es denunciado y deportado de nuevo. Debido a una serie de acontecimientos, la esposa entra en un estado de amnesia traumática que le impedirá vivir la realidad tal cual es. El esposo intentará con mucha delicadeza y sufrimiento resolver su amnesia.


Las escenas del ballet patriótico son características de la danza y de la música de los tiempos de la revolución maoísta, manifestando la rudeza y la firmeza inquebrantables del régimen, muy significativas a nivel cultural.

13 diciembre 2016

La familia, fundamento de la vida social


El Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, ha fallecido en Roma en la noche del día de la Virgen de Guadalupe, a la cual tenía mucha devoción, el 12 de diciembre de 2016.
¡Que en la Gloria de Dios goce de la paz eterna!


Publicamos una de sus muchísimas cartas. En este caso, versa sobre el tema de la familia.

"En este tiempo de Navidad, la Sagrada Familia ocupa de modo especial el centro de nuestras miradas. Por eso, resulta lógico que, al contemplar a la trinidad de la tierra, acuda a nuestro corazón, junto a la gratitud y a la adoración, la petición para que en todas partes se respete y se defienda la verdadera naturaleza y dignidad de la institución familiar; y para que especialmente las familias cristianas sean un reflejo del hogar de Nazaret. Así lo leíamos en la plegaria que la liturgia ponía en nuestros labios el pasado 30 de diciembre, fiesta de la Santa Familia de Jesús, María y José, invitándonos a rezar: Señor y Dios nuestro, que nos has dado en la Sagrada Familia de tu Hijo el modelo perfecto para nuestras familias: concédenos practicar sus virtudes domésticas y estar unidos por los lazos de tu amor, para que podamos ir a gozar eternamente, con los tres, de la alegría de tu casa. (Misal Romano, Fiesta de la Sagrada Familia, Colecta).
En su última intervención pública sobre este tema, cerca ya del final de sus días, el Santo Padre Juan Pablo II recordaba que "precisamente contemplando el misterio de Dios que se hace hombre y encuentra acogida en una familia humana, podemos comprender plenamente el valor y la belleza de la familia". En efecto, continuaba el Papa, "la familia no sólo está en el centro de la vida cristiana; también es el fundamento de la vida social y civil y, por eso, constituye un capítulo central de la doctrina social cristiana". (Juan Pablo II, Discurso a los participantes en la Asamblea del foro de las Asociaciones familiares, 18-XII-2004).
También Benedicto XVI insiste en la importancia de comprender a fondo el significado del matrimonio y de la familia en el designio divino, frente a quienes se obstinan en reducirlos a meras construcciones humanas y, por tanto, susceptibles de reformas arbitrarias con el pasar de los tiempos. "En realidad —señala el Papa—, el matrimonio y la familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones históricas y económicas particulares. Al contrario, la cuestión de la correcta relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo a partir de ahí puede encontrar su respuesta. Es decir, no puede separarse de la pregunta antigua y siempre nueva del hombre sobre sí mismo: ¿quién soy?, ¿qué es el hombre? Y esta pregunta, a su vez, no puede separarse del interrogante sobre Dios: ¿existe Dios? y ¿quién es Dios?, ¿cuál es verdaderamente su rostro?". (Benedicto XVI, Discurso en la apertura de la asamblea eclesial de la diócesis de Roma, 6-VI-2005).
Al suscitar estos interrogantes, el Papa recuerda algunos principios fundamentales de la Sagrada Escritura; entre otros, que "el hombre ha sido creado a imagen de Dios, y Dios mismo es Amor. Por eso, la vocación al amor es lo que hace que el hombre sea la auténtica imagen de Dios: es semejante a Dios en la medida en que ama" (Ibid). Y el amor, lo sabemos bien, se alza como lo más opuesto al egoísmo.
San Josemaría nos repitió que "nuestra fe no desconoce nada de lo bello, de lo generoso, de lo genuinamente humano, que hay aquí abajo. Nos enseña [la fe] que la regla de nuestro vivir no debe ser la búsqueda egoísta del placer, porque sólo la renuncia y el sacrificio llevan al verdadero amor: Dios nos ha amado y nos invita a amarle y a amar a los demás con la verdad y la autenticidad con la que Él nos ama" (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 24). Sólo con esta convicción, llevada un día y otro a la conducta personal, al propio hogar, al lugar de trabajo, etc., se podrán refutar con eficacia —con la ayuda de la gracia— las ideas erróneas y lograr que vuelvan a Dios las personas que las sustentan.
Una de las consecuencias inmediatas de esa vocación original al amor se centra en que nadie se pertenece exclusivamente a sí mismo. Todos nos hallamos firmemente entrelazados por los vínculos del mismo origen y del mismo fin, que tienen su fundamento en Dios. Todos estamos llamados a asumir nuestra responsabilidad personal por el bien de la sociedad, cada uno según las circunstancias de su propia situación. En el caso de la familia y del matrimonio, queda claro que las leyes que regulan esas instituciones —tanto las de la Iglesia como las de cualquier sociedad que busque rectamente el bien común— no son sin más una forma impuesta desde fuera, sino "una exigencia intrínseca del pacto de amor conyugal y de la profundidad de la persona humana. En cambio, las diversas formas actuales de disolución del matrimonio, como las uniones libres y el "matrimonio a prueba", hasta el pseudo-matrimonio entre personas del mismo sexo, son expresiones de una libertad anárquica, que se quiere presentar erróneamente como verdadera liberación del hombre. Esa pseudo-libertad se funda en una trivialización del cuerpo, que inevitablemente incluye la trivialización del hombre. Se basa en el supuesto de que el hombre puede hacer de sí mismo lo que quiera: así su cuerpo se convierte en algo secundario, algo que se puede manipular desde el punto de vista humano, algo que se puede utilizar como se quiera. El libertarismo, que se quiere hacer pasar como descubrimiento del cuerpo y de su valor, es en realidad un dualismo que hace despreciable el cuerpo, situándolo —por decirlo así— fuera del auténtico ser y de la auténtica dignidad de la persona" (Benedicto XVI, Discurso en la apertura de la asamblea eclesial de la diócesis de Roma, 6-VI-2005).
Como ciudadanos y cristianos responsables, hemos de hacer todo lo posible para defender y promover los valores irrenunciables en este campo fundamental para la vida de la Iglesia y —no lo olvidemos— de la sociedad civil. Se nos presenta como una de las tareas más urgentes de la nueva evangelización. La obligación de difundir la recta doctrina sobre el matrimonio y la familia afecta a la responsabilidad de todos. Las fiestas de estos días nos lo ponen gráficamente ante los ojos y nos impulsan a no adormecernos, a despertar a muchas otras personas del sueño malo que a veces les acomete.
No quiero terminar sin una mención especial de las familias numerosas, a las que nuestro Padre tenía tanto aprecio. Como fruto de su larga experiencia, solía comentar: "he visto bastantes matrimonios que, cuando el Señor no les da más que un hijo, tienen también la generosidad de dárselo a Dios. Pero no son muchos los que lo hacen así. En las familias numerosas es más fácil comprender la grandeza de la vocación divina y, entre sus hijos, los hay para todos los estados. Pero he comprobado también con acción de gracias al Señor —y no pocas veces—, que otros, a quienes el Señor no les da familia —siendo matrimonios ejemplares—, saben aceptar con alegría la voluntad santa de Dios y dedicar más tiempo a la caridad con el prójimo" (San Josemaría, Apuntes de la predicación. AGP, P03, X-63, pp. 20-21).
Igual que nuestro Padre, todo mi afecto —como el vuestro— se dirige también a los matrimonios a los que el Señor no concede hijos. He visto muchas veces cumplirse a la letra lo que afirmaba nuestro Fundador: que esas familias "no sólo pueden santificar lo mismo su hogar, sino que además disponen de más tiempo para dedicarse a los hijos de los otros, y son ya muchos los que lo hacen con una abnegación conmovedora" (San Josemaría, Apuntes tomados en una tertulia, 10-IV-1969), poniendo en práctica una paternidad y una maternidad fecundísimas. Me consuela el pensamiento de que muchos fieles han llegado a la Obra por la acción generosa de estos "padres y madres".
Recientemente, el Papa Benedicto XVI ha afirmado que "en el actual contexto social, los núcleos familiares con muchos hijos constituyen un testimonio de fe, de valentía y de optimismo, porque sin hijos no hay futuro". Y añadía: "formulo el auspicio de que se promuevan nuevas y adecuadas iniciativas sociales y legislativas para tutelar y sostener a las familias más numerosas, que constituyen una riqueza y una esperanza para todo el país" (Benedicto XVI, Palabras al final de la audiencia del 2-XI-2005). Que estas palabras del Santo Padre nos impulsen fuertemente a seguir esforzándonos para que, en todos los lugares, se ayude a fondo a las familias a cumplir su misión —sobrenatural y humana— indispensable para el futuro de la sociedad.
Volvamos a la contemplación del misterio de la Navidad, que de algún modo se reitera cada día porque diariamente viene Jesucristo a nuestros altares y cotidianamente nace y renace en nuestras almas por la gracia. No dejemos de acudir con frecuencia al "Belén perenne del Sagrario" (San Josemaría, enero de 1939; cit. en Camino. Ed. crítico-histórica preparada por Pedro Rodríguez, Rialp, Madrid 2004, 3ª ed., p. 1051), para pedirle luces y aprender de Él.
Como ya os he señalado antes, todos estamos implicados en esta tarea, primero con una oración generosa y, siempre que sea oportuno, con el consejo adecuado. El Señor, que en Caná de Galilea se sirvió de la docilidad de los sirvientes para convertir el agua en vino, también ahora desea servirse de los cristianos, de nosotros, para renovar sus prodigios, de modo que muchas personas crean en Él (Cfr. Jn 2, 6-11).
+ Javier

Roma, 1 de enero de 2006"

01 diciembre 2016

Sonreír, la mejor receta

En el domingo 27 de noviembre de 2016 se ha iniciado el tiempo de Adviento que corresponde al primer día del Año Litúrgico de los católicos. El Adviento nos ha de preparar para la llegada de Nuestro Redentor, y por lo tanto la Iglesia nos propone unas semanas de austeridad y sobriedad. 

En cambio el entorno y los Black Friday nos invitan a la vorágine de los gastos a
todas horas. Pero si hemos aprovechado precios y oportunidades, sin gastar más allá de lo necesario; si hemos pensado con cariño y amor en la persona a quien van dirigido los regalos; si hemos hecho compras sin impulsos incontrolables, pues bien están los gastos. Además en estos días, hemos participado en la Gran Recogida de Alimentos promovida por el Banco de Alimentos de España, o ¿no? Pues bien está ese acto de caridad. Si tenemos previsto abrir las puertas de nuestra hogar en Navidad para la familia a la que le abrimos los brazos y la besaremos con más amor que nunca, bien está que en estos días ya planifiques el menú de Navidad, un menú con sabor familiar y navideño, que recuerde los mejores momentos vividos en el hogar. 

Por otra parte, la austeridad y la sobriedad no significan solamente controlar los gastos y las compras. También significan controlar el carácter (o el mal carácter); dominar el mal humor y la cara de vinagre. 

Pero sobre todo ¡Sonreír!