07 abril 2014

Vendo a mi esposa

De nuevo es escalofriante la cifra de mujeres asesinadas a manos de su hombre, marido, pareja, despechado…etc. Hoy hemos sabido que son ya 21 las víctimas en lo que va de año, en España. Las maquinarias jurídica, legislativa, política y sanitaria intentan promover acciones capaces para frenar o incluso hacer desaparecer este dominio machista que todavía existe en nuestras sociedades liberales y democráticas. Sin embargo, el análisis de fondo no ha llegado a su fin. Las políticas que persiguen al hombre por ser hombre, no han servido para solucionar el problema; las políticas de liberación de la mujer en busca de trabajo y decidiendo en exclusiva sobre su cuerpo, tampoco. El miedo a la cárcel o a la muerte por parte del criminal, no existe, pues al salir de la cárcel sigue persiguiendo a su víctima si no la había matado antes, y si la mata, muchas veces se quita la vida. El divorcio tan deseado o el vivir emparejados, tampoco sirve pues el hombre que dice un día “Esta es mía o de nadie”, aunque la mujer huya de él, él la encuentra.

Es difícil decir cuál es la solución mejor, pues todas las soluciones que se ponen en marcha, yo creo que van cargadas de buenas intenciones. Sin embargo, en lo que sí se ha de insistir es en educar a los hijos en el amor y en el respeto hacia ellos y a sus padres, pues unos padres violentos están gestando a futuros maltratadores (o maltratadoras). Tampoco se ha de tolerar la mofa machista, tanto en ellos como en ellas, pues hombres y mujeres, entre nosotros, hemos de dejar de ser belicosos, ni en broma.

Con este motivo quiero denunciar, con buenas palabras y sin gritos, un objeto souvenir que vi en una tienda de un pueblo cántabro, señorial, de la edad moderna, precioso, bien cuidado, y donde se come muy bien, me refiero a Santillana del Mar. Uno de sus comerciantes promueve el machismo descaradamente. Como veréis en la foto, que yo misma hice, los mensajes de las baldosas no tienen desperdicio, y cada palabra es una ofensa. Los textos no son graciosos, son patéticos y muy graves, pues no son casuales, han sido pensados, escritos, diseñados, fabricados, comercializados y vendidos. En toda esta cadena hay un reguero de desaprensivos y desaprensivas. A saber qué ocurre en sus familias para ser capaces de querer sacar beneficio de unos mensajes así. 

Los que no podemos tomar grandes decisiones, podemos denunciar estos hechos para poder apartar todo aquello que nos impida educar en el amor y de cara a Dios.