03 agosto 2012

Post festum, pestum

Las amenazas que caen sobre nosotros… de perder el trabajo y la vivienda, de que se agoten las prestaciones públicas o que sin agotarse se produzcan impagos, el abuso de mucha clase política, las enfermedades que nacen debido a las angustias personales y sociales…. éstas u otras situaciones están llevando a muchas personas al borde de la desesperación y al desánimo, y nos estamos poniendo nerviosos. Los que podamos, debemos poner un punto de inflexión en todo ello y procurar no perder la paz. Pues en este hemisferio del planeta esta crisis está haciendo mella más allá de las economías de los países, las naciones y los estados, y con ello, el ambiente nos quiere llevar a su propio sistema apocalíptico. Por lo tanto es el momento de rezar más.

Cíclicamente en la historia se han vivido periodos y épocas muy graves en los que la sociedad ha sufrido enormemente; a veces por las guerras, o por el hambre producida por una larga sequía; a veces, también,  por el abuso de mandatarios y emperadores, por la decadencia moral en si misma, en definitiva… “Post festum, pestum”, es decir, después de la fiesta, la peste, o dicho actualizadamente Después del despilfarro, la crisis. Por eso es necesario rezar más.

A Dios podemos pedirle siempre perdón así como darle gracias por los bienes que nos ha dado, pero también podemos pedirle cosas materiales pues el poder que tiene sobre las cosas que Él mismo ha creado es muy grande, es un poder que está por encima de las propias cosas. Sabemos que la liturgia de la Iglesia contiene rogativas de petición. Sabemos que en épocas de sequía o de peste se ha pedido la intercesión de la Virgen Santísima para que alivie o resuelva el problema. Por eso ahora, en tiempos difíciles, hemos de pedir que nos ayude en estas angustias tan importantes en las que muchas personas se encuentran.

Pero hay que pedir con fe, sin desconfianza. Cuando se reza con fe las cosas salen. Sin confianza la oración es poco poderosa, sin embargo no hay que tener prisa pero hay perseverar hasta que se consiga, y cuando se consiga, dar gracias a Dios nuevamente.