26 julio 2012

El mundo de los audaces

No se trata de tirarnos en parapente desde la montaña más alta que tengamos a nuestro alcance, tampoco se trata que probemos con un monopatín bajar más rápido las escaleras que nos conducen al andén del metro o que compitamos a ver cuántos platos de paella de marisco somos capaces de comernos en un solo almuerzo. La audacia no es hacer burradas para comprobar nuestra resistencia, no todos tenemos las mismas capacidades físicas. Sin embargo todos podemos, tengamos el carácter que tengamos y tengamos la edad que tengamos, ser audaces para hablar de Dios en cualquier ocasión, sin ofender y sin molestar pero sin respetos humanos.

La audacia en estos casos es no darnos vergüenza al decir, por ejemplo,  que “vamos a misa”… y decimos que “vamos a una gestión”, pues pensamos que vamos a comprometer al otro o no vamos a saber explicar por qué vamos a misa. Esta es una situación típica de estos días de vacaciones. Se ha de organizar el día para que podamos acudir a la iglesia a rezar y oír misa, muy especialmente los domingos, o los sábados para la misa vespertina, o bien el día 15 de agosto que será la fiesta solemne en todo el mundo cristiano, dedicada a nuestra Madre del cielo, la Santísima Virgen. A veces nos resulta difícil decir a nuestras amistades que no podemos estar más rato en la playa porqué tenemos que arreglarnos para ir a misa, o que no puedes hacer el vermú o el helado de media tarde porque has de guardar una hora de ayuno eucarístico (que son 60 minutos y no menos) para poder comulgar. Podemos sentirnos violentos al proponer bendecir la mesa porque estamos en un chiringuito marítimo, o que vas con un vestido que te cubre el escote por pudor y no porque lo tengas feísimo. O tal vez te sientas escaneada cuando dices: Sí, estoy casada…. desde hace 34 años… y con el mismo hombre!

Así que vamos a superar los respetos humanos, intentaremos decir las cosas con cariño haciendo pedagogía con amor, y hablaremos de Dios sonriendo y demostraremos externamente esa felicidad del cristiano que nace del Amor de Dios, pues el mundo es de los audaces, incluso de vacaciones.