24 febrero 2012

Una casamentera

Jane Austen, la conocida novelista inglesa, relata historias humanas llenas de pasiones románticas, enamoramientos y sensibilidades, todo bajo un orden, sin desenfrenos ni fueras de tono y con  una suave ironía. Muchas de sus obras han sido llevadas al cine, con gran categoría. La última que he visto ha sido “Emma”, pero no la versión de 1996, con Gwyneth Paltrow para la gran pantalla y ganadora de un oscar, sino en la gran pantalla de nuestros tiempos, es decir, el televisor doméstico con canales de cine. La nueva versión de “Emma” pensada para la butaca familiar es todavía más larga que la versión americana referida. Emma Woodhouse es una bella joven inglesa que vive en una mansión que dirige perfectamente junto a su padre, viudo y muy mayor. A lo largo de la película se suceden paseos por la campiña inglesa, cenas, encuentros, fiestas, cortejos, noviazgos, bodas… En todos ellos Emma cree haber tenido una intervención muy decisiva, tanto es así que prefiere no casarse y seguir de casamentera. Sin embargo Emma irá comprobando, con asombro, que nada es lo que parece y que sus intervenciones van erradas, pues el amor, aunque en ocasiones parezca oculto, siempre triunfa. La autora de la novela nos hace entender que es mal asunto intervenir en los noviazgos pues si el amor es de verdad y con capacidad para comprometerse no necesita ningún casamentero. La Sra. Austen publicó la novela en 1815, casi hace doscientos años, pero la temática y su resolución son totalmente vigentes.