22 diciembre 2011

Canto nupcial

En el libro del Cantar de los Cantares podemos leer uno de los cantos de amor más bellos, escritos nunca. Es un canto nupcial y de enamoramiento, y puede sorprender que en la Sagrada Biblia nos encontremos con esos textos. Pero en la Biblia no hay nada baladí, ni por casualidad. Es un Libro inspirado por Dios, donde Él se revela a si mismo, y todo tiene su sentido.

Ese canto nupcial de los esposos que se aman, que se desean y que se perdonan, desde siempre se ha entendido como un canto de amor entre Dios e Israel, y más adelante, entre Jesucristo y su Iglesia, porque la Alianza entre Dios y su pueblo es tan firme como el compromiso de los esposos en el Matrimonio.

 
¡La voz de mi amado!
Ahí viene, saltando por las montañas,
brincando por las colinas.
Mi amado es como una gacela,
como un ciervo joven.
Ahí está: se detiene
detrás de nuestro muro;
mira por la ventana,
espía por el enrejado.
Habla mi amado, y me dice:
"¡Levántate, amada mía,
y ven, hermosa mía!
Porque ya pasó el invierno,
cesaron y se fueron las lluvias.
Aparecieron las flores sobre la tierra,
llegó el tiempo de las canciones,
y se oye en nuestra tierra
el arrullo de la tórtola.
La
higuera dio sus primeros frutos
y las viñas en flor exhalan su perfume.
¡Levántate, amada mía,
y ven, hermosa mía!
Paloma mía, que anidas
en las grietas de las rocas,
en lugares escarpados,
muéstrame tu rostro,
déjame oír tu voz;
porque tu voz es suave
y es hermoso tu semblante".

Fragmento del Cantar de los Cantares, 2,8-14