30 junio 2011

Somos diferentes, tal cual!

Rara es la mujer que no haya dicho nunca: “los hombres no nos entienden”. Si ya no lo decimos es porque no vale la pena insistir en ello y porque simplemente estamos convencidas de que las incomprensiones son una evidencia.  Cada día suceden cosas que lo demuestran, y a pesar de que sabemos que no nos entienden recurrimos a ellos en busca de una respuesta. Nuestro amorcito nos sorprende a pesar de los discursos que hemos empleado en hacernos entender. Así que cuando más de dos mujeres nos juntamos para tomar un café  salen historias y miles de ejemplos de incomprensiones cuotidianas. Todas tenemos vivencias similares y nos solidarizamos entre nosotras. Los hombres lo saben, y además lo que no entienden es que resolvemos muchos asuntos verbalizando entre nosotras.

Tan sencillo como al entrar en casa y poner las llaves en un sitio fijo y siempre el mismo, sería la solución para evitar más de una bronca o un problema, pero ¿cuántas veces nos hemos dejado las llaves en casa o colocadas en la misma cerradura? ¿o en el buzón de la correspondencia? ¿o en el bolso que llevabas ayer? Te enfadas pero no puedes echarle la culpa a él… salvo que te haya distraído pero ¿y si te besó al salir de casa, ¿qué le vas a decir?

Pero cuando las llaves se las lleva tu marido en el bolsillo del pantalón, es otro tema, y bien distinto ¿Qué hacemos entonces? Lo primer de todo, lo llamamos por teléfono, ya estás encendida como una mecha, y cuando sabes quién es el culpable, te enfadas, claro!. Entonces como varón que es, te da una solución, ¡Horror!, en ese momento no quieres soluciones, estás a punto de salir, no puedes cerrar la puerta, tienes que irte a trabajar, llegarás tarde por culpa de él, has recogido toda la casa en busca de las llaves ¿Y dónde están?, en el bolsillo de un pantalón en la otra parte de la ciudad!, y tú tienes unas amigas a almorzar, y cuando vuelvas del trabajo, no podrás entrar y habías puesto mucha ilusión en cocinar para pasar un buen rato hablando y hablando…. de ellos, entre otras cosas.  Y tu marido ¿qué te dice?.... avisa a tu padre que venga, y que te de las suyas, es una persona muy amable, está cerca … o iros a un restaurante ya nos cenaremos el almuerzo… o me esperas en el bar que ya vendré cuando pueda….

En frío, puedes pensar que son soluciones prácticas pero en el momento del afer, en el que estás sofocada,  lo que quieres es que entiendan ese sofoco. ¿O no?.... Pero la vida sigue su curso sin más, y en medio de la ofuscación y sin haber resuelto el dilema  resulta que uno de tus hijos, que vino de pródigo nocturno sin tu saberlo, al oír el trajín aparece en pijama y te dice: ¡Hola mami! ¿Quieres mis llaves?...¡buf!